sábado, 24 de septiembre de 2022

 

CRUCERO POR EL MEDITERRÁNEO.

      Excepto las dos últimas entradas dedicadas a temas dispares, últimamente centraba mis publicaciones en viajes juntos a mi mujer. Solo pretendo con ello que aquí queden recogidos. Al menos los destacados, siquiera para nuestro recuerdo.

El último de ellos tuvo lugar por las Ciudades Imperiales en el 2018. El año siguiente, un problema de salud familiar imposibilitó los desplazamientos.

En el 2020, fueron los imperativos de las medidas sanitarias impuestas por la pandemia del covid-19, de la que aún sufrimos los coletazos, los que impidieron los viajes.

Como ya avanzado 2021 era posible viajar cumpliendo determinadas medidas satinarías preventivas y a determinadas zonas geográficas, aprovechamos ya en septiembre para pasar unos días en Punta Umbría, Huelva.

      Pues bien, de nuevo este año de 2022, entre el 10 y el 17 de septiembre, hemos optado por repetir un crucero, aunque, en esta ocasión, con singladuras más próximas a España que en los dos precedentes. Partida en el Costa Firenze, desde Barcelona. Además, esta vez, nos ha acompañado un matrimonio amigo.

Camarote con balcón para el disfrute más particular de mi mujer, no dispuesta ahora para las caminatas de las excursiones, mientras yo con los amigos recorríamos las ciudades cercanas a los puertos de atraque.

      No he tomado los apuntes oportunos y precisos de otras veces para la narrativa, así que he de fiar de memoria de lo visto o recuerdo de lo explicado por las guías, para componer esta única entrada extractada.

CAGLIARI, CERDEÑA.

      Zarpamos de Barcelona el sábado día 10 a las 19 horas y no arribamos a puerto hasta el lunes día 12 a las 07,00. 36 horas de navegación para tan escasas millas de distancia entre ambas ciudades, apunta a que, en ese trayecto, el barco navegase lento para ajustar los horarios de la singladura.

Claro que, ese largo tiempo al principio, resulta muy conveniente para conocer los lugares de atención, comedores y centros de actividades y entretenimiento, que ofrece una ciudad flotante de hasta 15 cubiertas en proa, con una eslora de 329 metros y unos miles de personas a bordo. Solo la tripulación alcanza las 1.200.

      La excursión en autobús a que nos apuntamos resultó sencilla y de corta duración. Parada, leve recorrido y explicaciones de la guía por la parte alta de la ciudad, donde se conservan edificios o fortines de cuando la isla perteneció a la Corona de Aragón y luego a España. Bellas vistas de la misma.

Desde el autobús hube de tomar la foto que precede del monasterio mercedario de Nuestra Señora de la Bonaira, de ahí su escasa calidad. La guía nos explicó que data del siglo XIV, de tiempos del reino de Aragón, pero luego ampliado en el siglo XVIII.

      Esa advocación genera una curiosa historia: asentada en Sevilla la Universidad de Mareantes para la formación náutica con vistas a las navegaciones con las entonces conocidas como las Indias (América), se veneró y se continúa venerando, una imagen de la virgen basada en la de Cagliari, conocida como del Buen Aire.

En 1536, fundándose en ese fervor, Pedro de Mendoza, en la primera fundación de la ciudad hoy conocida como Buenos Aires, le dio el nombre de Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre.

PALERMO, SICILIA.

      A primera hora de la mañana del martes día 13 ya estábamos en el puerto de Palermo. Poco después del desayuno, ya dentro de un autobús, dispuestos para una excursión de dificultad media por alguna caminata.

Primero, subida por carretera tortuosa y estrecha hasta arriba del Monte Pelegrino, con parada cercana a la cueva donde vivió y se venera a Santa Rosalía, patrona de la ciudad.  Allí se encontraron sus restos, presentes como reliquia en la catedral. Las vistas desde allí de la ciudad y marinas son espectaculares.

Después recorridos por los alrededores marinos y lacustres, famosa playa de Mondello, que resulta que es de propiedad particular, luego por el centro histórico, donde se conservan puertas de origen del Reino de Aragón. Parada y caminata hasta la catedral, templo considerado Patrimonio de la Humanidad.

Coincidió que no nos fue posible la visita por el interior por celebrarse una boda en aquellos momentos.

CIVITAVECCHIA (ROMA)

      Miércoles día 14. Llegada al puerto de conexión con Roma. Como las excursiones se prolongaban unas 10 horas y yo conocía la ciudad, decidí no acompañar a nuestros amigos, permanecer a bordo y no dejar sola a mi mujer tanto tiempo. Ni siquiera bajé a tierra, toda vez que la zona urbana estaba muy alejada y no me ofrecía atractivos relevantes. En cambio, en el barco puedes disfrutar de distracciones suficientes. Incluso por la mañana.

GÉNOVA, ITALIA.

      Jueves día 15. En esa ocasión no conseguimos apuntarnos a excursión alguna, pero, como excepción, el puerto está muy próximo a la ciudad, tras el desayuno, me uní a los amigos, tomamos el metro, que, curiosamente, es gratuito desde las 10 hasta las 16 horas y solo a la segunda parada ya pisábamos el casco histórico.

      Recorrido a pie rebasadas las dos horas y media, pero resultó maravilloso y ajustado a nuestro capricho. Visitamos por dentro y por fuera la basílica de San Siro, la catedral de San Lorenzo, pateamos las calles más típicas, llegamos hasta la amplia plaza Ferrari adornada con la belleza de sus fuentes.

Antes de iniciar el retorno visitando lugares nuevos, paramos en la casa natal de Cristóbal Colón. Aunque últimamente las investigaciones se inclinan por esa veracidad de nacimiento, en realidad no está científicamente probado. Pero bueno, allí si lo consideran cierto y es muy posible que así sea.

MARSELLA, FRANCIA.

      Viernes 16 de octubre, víspera del final de singladura. En esa mañana, previamente apuntados, iniciamos una excursión de dificultad media, por los recorridos a pie, a aparte de tramos en autobús.

Nos dirigía una guía menudita, ágil y de rápido caminar. Unas señoras quedaron rezagadas desde el principio y tuvo que tomar medidas de retorno al barco. Medida correcta. Si no se está en condiciones de adaptarse al ritmo del grupo, exigido por imperativo de tiempo, mejor no sumarse. Como ya dije, por tal motivo, mi mujer permanecía a bordo.

      Aunque, como es conocido, Marsella fue un enclave de vital importancia para griegos y romanos, las murallas del puerto ya están reconstruidas en el siglo XVI. El largo recorrido de la marcha en su inicio por la zona portuaria resultó sumamente aburrido.

Ya cerca de autobús, la guía nos señaló un monte a lo lejos donde se levanta la basílica de Notre-Dame de la Garde. En su torre se erige la imagen de la virgen. En la ciudad siguen la tradición de no levantar edificio alguno que supere esa altura.

También, no muy lejano en el mar, nos señaló un pequeño archipiélago, al que pertenece el islote y castillo de IF, donde permaneció prisionero Edmundo Dantés, el conde de Montecristo, según la novela de Alejandro Dumas. Luego lo pude divisar y fotografiar desde la cubierta superior al aire libre del barco.

Seguimos por una zona de edificios reconstruidos tras los bombardeos de la II Guerra Mundial, menos el del ayuntamiento, que permaneció en pie.

Luego cuestas y más cuestas empinadas, para adentrarnos en el barrio típico y de los artistas conocido por Le Panier. Parada y tiempo libre en una de sus plazas, junto al Hospicio de la Caridad, que sirvió en su día de acogida a los afectados por la lepra o el cólera. Actualmente museos y exposiciones. Allí se disponía de servicios gratuitos, algo extraño en tales ocasiones.

Autobús y parada final poco antes del embarque para visitar por dentro y fuera la catedral Notre-Dame de la Major. Un bello templo, pero en realidad moderno, pues data de finales del siglo XIX.

BARCELONA, ESPAÑA.

      Y llegó el sábado 17 de octubre. Se acabaron las navegaciones, se acabaron las actividades internas y se acabaron las excursiones. Se acabó lo que se daba.

      Siempre termina de una forma triste, pues, aunque la noche anterior continúan algunas diversiones internas, el equipaje a facturar identificado por colores y destinos debe quedar fuera del camarote antes de la 01,00 horas; camarotes que han de quedar libres a las 9.30 de la mañana.

      Eso sí, el desayuno está incluido y eres atendido en cualquier otro servicio hasta que pasan a recogerte para la estación o aeropuerto.

En nuestro caso nos correspondía permanecer en el barco hasta las 13 horas. Así que, lo más cómodo era dormitar a ratos al aire libre en las hamacas de proa en el puente 15.

      Luego prolongada espera en la estación de Sants, para partir en el AVE de la 16,45 a Sevilla. Retraso, llegada media hora tarde, sobre las 22, pero bien.

VALE.


sábado, 14 de noviembre de 2020

Bombardeo del vapor noruego "Gulnes". Complementos.

 

La reciente búsqueda y afortunados hallazgos de páginas que refieren aquel fortuito y trágico bombardeo republicano en la hemeroteca del diario ABC de Google, los datos que me fueron amablemente aportados en diciembre de 2017 por los periodistas Diego M. Díaz y Txetxu Rubio y su magnífico reportaje en El Correo de Andalucía, editado el día 6 de aquel mes y año, incluso ilustrado con un vídeo que recrea un ataque aéreo y alguna información posterior, me han motivado para componer este relato.

Complemento con ello  las entradas que preceden en este blog sobre el insólito y poco conocido caso bélico de nuestra Guerra Civil, publicadas: cuatro entre el 18-11-2014 y 10-3-2015 y una el 14-12-2017, precisamente la que recoge el citado reportaje y su enlace, que arriba repito.

Como nota contradictoria, destaco la noticia recogida en el artículo citado del Correo de Andalucía: “…no generó controversias entre gobiernos, los nórdicos siquiera efectuaron reclamación diplomática”. Luego veremos, según una de las charlas de Queipo de Llano, que al menos sí hubo reclamación del Ministro de Estado de Noruega, ante el gobierno de Largo Caballero en Valencia.

Es más, a continuación expongo la respuesta en inglés el 6-1-2016 del noruego Aasheim (apellido que coincide con una de las víctimas. Quizás algún descendiente) a mi entrada de 16-12-2016, quien afirma que, además de ser noticia destacada en periódicos del país, la reclamación se llevó a efectos y que el gobierno republicano indemnizó al de Noruega en febrero de 1937.

 

Difícil, sino imposible, sería descubrir ahora lo que ocurriera con el tema de la compensación. Desde luego, yo no me voy a meter en más averiguaciones. Me inclino a creer la versión del periódico citado. Resulta extraño el pago de daños colaterales desde un país en guerra.

Bien, pues continúo con la exposición comentada de las páginas del ABC de Sevilla, con la obvia excepción de la única y escueta encontrada en el de Madrid. Entiendo que es un detalle extenso, pero quizás tenga interés para alguien y la opción de capturar cualquiera de los documentos. Por mi parte, pretendo cerrar este tema con lo escrito entonces sobre el hecho o, al menos, lo encontrado y recordar a aquellos cuatro hombres jóvenes que acababan de arribar a Sevilla, con tal infortunio, que una bomba perdida tras un ataque aéreo, de una contienda que les era tan lejana y ajena, acabó con sus vidas.

*Página 10. Martes 8 de diciembre de 1936. Sevilla

                                        

 = La noche anterior, el mismo día del suceso, ya se encargó Queipo de Llano de publicar la noticia en su clásica y acostumbrada charla radiofónica nocturna.

*Página 3. Miércoles 9 de diciembre de 1936. Madrid. 

=Escueta información de exitosa acción de guerra sobre Tablada, aunque reconocen la pérdida de un bimotor. Obviamente, silencian el caso del buque noruego.

*Página 5. Jueves 10 de diciembre de 1936. Sevilla.

=Por segunda vez, Queipo de Llano propaga la noticia en su acostumbrada charla nocturna.

 *Página 8.  Jueves 10 de diciembre de 1936. Sevilla.

Por primera y única vez, el diario se hace eco de la trágica noticia, en la que el cónsul de Noruega, Mr. Bjorn R Bjorge, muestra una postura conciliadora, hasta tal punto que dicen que dijo, que el Gobierno de Noruega se encontraba en las mejores disposiciones para reconocer al Gobierno de Burgos. Más adelante veremos que matizadas esas declaraciones.

*Portada. Martes 15 de diciembre de 1936. Sevilla.

 

Fotografía de la comitiva asistente a uno de  los enterramientos efectuados el domingo 13. Posiblemente en el de la mañana.

A la izquierda se puede observar a un hombre con abrigo y la cabeza vendada, seguro que uno de quienes resultaron heridos. (4 víctimas mortales y 3 heridos).

*Versión de la foto anterior con mayor detalle y nitidez, capturada del artículo del Correo de Andalucía de 7-12-2017.

 


*Página 15. Martes 15 de diciembre de 1936. Sevilla.

 

Noticia de dos entierros el domingo 13 por la mañana y uno por la tarde. También que el día anterior falleció el cuarto de los heridos.

*Página 9. Jueves 17 de diciembre de 1936.Sevilla.

 

=Carta del cónsul (en esta ocasión indican vicecónsul) de Noruega, Mr Jorn R Bjorge al director de ABC, matizando sus palabras publicadas el pasado día 10: su gobierno estaba dispuesto a mantener acuerdos comerciales con el de Burgos, no hablaba de relaciones diplomáticas.

*Páginas 7 y 8. Sábado 9 de enero de 1937. Sevilla.

 


=Queipo de Llano arremete contra Largo Caballero, a quien siempre llama Sr. Canallero, acusándolo de negar ante el ministro de estado noruego que fueran aviones republicanos los causantes del bombardeo.

P.D. La foto de cabecera fue capturada del artículo del Correo de Andalucía de fecha 7 de diciembre de 2017.


miércoles, 17 de abril de 2019

Las cosas del Coy, 2.



      El pasado día 14 de febrero del año 2013 dediqué una entrada a mi amigo Juan Coy Sánchez, donde describía una serie de la retahíla de sus ocurrentes dichos, que emplea con frecuencia cuando es menester.

      Dejaba entonces la puerta abierta para ampliar la lista con los que quedaran en el olvido.

      Precisamente, en un rato ayer de amena tertulia con él y otros amigos, le escuché dos casos que, aunque ya los conocía de otras veces, no fueron recogidos en la primera publicación y considero que, de por sí,  merecen este breve añadido:

“Agradaó” de señoritos y “probaó” de zapatos.

      Aplica esas que llama profesiones antiguas a aquellas personas en extremo serviles, que ríen las aparentes gracias  de quienes se sienten sumisas, o procuran siempre su lisonja. Incluso, llegado el caso, si fuera preciso, dispuestas a soportar el suplicio del estreno de unos ajustados zapatos nuevos, hasta entregarlos perfectamente amoldados para un cómodo caminar.

viernes, 8 de febrero de 2019

Bilbao, 2.



      En noviembre del pasado año viajé a Bilbao desde Sevilla junto a mi mujer, para pasar unos días y así retornar después de 23 años,  a la ciudad donde residí durante una larga etapa de mi vida.

    Previo acuerdo, también viajaron nuestros amigos Pepe López y su esposa, María Jesús, quienes a su vez, allí vivieron largos años atrás. Fue un grato encuentro y recorrido, aunque de solo una jornada, pues ellos al día siguiente, tras la visita a un familiar, retornaron a su Galicia natal.

      Como en la entrada publicada el día 4 de febrero del año 2013, ya expuse las razones por las que me siento identificado con la tierra vasca en general y vinculado a Bilbao de forma particular, en esta ocasión me limitaré a contar la sorprendente evolución que he tenido la oportunidad de observar y disfrutar.

METRO.

     Sus tres líneas, en forma de copa alargada, con núcleo principal de transbordo en la estación del barrio de San Ignacio, llegan: por la margen derecha de la ría del Nervión hasta la costa, a Plencia. Por la izquierda, también alcanza la costa hasta Santurce, incluso rebasa la población para llegar a Kabieces.  Por la base se puede llegar a Basauri. Fuera de Bilbao suele circular por el exterior.

Todo ese moderno entramado de  medio urbano de transporte, da rápido y masivo servicio de comunicación en toda el área metropolitana llamada el Gran Bilbao, siendo la tercera ciudad española por el número de pasajeros transportados al año, solo superada por Madrid y Barcelona.

Por la orografía montuosa de la ciudad, hay estaciones, como la de Santuchu, barrio en el que residí más tiempo, en las que es preciso bajar a considerable profundidad para alcanzar las líneas férreas.

RÍO NERVIÓN.


 En otro tiempo,  y a considerable distancia antes de atravesar Bilbao, sus aguas corrían turbias, achocolatadas, consecuencia de los vertidos contaminantes de las industrias. Ahora fluyen claras, hasta el punto de que nos dijeron que se podía practicar la pesca en el centro de la ciudad.

Además, han urbanizado los márgenes con largos y cómodos paseos, que permiten una placentera vista del entorno.

GRAN VÍA.

      Excepto en la zona central, la amplia Gran Vía Don Diego López de Haro,  arteria principal de la ciudad, ha sido peatonalizada con aceras muy anchas.
Además, han limpiado sus magníficos edificios de la polución acumulada de muchos años (en realidad, así se ha hecho con casi todos los del centro de la ciudad). Todo ello permite un cómodo y atractivo paseo por el entorno.

LAS “SIETE CALLES”.

      Se trata del centro histórico, nombre popular que se le da al casco viejo, donde se encuentra la catedral de Bilbao, llamada de Santiago.
Merece la pena perderse por su laberinto de calles, disfrutar de su ambiente y de los numerosos bares y restaurantes.

MUSEO GUGGENHEIM.


      Como nuestro objetivo prioritario era “patear” y recorrer la ciudad, solo nos detuvimos para ver por fuera el importante edificio y sus aledaños.

Este reconocido museo a nivel mundial, ha supuesto el reclamo para la ciudad de un número de visitantes que supera el millón cada año.

En sus cercanías se levantó la construcción de un nuevo puente sobre el Nervión, que une la margen izquierda con el barrio de Deusto.

ESTADIO DE SAN MAMÉS.


      De bella arquitectura externa, aunque, por las razones apuntadas en el apartado anterior,  tampoco nos detuvimos para visitar el campo y sus instalaciones, ni tuvimos ocasión de verlo iluminado con juego de luces por el exterior.

Eso sí, eché en falta el característico y enorme arco de acero que enlazaba ambas bandas del anterior estadio. Me informaron que, como símbolo de la  historia con solera del Athletic Club, lo han reubicado en sus Instalaciones Deportivas de Lezama.

PARQUE DE ECHEVARRÍA.

      Extenso parque, en alto, con vistas a la parte más céntrica de la ciudad, arbolado y de verdes praderas, que allí llaman campas, cercano a la basílica de Begoña. Resulta muy apacible y placentero su recorrido.


Ocupa los terrenos donde, años atrás, se levantaba una de las fábricas, la llamada de Recalde, de la tradicional y emblemática empresa bilbaína en que trabajé: S.A. Echevarría, productora de aceros especiales. En su recuerdo, mantienen el nombre del parque y erguida la más alta de sus chimeneas.

En su día, considerando la privilegiada situación del lugar, la empresa, en momentos de declive, ideó la construcción de viviendas de alta calificación, combinada con amplias zonas verdes. Opción no aceptada por la municipalidad. Sus razones opuestas tendrían las autoridades municipales, no es mi cometido entrar aquí en valoraciones, solo me limito a exponer la existencia de tal proyecto.

ANTIGUA OFICINA CENTRAL.


S.A. Echevarría tuvo de antiguo su sede en un edificio de siete plantas, en lugar tan céntrico como es el número 4 de Alameda de Urquijo. Allí permanecí varios años, pero en los años setenta, tras la crisis económica, conocida como la “crisis del petróleo”, se vio obligada a venderlo a la empresa eléctrica Iberduero.

Como no, para recordar gratos tiempos pasados, visité y fotografié el edificio, que ahora parece de propiedad particular.

GASTRONOMÍA.


      Es de sobra conocida la amplia oferta y calidad de la restauración bilbaína, pero en nuestro caso, para disponer del mayor tiempo libre posible para movernos por la ciudad y su entorno, bien nos nutrimos con sus afamados pintxos.

Entre la numerosa y variada exposición, no faltan los de jamón ibérico de alta calidad. Siempre dije que Bilbao es ciudad destacada en la oferta y consumo de ese producto.

      Era muy tradicional el alterne por rutas de bares con los chiquitos de vino tinto, a veces acompañados con el consumo de algún que otro pintxo. Para mi sorpresa, comprobé, y así me lo confirmaron en algún establecimiento, que ahora ha aumentado de forma notable el consumo de cerveza (a precios muy populares, por cierto).

***
      En resumen, mucho gustó a mi mujer la ciudad y alrededores y el amable trato con las personas que contactamos.

      Constaté que la gente, en general, sigue siendo muy amable y cortés, en especial con los visitantes. En este caso no ha habido cambio. Ni falta que hace.

      También continúa vigente la chispa bilbaína de noble fanfarronería, pero esa característica solo es aplicada en chistes o ambientes amistosos.

      Podría extenderme contando más ocurrencias y observaciones de aquel viaje, pero, por no hacer tedioso el relato, aquí le doy término.
     


    
     

martes, 8 de enero de 2019

Ciudades Imperiales, 4.



Sábado, 28 de julio de 2018.-


      Esa mañana viajamos a Karlovy Vary, bella ciudad de balnearios enclavada en un valle en la región de verdes montes llamada Los Sudetes, que también pertenece a Bohemia. Dista 127 km desde Praga y el recorrido se hace por una carretera de solo un carril en cada sentido.  


 Durante   el trayecto, con parada en el camino, antes de llegar a la zona montuosa, contemplamos extensos campos con cultivos de lúpulo. Nos comentó Elena, que en la República Checa, cada pueblo tiene su propia fábrica de cerveza, además de su iglesia.


      El autobús nos dejó en un extremo de la población y caminamos hasta el otro por las proximidades del río Teplá, que fluye a lo largo de la misma, de aguas cristalinas y templadas, y donde a pesar de la temperatura, viven abundantes truchas,

 Nos  detuvimos en el lateral techado sobre columnas de un importante edificio, donde se encuentran las trece principales fuentes de aguas de diferentes sabores y temperaturas.


      Era frecuente ver personas bebiendo en unas típicas jarras aplanadas con un pitorro curvado para que el agua se enfriara antes de llegar a la boca. Nosotros no bebimos, pues son aguas indicadas para afecciones del aparato digestivo, en prevención de que nos hicieran un efecto inmediato.

Nos contó Elena, que los nativos dicen con humor, que las fuentes son catorce, pues hay quienes disimulan con la jarra y lo que van bebiendo es Becherovca un licor de hierbas de alta graduación alcohólica, muy típico de Karlovy Vary.

      Más adelante contemplamos un géiser que llega a gran altura y cuya agua alcanza los 72 ºC.

º

      Preciosos edificios por todo el entorno. Numerosas tiendas. También por el suelo vimos placas de latón cuadradas con datos de víctimas del Holocausto, a que me referí en la entrada anterior. Al final, llegamos a un edificio comercial donde terminaba el largo recorrido. Quedamos libres para la vuelta hasta llegar al autobús a la hora convenida.

      Nos dirigimos al restaurante concertado y, después del almuerzo, viajamos de retorno al hotel de Praga, donde esa noche correspondía cena incluida.
Tras la misma, acordamos con el matrimonio vizcaíno mencionado en la entrada anterior, reunirnos en la rotonda próxima al hotel a que me referí en anteriores ocasiones y así invertir en el furgón-bar, las muchas monedas acumuladas en coronas por ambas parejas; monedas de vueltas de los pagos de pasadas consumiciones, aunque éstos los hubiésemos efectuado en euros.

 Nos encontramos muy a gusto y gozando de una temperatura muy agradable, pero no pudimos prolongar el grato encuentro porque a ellos,  que al día siguiente volaban a Bilbao, los recogían en el hotel a las 5:30 horas para el traslado al aeropuerto.

Domingo, 29 de julio.-

      En nuestro caso, la recogida para el vuelo a Madrid estaba fijada para las 17:30 horas, o sea, que disponíamos prácticamente de un día para prolongar la visita a la ciudad.


      Así que, después del desayuno, bajamos a las profundidades del metro y nos dirigimos a la emblemática plaza de San Wenceslao que, como dije con ocasión de la primera visita a la ciudad, la vimos solo de pasada. Es de grandes dimensiones, pero la recorrimos de un extremo a otro, procurando buscar la sombra porque hacía un calor sofocante.


Al final se encontraba una colosal estatua en bronce de San Wenceslao. De fondo, el impresionante edificio del Museo Nacional. Ya nos contó Elena, que ese edificio fue cañoneado por tanques del ejército ruso en los hechos conocidos como La primavera de Praga de 1968. Por lo que nos dijo, se confundieron creyendo que allí se encontraba la emisora de la Radio Nacional, cuando, en realidad, se encontraba en otro situado detrás.

Regresamos al otro extremo de la plaza con idea de refrescarnos tomando una cerveza y ya aprovechar para comer algo. Cuando nos dimos cuenta, en las sombrillas estaba impreso el nombre de una conocida marca de cerveza de EE. UU. Y no solo eso, sino que, para disipar cualquier duda, el nombre también figuraba en las copas.

No dábamos crédito a que en Praga, capital de un país cervecero por excelencia, fuésemos a topar con un bar restaurante donde ofrecían y patrocinaban cerveza norteamericana. Quizás era el único, al menos no vimos ningún otro.

      Terminamos la consumación y nos dirigimos a unos puestos próximos de servicio de restauración al aire libre, pero no admitían tarjeta de crédito y yo no estaba dispuesto a cambiar de nuevo o pagar con euros y que al final nos diesen el cambio en monedas de coronas, luego sin valor alguno en España.


Por fortuna, mi mujer encontró, justo frente a una oportuna estación de metro a la que se accedía desde la fachada de un edificio, un restaurante de esos de mesas corridas en la calle, donde las personas se sientan en cualquier hueco libre. Compartimos el momento con gente diversa, entre ellos con una amable pareja de polacos. No nos entendíamos con los acompañantes, pero comimos y bebimos bien y hasta  nos resultó divertido.

      Retornamos al hotel con suficiente antelación para la hora de recogida y traslado al aeropuerto, dando fin a la visita a la preciosa ciudad de Praga. En este caso, de las tres capitales visitadas, fue donde la estancia fue más prolongada, por lo que tuvimos ocasión de conocerla con mayor detalle. Nos encantó.

Incidencias al retorno.

           Un sobrino mío, que vive en un pueblo cercano a Barajas y que, junto a su mujer, desde años atrás, nos recogen en la estación de Atocha cuando emprendemos nuestros viajes, estamos con ellos en familia y luego nos acercan al aeropuerto o a un hotel cercano como fue el caso en esa última ocasión, aquella mañana nos informó por what´s app que en Madrid se mantenía desde hacía unos días una huelga del servicio de taxis. Se ofreció para desplazarse a recogernos.

Como  un compañero del grupo nos comentó haberse informado de que la huelga terminaba a las 24 horas y nuestro vuelo tenía prevista la llegada a la T1 del aeropuerto de Barajas a las 23.20, desestimamos su ayuda para evitarles un agobiante desplazamiento nocturno.

      En principio todo se desarrollaba bien, nos recogieron a tiempo, incluso nos acompañó la propia Leticia al aeropuerto de Praga (ella misma tomaba otro vuelo a Barajas con una semana de vacaciones) y el nuestro salió a su hora y a su hora aterrizó.

Pero a partir de ese momento comenzaron los problemas. El avión tomó tierra al final de la T4 y no la T1. Tuvimos que esperar dentro del mismo como una media hora hasta la llegada de la escalera y los autobuses para acercarnos a la sala de llegadas.

      Cuando llegamos, las cintas de recogida de equipajes  ya estaban paradas. Aquello era un desorden. Al final, brincando sobre cintas y esquivando maletas, logré recoger las nuestras.

      Para mayor agobio, una vez fuera nos enteramos que la huelga continuaba vigente. Para el desplazamiento a Madrid solo había un servicio de autobuses de emergencia. Las colas eran enormes.  Hubimos de esperar largo tiempo hasta lograr subir a uno. Al menos los empleados eran amables

Uno de ellos, cogió para estibar la maleta que traía rodando mi mujer y le dijo con humor: “¿Señora, que trae aquí, un cadáver?” Nos hizo reír a pesar de la tensión del momento.

      Según comentaban algunas personas, esos autobuses llegaban hasta la estación de ferrocarril de Atocha; destino idóneo para nosotros, pues en su proximidad teníamos reservado hotel para viajar al día siguiente en el AVE hasta Sevilla.

Pero surgió una nueva contrariedad: el destino final del autobús estaba en Cibeles, no en Atocha. Para llegar hasta allí nos fue preciso transbordar a otro.

      Por evitar caminar por calles solitarias a esas horas rodando maletas, nuestra idea era pasar la noche dentro de la estación y procurar plaza para el primer tren a Sevilla a la mañana siguiente.

¡Pero tampoco pudo ser así!, pues según nos informaron, precisamente por la noche, al finalizar el servicio de trenes, la cierran. 

      No nos quedaba otra alternativa que enfrentarnos, no sin cierto temor, a caminar hasta el hotel. Calle en cuesta bastante empinada. Escasa iluminación porque uno de sus laterales forma el muro  tras el que se encuentran las líneas férreas. No teníamos idea exacta de la ubicación del mismo. Solo nos encontramos con dos jóvenes a quienes preguntar, pero con cierto recelo a esas horas. Al final, muy amables, nos orientaron. Incluso se ofrecieron a acompañarnos.

Eran    las 2:45 horas cuando llamamos a recepción, desde donde se aseguraron de quiénes éramos previa apertura de la puerta. ¡Qué sensación de alivio cuando nos vimos sin novedad ante el mostrador de recepción!”

      En principio no pensaba contar esta serie de adversidades finales por no extender en demasía el relato, pero luego he creído oportuno añadirlas a modo de remate de aventura, a un viaje que nos resultó inolvidable, por cuanto vimos y por cuanto vivimos.