domingo, 20 de octubre de 2013

Punto y seguido.


Mi sobrino Manolo, además de darme las clases necesarias para introducirme en este mundo "mágico" de la cibernética, al que previamente me oponía, como comenté en la entrada del pasado tres de abril, fue quien además, me animó para que proyectara mi propio blog.

Me pareció una idea acertada, pues pensé que me serviría de entretenimiento y diversión escribir sobre algunas etapas de mi variada vida.

He escuchado en alguna ocasión el calificativo de memorias -género tan de moda en estos tiempos- para mis relatos, pero nada más lejos de la realidad ni de mis pretensiones. Primero: porque soy consciente de que mi existencia no tiene el menor interés público y segundo: porque menos interés tengo yo en publicarla.

Se trata solo de una simple semblanza, de determinadas vivencias desde mi infancia hasta nuestros días, con una narrativa amena en lo posible y con el punto de humor que permite mi corto ingenio, pero sin rebasar los límites de mi privacidad, salvo algún caso inevitable, pero siempre sin acritud y, al mismo tiempo, evitando los temas políticos o religiosos.

El estilo de narración, el que para mi resulta más sencillo, es el de primera persona, el empleado en general en la Novela Picaresca, a cuyo género sigo siendo muy aficionado. No podría hacerlo de otra forma. Me defino como lector desde mi lejana niñez extremeña, cuando mi Lelo me enseñaba las primeras letras con apenas cinco años de edad, como comentaba en un capítulo dedicado a la infancia; pero nunca como escritor. Es más, he de confesar que me cuesta horrores componer la trama de cada relato. Admiro a quienes manejan la "pluma" con desenvoltura y fluidez.

En realidad, la meta que me propuse en principio fue alcanzada con la publicación el pasado día 2 de octubre dedicada a mi constante lucha con el estudio del idioma inglés. Pero como la experiencia me ha resultado tan gratificante y divertida, he decidido continuar escribiendo mientras lo permitan mis facultades. En consecuencia, es esta una entrada a modo de "bisagra" entre un ciclo y el siguiente.

Como otra de mis aficiones destacadas son los viajes, he pensado en principio iniciar la siguiente etapa contando algunos de ellos, de forma preferente y siguiendo mi pauta cronológica, los que en conjunto venimos realizando los veranos desde el año 2006 mis cuñados (Gloria y Eduardo) y mi mujer (Asun) y yo. A este colectivo llamaré en adelante El Grupo, para mayor facilidad narrativa.

Se trata de largos recorridos generalmente por la España interior, para ir conociendo diversas zonas con un interés paisajístico, popular o histórico y en lo posible alejados del bullicio de las zonas turísticas tradicionales.

Procuramos instalar nuestro "campamento base" en poblaciones con un ambiente nocturno activo pero apacible, con terrazas al aire libre donde cenar, gozar de nuestra tertulia y llegado el caso poder comunicarnos con los nativos u otros viajeros y así conocer nuevas costumbres en lo que cabe.

Después, nuestro método de desplazamientos consistía en recorrer a diario todo el contorno, comprobando que ya los tentáculos de los modernos medios de comunicación han alcanzado hasta los lugares más recónditos y las  diferencias de comportamiento son cada día menos acusadas, todo está casi uniformizado.

Sin embargo, para no entrar en detalles tediosos e innecesarios, pues como ya el "oráculo" de Internet está al alcance popular y por otra parte las Oficinas de Turismo facilitan de forma gratuita todo tipo de folletos informativos, me limitaré a una explicación resumida sobre los lugares visitados y a contar algunas de nuestras propias experiencias, anécdotas y desplazamientos.


Si hay ocasión posterior, publicaré lo que se me vaya ocurriendo, incluso volver a periodos de la infancia, adolescencia o juventud, en caso de que mi memoria evoque algunos momentos que considere interesantes para ejercitarla y entretenerla. La puerta queda abierta.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Aprendiendo inglés.


Mi primer contacto con la lengua inglesa se remonta a la ya lejana época en que yo era un niño de unos 6 años y vivía en mi Extremadura natal. Tenía un tío en América, no en el sentido figurado y banal que tanto se empleaba. En mi caso era una realidad. Un hermano de mi madre (Enrique), vivía con su familia en el Estado de Nueva York.

Esa familia, en algunas ocasiones, nos enviaba paquetes con diferentes obsequios, y en ellos incluían algún almanaque con bellas ilustraciones que llamaba mi atención. Claro está, los días de la semana y de los meses figuraban escritos en inglés, incluso los primeros en abreviatura. Yo los memorizaba y los recitaba de carrerilla a mis amiguitos, presumiendo de saberlos en ese idioma, al que yo seguramente llamaría "americano", porque escuchaba que venían de América. Los pronunciaba tal como suenan en español. Además creía que el SUN. correspondía al lunes y no el domingo como es en realidad, pues para mí lo lógico es que siguieran el mismo ritmo de recuento semanal que en español. Bendita inocencia aquella, cuando descubrí que en el mundo, no todas las personas hablaban como yo.

Pero esa simpleza permitió que me interesara por aprender precisamente ese idioma, aunque eso no era posible entonces en mi pueblo, pues a pesar de que no se trataba de una aldea (lo habitaban unas 5.000 personas), contaba solo con escuelas públicas para párvulos y enseñanza primaria, pero entonces España arrastraba todavía las secuelas de la Guerra Civil y no se podía permitir pagar profesores de idiomas en ese tipo de instituciones. Por eso, aquel interés solo quedó en uno más de mis sueños infantiles.

Tenía ya 19 años y estaba como alumno en una escuela de especialistas de la Armada, cuando intenté en serio y por primera vez aprenderlo. Me apunté a un curso por correspondencia en el Instituto Americano, desde donde me enviaban las lecciones escritas y unos discos blancos de ¡plástico flexible! para las sonoras. Discos que conservo y que ¡aún funcionan! después de 50 años. Pero a los pocos meses hube de abandonar el aprendizaje, porque los estudios profesionales no me dejaban el tiempo libre suficiente y más, teniendo en cuenta, que a corto plazo me destinarían a un buque de guerra y por lo tanto, la dificultad para continuar sería aún mayor.

La segunda tentativa tuvo lugar, cuando yo pasaba de los treinta años y vivía en Bilbao. Mi empresa, productora de aceros especiales, me subvencionaba unos cursos de inglés en la Academia Assimil, para hacerme cargo de la adquisición en Holanda de un producto complementario a los nuestros y que veníamos comercializando en España, pero al final no resultó rentable, por lo que se abandonó su venta y finalizaron mis clases. Fue una pena, pues mi compañero responsable de la venta lo hablaba con fluidez. También lo hablaban en el Departamento de Exportación de nuestra empresa matriz, además de otras lenguas, o sea que, hubiera tenido la oportunidad de practicarlo de forma asidua y llegar a dominarlo. En cambio, con el tiempo fui olvidando prácticamente todo lo aprendido.

Como último intento de recordar y avanzar en su conocimiento, llevo asistiendo a los cinco últimos Talleres del programa del Aula de Experiencia, de la Universidad de Sevilla según comentaba en una entrada anterior; los dos primeros impartidos por Felicia Coffey, excelente y simpática profesora natural de Boston y los tres últimos por Chris Gesthuysen, londinense y residente en Sevilla desde hace 17 años, por lo que posee un perfecto dominio del español, hasta en su variante andaluza.


Chris es una mujer encantadora, cariñosa y una extraordinaria profesora (Teacher) que ha conseguido formar un grupo bien avenido y un ambiente muy agradable en la clase. Como la mayoría de los alumnos de esta zona de España no pronunciamos las eses del final de las palabras y en inglés es imprescindible, nos tiene una "guerra" declarada que yo creo de antemano que la tiene perdida, por más que utilice como recordatorio unas serpientes de plástico de colores, que cuando las manipula se ondulan amenazantes y nos repite una y otra vez Sssss… Sssss... Yo lo consigo en parte, porque por los años que viví por la provincia de Madrid y en Bilbao, cuando me mentalizo me fluyen sin mayor esfuerzo, pero por ejemplo, como dice una querida compañera: ¡Ojú!, a mis años y viviendo en Triana desde que nací yo, por más que lo intente, nunca lograré pronunciar las esesss  finalesss. Sí, creo que ni amenazándola con serpientes vivas. 

Por otra parte, los mayores somos a veces tan alborotadores y charlatanes como los niños, por lo que a la pobre Chris la hacemos ponerse en jarras y desgañitarse repitiendo una y otra vez: Remember me! (¡Echadme cuenta!) Listen to me! (¡Escuchadme!) Be quiet (¡Callaos!). Lo consigue, pero cuando estamos a punto de agotar su admirable paciencia o provocar su afonía.


Tengo claro que a estas alturas de mi vida, con unos cursos de horas limitadas, sin la práctica constante y con la capacidad de compresión mermada a consecuencia de la mente algo "oxidada" por el paso de los años, esa será siempre mi asignatura pendiente, aún así, mientras lo permitan mis facultades, no pienso abandonar los estudios, aunque sea por seguir gozando de nuestras divertidas clases, porque siempre se aprende, aunque sea a leerlo con cierta dificultad, por la reunión y por las gratas comidas de hermandad que ocasionalmente celebramos.

Pues nada, a continuar. El próximo día 8 pienso asistir al nuevo Taller

¡Gracias a Chris y a mis compañeros!


P.D. Una mención para John, hombre simpático y pareja de Chris, a quien sustituye en alguna ocasión.