Hace mucho tiempo, allá cuando
avanzaba en la lectura y conocimiento de la vida y obra de Antonio Machado Ruiz
(muy compartida hasta casi hasta el final con la de su hermano Manuel), me
despertó el deseo de peregrinar algún día al lugar donde yacen sus restos y los
de su madre, Ana Ruiz: el cementerio de Colliure, pueblo costero del sureste de
Francia, cercano a la frontera española; deseo acrecentado desde que en el verano
de 2009 visité en un viaje familiar su ruta en Soria y la tumba de su mujer,
Leonor Izquierdo, fallecida en 1912 de tuberculosis con tan solo 18 años.
Mi pasada actividad estuvo ligada
a la conducción con mi coche. Rutinarios desplazamientos por motivos laborales,
incluso a largas distancias dentro de España. También vacacionales. En este
caso, incluso por Portugal y parte de Francia cuando vivía en Bilbao, pero
justo en la zona contraria a la situación de Colliure.
Aun así, como suele ocurrir, no
pensamos que el tiempo fluye fugaz y vamos dejando el objetivo para un momento
que pensamos más propicio y hete aquí que, como ya “bordeo los linderos del
misterio”, frase pronunciada por Manuel Bartolomé Cossío precisamente en un
acto con sus amigos Manuel y Antonio Machado, de los que fue profesor en la
Institución Libre de Enseñanza y que me gustó tanto que la copio
ocasionalmente, pues me acuciaba cumplir con ese añejo deseo.
Y, claro, esto ya, cuando mi
mujer pone serios y razonables reparos para un desplazamiento en coche por mi
conducido desde Sevilla a Colliure, a pesar de que yo estaba dispuesto ¿Cómo
alcanzar entonces la meta? Cabía la alternativa de viajar en tren de alta
velocidad (AVE) hasta Barcelona, como ya hicimos en otra ocasión, pero luego
desplazamiento quizás complicado hasta el destino final.
Pensé entonces proponer la idea a
un sobrino que reside con su familia en Talamanca de Jarama, pueblo de la
Comunidad de Madrid, también aficionado la literatura. Hablamos por teléfono,
le pareció acertada la aventura, pues también acordé añadir la ruta de Bécquer.
Incluso ofreció recogernos en Madrid, alojarnos (como en otras ocasiones) en su
casa. Partir al día siguiente en su coche acompañados de nuestras mujeres. En
condiciones tan favorables y cómodas no cabía duda alguna: adelante.
=26 de septiembre de 2024. Jueves.
-
Viaje en AVE Sevilla Madrid. Como estaba previsto, recogida por mi sobrino y su
hija mayor con su coche en la estación de Atocha. Desplazamiento a Talamanca de
Jarama. Tras la comida, atendidos y cómodamente aposentados en su casa. Fijada
allí la base de operaciones.
=27 de septiembre de 2024. Viernes.-
Por
la mañana, comienzo de la ruta. Destino para pernoctar: Figueras. Distancia unos
700 kilómetros. Comida en ruta en Borjas Blancas, Lérida. Llegada anocheciendo.
Alojamiento Hotel Plaza Inn, a escasos metros del Museo-Teatro Dalí.
Dentro del anecdotario que suele
acompañar a estas expediciones, aquí cabe destacar que, supuestamente porque no
se indicaron bien los datos del hotel al GPS, terminábamos una y otra vez en la
estación de tren. Tránsito intenso de vehículos y personas. Vueltas y más
vueltas durante más de una hora. Noche cerrada. Preguntamos y al final,
llegamos.
Confusión e intento de entrar al
garaje del hotel por una galería comercial situada justo al lado de la puerta.
Resultó que el garaje era concertado y estaba en otra calle. Nos indicaron una
dirección. Las mujeres se quedaron en recepción. Seguimos mi sobrino y yo.
Nueva confusión. Aparcamos en uno distinto y volvimos con ellas. En recepción
nos repitieron donde debíamos hacerlo.
Tras ello, se sucedieron nuevas
tribulaciones. Mi sobrino y yo marchamos para retirar el vehículo y cambiarlo a
la dirección y aparcamiento concertado. Previa la retirada, tras preguntar
donde se pagaba, él se golpeó la cabeza con un panel colgado, pero al final
salimos. De nuevo, más vueltas por las calles hasta dar con el lugar correcto.
Retornamos molestos y mohínos. Las mujeres ya estaban preocupadas por nuestra
tardanza. Por fin, nos reunimos todos y la tensión se tornó en risas como
anécdota cómica para el recuerdo.
A día siguiente, advertimos
delante del hotel una zona señalizada en el suelo como aparcamiento mientras se
realizan los trámites de admisión. No la vimos en la noche. Ese despiste nos
provocó los pasados contratiempos, ya convertidos en repetidas risas.
=28 de septiembre de 2024.
Sábado.- Media mañana. Llegada
a Colliure. No habíamos previsto que el cementerio está situado en el centro
del pueblo. Era sábado y se celebraba un mercadillo cercano. Transito agobiante
de personas y vehículos. Imposible aparcar. Repetidas veces circulamos por el
pueblo. Donde se encontraba algún hueco para aparcar, estaba a mucha distancia.
Decisión: orillar un rato el
coche en la entrada del pequeño cementerio sin impedir la circulación. Bajamos
unos minutos la mujer de mi sobrino y yo. Ella llevaba una bandera republicana
de un amigo de su marido para fotografiarla en el lugar. La tumba muy cercana.
Al menos alcanzamos la meta fácilmente.
Tumba muy sencilla, como
corresponde a un hombre que esperaba terminar la vida “ligero de equipaje, casi
desnudo, como los hijos de la mar.”. Pero nos apenó verla muy descuidada, como
muestra la foto de cabecera.
También se encuentra bastante
deteriorada, en este caso lo muestra con más detalle la foto que precede. Confío
en que será reparada y adecentada en breve, pues existe una asociación
francesa, al menos en Colliure, de amigos de Antonio Machado y en España
supongo que también habrá personas interesadas. Si yo supiera como, también
contribuiría colectivamente.
Aunque breve, hubo tiempo para la
emoción. Pensar que allí yace uno de los insignes poetas de la lengua española.
Un hombre en el “buen sentido de la palabra bueno”. Que llegó el 28 de enero de
1939 con 63 años, convertido en un anciano por el sufrimiento. Un terrible
exilio desde Barcelona, con frío, lluvia, mal abrigados, escasa comida y
elementales medios de transporte. No sobrevivió ni siquiera un mes. En
principio fue enterrado en un nicho prestado.
En la comitiva del exilio lo acompañaba su madre, su hermano José con su mujer, Matea y Corpus Vargas, escritor y periodista. Su madre… que falleció tres días después. Enterrada entonces en lugar reservado por el municipio para quienes no disponían de sepultura. Su madre… que lo atendió desde su temprana viudedad de Leonor y cuidó su “torpe aliño indumentario”. Su madre… a quien al final tuvo que coger Corpus Vargas antes del llegar al hospedaje, ya anciana y casi ciega, ni podía caminar. Preguntaba a veces: ¿Cuándo llegamos a Sevilla, Antonio?
Busqué un buzón del que me habían
hablado. Lo encontré en el frontal de la tumba, casi oculto entre algunos ramos
marchitos y unas macetas (foto superior). Deposité un sobre que portaba desde
Sevilla con una postal de la Giralda, algunas fotos escritas y dirigidas a Antonio
y a su madre, como si estuvieran en vida, entre ellas una del patio del Palacio
de las Dueñas, “donde madura el limonero”. Ignoro que destino darán a esas
misivas, quizás terminen en una papelera. En cualquier caso, la meta había
sido coronada.
Nos hubiera gustado llegarnos
hasta el hotel Bougnol Quintana, donde fueron alojados y existe una placa que
lo conmemora. Nos hubiera gustado caminar hasta la cercana playa, último y
único paseo de Antonio en vida cogido de su hermano José. Quizás allí, imaginando
su niñez en Sevilla, se inspiró Antonio para escribir su ultimo verso: “Estos
días azules y este sol de la infancia”, que tras su muerte encontró su hermano
en un bolsillo de su gabán.
Nos hubieran gustado muchas
cosas, pero como ya dije antes, pronto hubimos de subir al coche, estacionado
en precario. Mi sobrino y mi mujer solo pudieron ver la tumba de paso y porque
está a la entrada. Así que, nos conformarnos con recorrer los contornos de un
pueblo costero con unos paisajes de gran belleza, como muestra la foto de
arriba, aunque de escasa nitidez y enfoque, porque hubo de ser tomada desde el
interior del vehículo en circulación.
Continuamos rumbo a las tierras
aragonesas de la comarca del Somontano del Moncayo, para ver el monasterio de
Veruela y su entorno, parte importante de la ruta becqueriana, pero eso queda
para la siguiente entrada.
Divertidas anécdotas para un viaje marcado por la emoción de visitar la sepultura del hermano de Manuel Machado, como hubiera dicho Borges. En todo caso, el de Antonio Machado es otro ejemplo de poeta cuya obra —lo más importante de un autor es su obra— es escasamente conocida, pues quedó oculta bajo la capa de la popularidad serratiana. Muy bien, sr. Carrasco.
ResponderEliminarPues es cierto, el admirado Serrat popularizó algunos poemas con sus canciones, que ya en sí es muy positivo, pero gran parte de su vida y obra es desconocida para el gran público.
EliminarLa capacidad que tienes de hacer reír y llorar con diferencia de segundos.
ResponderEliminarRealmente anecdótico vuestro periplo por esas tierras, pondremos de atenuante ..la nocturnidad.😉
Y
Y por otro lado
...se escapó el texto.
EliminarComo decía, por otro lado, qué tristeza que los últimos días de Antonio Machado junto con su madre terminasen de esa manera...una pena. Y esperemos que se ocupen ( a quien corresponda) de adecentar por lo menos la sepultura donde yacen sus restos.
Me alegro mucho de que hayas cumplido el deseo de visitar su tumba.
Besos.
Desde luego, sobrina, el haber atravesado de una calle a otra por una galería comercial, hubiera supuesto una noticia de telediario. Bueno, y menos mal que el golpe quedó en un coscorrón doloroso, pero sin bulto craneal.
EliminarLa meta está alcanzada, aunque falta la ruta becqueriana. Los días pasados inolvidables. Besos.
Pues como sujeto del acto viajero, puedo aportar - a parte del chichón-, mi grato recuerdo del periplo y de las vivencias. Por cierto, ya que era un viaje tanato-turistico, tuvimos a Dalí a pocos pasos de nuestro alojamiento en Figueras.
ResponderEliminarLo apunto para la próxima tournée.
Salud.
Aparte del Museo-Teatro Dalí que lo tuvimos tan a mano, pero no visitado por falta de tiempo, por olvido mío quedó visitar el pueblecito de Añón que tanto mencionó Bécquer y que por lo visto tiene parador hasta en el castillo. Lo que no se yo es si estaremos ya para otro segundo trote, aunque es esa ocasión, ya estoy seguro que los trámites en Figueras sería "pan comido". Salud
EliminarMuy bien tío, lo has conseguido! Un viaje muy interesante. Los vivos con los vivos y los muertos poco pueden contar ya. No les importa su tumba. Igual si está cerca o lejos.
ResponderEliminarMe alegro mucho que este viaje haya resultado tan placentero y familiar 😀
Pues así sobrina, pero ya que lo mantienen como un símbolo, al menos que esté adecentado, aunque, a quienes estén dentro nada les importe ya. Me queda una segunda parte.
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