sábado, 26 de abril de 2014

Las Hurdes..., 2011


Esa montuosa comarca española enclavada en el noroeste de la provincia de Cáceres, lindante con la provincia de Salamanca y fronteriza con Portugal, aunque sin paso alguno de importancia, dio lugar en un pasado no muy lejano al interés de personas de renombre, como el Dr. Pulido o Miguel de Unamuno, por visitarla y denunciar su atraso y abandono, debido a su aislamiento y falta de recursos económicos. Sus divulgaciones motivaron también el viaje del Dr. Marañón, quién impulsó la visita en comitiva del rey Alfonso XIII en junio de 1922.

Como anécdota, contaré el episodio que se dio en la zona de la acampada de la comitiva real en las proximidades de Nuñomoral, según recoge el folleto de la crónica de aquella expedición real:
-Al tomar el café por la noche, el Ministro de la Gobernación, D. Vicente Piniés dijo preferirlo con unas gotas de leche, de la que no disponían. Pero el camarero salió por los pizarrales regresando con un poco de ella que añadió al café del Ministro. Éste le preguntó cordialmente como la había conseguido mientras saboreaba despacio su taza de café. Respuesta: "Digo señor ministro que lo puede tomar con confianza, que la leche es de mi mujer y por cierto, muy buena." Por lo visto fue jocosa la reacción del rey y demás presentes, pero el señor Piniés estuvo a punto de sufrir un trauma psíquico. Como primera medida de asepsia se afeitó su gran bigote, famoso en aquella época.

Ya en 1932, Luis Buñuel filmó en Las Hurdes el documental Tierra sin Pan, generando una fuerte controversia, por considerar las autoridades del momento que la película exageraba y distorsionaba la realidad.

Con esta breve reseña no pretendo, en absoluto, recrear de nuevo las penurias del pasado, sino, por el contrario, resaltar las positivas condiciones de vida del presente de esa comarca extremeña, al menos según nuestras vivencias veraniegas: ya todos los municipios y alquerías están comunicados por carreteras asfaltadas, aunque la orografía y escasa demografía obliga en grades tramos a un trazado empinado, estrecho y sinuoso. La mayoría de las edificaciones son de nueva planta, los montes antes cubiertos de matorral, son extensos bosques de pinos y abunda el olivar. Ese bello paisaje y las numerosas piscinas naturales acondicionadas en los varios ríos que discurren por el entorno, aunque de escaso caudal en verano, ha supuesto la construcción de hoteles y casas rurales en los principales pueblos, que atraen un significativo número de personas que, como nosotros, buscábamos unos días para disfrutar del apacible turismo de interior.


-PINOFRANQUEADO.- En ese pueblo "jurdano" establecimos nuestro "campamento base", durante cuatro noches, desde la tarde del día 10 de julio hasta la mañana del 14.

Nos alojamos en un hotel confortable y con terrazas rodeadas de zonas ajardinadas, muy próximo a la piscina natural de río de Los Ángeles y del chiringuito situado en su orilla, propiedad también del dueño del hotel. Un lugar apacible, especialmente por las noches para pasar una velada en amena tertulia.
Como de costumbre, durante el día recorríamos la comarca y las zonas limítrofes, aunque solo destacaré lo que nos pareció más atractivo.


-Meandro Melero del río Alagón.- Desde el Mirador de la Antigua, cercano al pueblo de Las Mestas, estuvimos contemplando ese meandro con forma de herradura cerrada, que encierra una pequeña península en su interior. El panorama es de gran belleza.

-Sierra de Gata.- Para no extenderme en demasía, dejo el relato de esta visita para la próxima entrada, ya que al año siguiente volvimos por esas tierras.


-Coria.- Este pueblo cacereño es sede de obispado, cuenta con notables monumentos, entre ellos su iglesia parroquial y el torreón de una fortaleza.


-Portugal.- Al otro lado de la frontera también hicimos un interesante recorrido, visitando algunos de sus pueblos, destacando Penamacor y Monsanto.


-Marvao.- En realidad, ese otro pintoresco pueblo portugués, construido en la cumbre de un monte rocoso y que dispone de una importante fortaleza, lo visitamos de camino a nuestro siguiente destino:

Como nuestros distintos recorridos en ocasiones diferentes, nos permitieron conocer la frontera luso-española; fluvial por el Duero en la parte norte (Zamora y Salamanca), igual en el sur por el Guadiana en la provincia de Huelva y terrestre entre ambos (la llamada Raya), nos sorprendió las muchos castillos y fortalezas o fortines construidos a cada lado, quizás más numerosos en Portugal, consecuencia del secular enfrentamiento entre estas dos naciones vecinas y hermanas. Afortunadamente, todo quedó en el pasado, cuando las disputas por las colonias y las rutas marítimas


-Brozas.- En ese otro municipio cacereño nos alojamos la última noche del viaje, la del 14 de julio. Llegamos a un hotel muy bien acondicionado, construido transformando un antiguo monasterio, que le daba un aire de recogimiento. Su situación está algo distante de la ciudad, por lo que durante las noches, para nuestro reposo nocturno, esperábamos tranquilidad y silencio, en todo caso, solo roto por el canto de los grillos o el croar de las ranas y, mira por donde, coincidimos con la celebración de una boda y nos vimos inmersos en un mundo de bullicio y fanfarria hasta altas horas de la madrugada.


-Alcántara.- Por la tarde nos llegamos a ese pueblo cercano que posee un rico patrimonio arquitectónico, destacando el edificio que fue sede de la antigua Orden Militar de Alcántara. Pero, sin lugar a duda, la joya es el soberbio puente romano construido sobre el río Tajo en tiempos del emperador Trajano, con arco de triunfo en el centro. Sobre su calzada, aún transitan numerosos vehículos regularmente. Un templete próximo sirvió de tumba a su arquitecto, cuya inscripción nomina a Cayo Julio Lacer.


Una vez conocido el pueblo de hospedaje y sus alrededores, el día 15 de julio emprendimos el camino de retorno, siguiendo la ruta por Portugal, pero esta vez solo para llegar a la ciudad fronteriza de Elvas, famosa por su turismo mercantil y gastronómico, mayoritariamente español, ya que dista no más de 4 kilómetros de Badajoz, por donde entramos nuevamente en España. Terminamos de anochecida en Sevilla, dando por finalizado otro más de nuestros viajes, de los que tanto aprendimos y disfrutamos.


viernes, 4 de abril de 2014

De Albarracín a Sierra Nevada, 2 (2010)


Siguiendo el recorrido expuesto en la entrada anterior, partiendo de Albarracín, llegamos a Calpe en la tarde del día ocho de julio. Previamente, nos desviamos del trayecto para pasear en coche por las calles centrales de la siempre bella ciudad de Valencia.

Nuestro propósito en Calpe no pasaba de conocer esa turística y costera población alicantina, contemplar el imponente peñón de Ifach,  pernoctar y continuar hasta Elche a la mañana siguiente.

Como ya comenté en los capítulos dedicados a mi estancia en la Armada, en una navegación costera de ida y vuelta que hicimos desde Cartagena a Vinaroz, tuve ocasión de ver esa enorme roca. La cercana perspectiva desde el nivel del mar de sus más de 300 metros de paredones casi verticales, me resultó entonces aún más impresionante.


-ELCHE.- En esa populosa población establecimos otro "punto de partida". No hospedamos durante tres noches y visitamos sus lugares de mayor interés turístico, como, por ejemplo, el jardín botánico llamado el Huerto del Cura, su palmeral, el mayor de Europa y la basílica de Santa María, donde se celebra el Misterio de Elche, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. También el museo donde se muestran los diferentes objetos de arte empleados en esa obra sacra.

No voy a entrar en más detalles porque todo ello es de sobra conocido a nivel popular o fácil de consultar en cualquier guía turística. En todo caso, resaltar que coincidimos allí el día once de julio, cuando España consiguió por primera vez alzarse con el campeonato mundial de futbol ante Holanda. El ambiente resultó espectacular. La multitud, jóvenes de ambos sexos en su mayoría, se desplazaba envuelta en banderas españolas hasta la plaza del Ayuntamiento, en cuya fachada colocaron otra enorme bandera nacional y una gigantesca pantalla de televisión. ¡Que colorido! ¡Que pasión! ¡Que explosión de júbilo por el triunfo! ¡Que inolvidable noche!. Curiosidades de la vida: Nunca pude imaginar que su recuerdo para mi, siempre iría unido a esa ciudad. En realidad a ninguna, pues nunca pensé vivir ese triunfo.

Eso sí, como llegué algo tarde a la plaza y no conseguía un lugar cómodo para visionar el partido y lo estaba viviendo con pasión, me volví a un bar para reunirme con el resto del Grupo. Gracias a su atención no fui expoliado por dos…, dejémoslo solo en desaprensivos (aunque pienso otro calificativo más apropiado), que intentaron aprovechar que toda mi atención estaba puesta en el mismo. Seguro que con la euforia colectiva, al final encontrarían a la víctima propicia


-Isla de Tabarca.- Desde Elche nos desplazamos al puerto de la cercana población de Santa Pola, donde embarcamos en un catamarán para visitar esa pequeña isla muy próxima a la costa y única habitada de la Comunidad Valenciana.

Cuenta con un pequeño pueblo dentro de lo que fue un recinto amurallado, de tiempos de Carlos III, cuando fue repoblada con italianos redimidos procedentes de la isla de Tabarka, en la costa tunecina. Aún se conservan algunas puertas y restos de los muros. Tiene una extensión de unos 1.800 metros de largo por un máximo de 450 de ancho. La reducida playa cercana a la pequeña población estaba saturada de personas, pero encontramos otras calas poco concurridas, incluso solitarias, pero sin próximos servicios de hostelería. Las arenas son siempre oscuras, cuando no orillas pedregosas. Aún así, es un importante reclamo turístico diario en verano.

Por la tarde, mi cuñado y yo recorrimos la isla en su longitud. Caminamos tanto bordeando la costa como por la parte central. Su superficie es llana, sin árboles, pero cubierta de matorral. Nos llegamos hasta un fortín abandonado, que por lo visto se adaptó en su día para cuartel de la Guardia Civil.

Casi en el extremo próximo al poblado también hay un pequeño cementerio. A mi, de día, los cementerios, siempre me han causado un sentimiento de respeto, misterio y soledad, aunque siempre me han atraído desde un punto de vista histórico (en realidad en ellos todo es historia) más aquel, tan apartado y solitario, me resultó hasta tenebroso.


-El Castell de Guadalest.- Fuimos a ese pintoresco pueblo edificado en la montaña, incluso con alguna construcción en la cima de los riscos, atraídos por un popular programa de la televisión pública, donde daban pistas hasta llegar a descubrirlo. Su principal atractivo turístico son los numerosos museos de los objetos más variopintos. Demasiados diría yo. El de mayor interés para mi cuñado era el de motos y casualmente el único que estaba cerrado ese día. Además, nada más llegar, para poder aparcar en un despoblado público hubimos de pagar una tasa municipal de 4 euros, práctica que consideramos abusiva y desmotivó nuestro interés por la visita. Tampoco esa medida agradaba a los propios comerciantes del lugar.

El día 12 partimos desde Elche con destino a Jérez del Marquesado, pueblo situado al pie de Sierra Nevada. Durante el trayecto hicimos una detenida parada en Cartagena, para recordar mi etapa marinera. Capital del Departamento Marítimo de Levante, allí tenían la base las fragatas en las que permanecí dos años. Viví unos momentos nostálgicos y a su vez frustrantes como ocurre en estos casos, cuando compruebas que el tiempo todo lo cambia y que en sí mismo has dejado de ser el joven de aquellos años y ya te sientes un extraño recorriendo calles que en su día te resultaron tan familiares.


-JÉREZ DEL MARQUESADO.- (Así, en este caso acentuando la primera sílaba, como nos corrigieron los nativos nada más llegar). Curiosamente, también aquel pueblo nos atrajo por una información televisiva, en ese caso recordando los 50 años transcurridos desde 1960 cuando los vecinos contribuyeron de forma decisiva, a veces heroica, en el rescate de los tripulantes de un avión de las fuerzas aéreas de EE.UU., que capotó en la cima de la sierra cubierta de nieve.

Es un pueblo pequeño y apacible. Nos alojamos en un hotel rural, su ambiente nos resultó tan familiar y cómodo, que en lugar de una noche prolongamos a dos nuestra estancia y así aprovechamos para recorrer una vez más la abrupta y pintoresca comarca de Las Alpujarras granadinas.

Tampoco faltaron algunos recorridos urbanos por el cercano y monumental pueblo de Guadix.


-Las Alpujarras.- Viajamos a los pueblos más típicos de esa zona por el puerto de La Ragua. Contemplamos el profundo valle de Poqueira y nos paramos para disfrutar de los torrentes de aguas frías y encrespadas que fluyen impetuosos del deshielo en las cumbres.


El 14 de julio emprendimos el trayecto final hasta Sevilla, no sin antes hacer una detenida parada para desplazarnos por las orillas de la laguna de Fuente de Piedra (Málaga).

Según comentaba en la entrada anterior, junto a la de Gallocanta en la provincia de Zaragoza, forman el mayor humedal interior de agua salada de España, pero en este caso, en vez de concentraciones periódicas de grullas, se mantiene la colonia más numerosa de flamencos de la Península Ibérica.

Como de costumbre, aprovechamos toda la jornada de regreso a Sevilla para viajar, donde no llegamos hasta el anochecer.