San
Petersburgo. Martes y miércoles. Días 12 y 13 de julio de 2016
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Llegada a las 8:00 horas. 146
millas recorridas desde Helsinki. 14 horas de navegación.
Tiempo nublado y a veces
tormentoso. Frecuentes lluvias. Temperaturas frescas, incluso frías para
nosotros: unos 8 grados centígrados por las tardes. Para permanecer de noche en
las terrazas de la cubierta de popa, única al aire libre, disponíamos de
mantas. Solo nos consolaba saber que en gran parte de España estaban padeciendo
rigores de calor que superaban los 40º.
Estuvimos tentados de unirnos a
la excursión de viajar a Moscú en tren de alta velocidad, con cuatro horas de
trayecto en cada sentido. También, al regreso te mostraban San Petersburgo.
Pensamos que no tendríamos nueva oportunidad. Desistimos porque, además de que
solo disponían de guía en lengua inglesa, nos pareció un viaje agotador.
Así que nos apuntamos el
segundo día (para el primero ya no teníamos plaza con guía en español) a:
“Mañana en el palacio de Jussupov, con crucero por los canales”.
Nuestra meta en estos casos es
siempre conocer la ciudad, prescindiendo de palacios y museos, pero no teníamos
otra opción. No entrar en el palacio suponía desconectarnos del grupo, con el
riesgo de deambular solos un tiempo por una ciudad desconocida, o soportar una
prolongada espera.
Por la limitación de
intérpretes nos tocó compartir autobús con pasajeros franceses. Las dos guías
que nos iban alternando información se llamaban Natalia, nombre de mujer muy
común en Rusia como sabemos, así que con Natalia se quedó la de español y ésta
designó como Natacha a la de lengua francesa. Por no ser menos común, el
conductor: Sasha, hipocorístico de Alejandro.
Impresionante la panorámica
urbana desde sus numerosos canales. También desde el río Neva, con sus 1.300 metros de anchura, 25 de profundidad y
corriente impetuosa. Atentos siempre en bajar la cabeza en las lanchas al pasar
bajo tantos puentes.
Nos informaron que suman 500
los palacios y mansiones construidos por el centro de la ciudad. Destaca el
Palacio de Invierno, convertido en museo: el famoso Hermitage. También
aparecían muy vistosas las doradas cúpulas de algunas iglesias o de las verjas de frecuentes jardines.
Nos sorprendió ver un autobús
español de la empresa “Autobuses Xativa, S.L.”, pero con matrícula rusa. Conocimos
después que, como es muy bajo el índice de salinidad del mar Báltico, de forma
más acusada en esa zona del golfo de Finlandia como consecuencia de la enorme
cantidad de agua dulce que fluye al mismo, tanto de ese país como la que vierte
desde Rusia el caudaloso río Neva, éste permanece congelado gran parte del año.
Eso supone que su temporada turística sea corta. No sería rentable mantener una
flota de autobuses parada durante largo tiempo. Así que cuando es preciso
alquilan los necesarios a otros países europeos.
No contamos con tiempo alguno
para compras. Parecía una medida previamente premeditada para adquirir los
típicos productos rusos expuestos en las tiendas de a bordo.
Si embargo, dentro del puerto y
muy próximas a la pasarela de embarque, había dos tiendas bien abastecidas.
Podíamos pagar incluso en euros y en esa moneda nos daban la vuelta. Cambio: 70
rublos por euro.
También observamos en el puerto
que todos los cruceros estaban
abasteciéndose de combustible, lo que hace suponer que era más barato en Rusia.
A las 18 horas del segundo día,
partida con rumbo a Tallín.
Tallín.
Jueves. Día 14 de julio de 2016.
Llegada a las 9:00 horas. 160
millas recorridas desde San Petersburgo. 15 horas de navegación.
Temperatura muy agradable. Nubes
y claros, aunque no llegó a llover.
Nos apuntamos a la excursión
“Visita de Tallín”. Viajamos en autobús hasta la parte alta de la ciudad, pues
una parte importante de la capital de Estonia está edificada en acusada
pendiente. Allí iniciamos la visita.
Fue la primera y única ocasión
entre todas la excursiones que realizamos, tanto en ese como en el anterior crucero,
donde nos proveyeron de auriculares en el interior del autobús. Podíamos así
mantener un coloquio informativo con nuestro guía: Rolando, natural de Caracas.
Rolando incluso nos facilitó su
número de móvil por si ocurría algún extravío entre la muchedumbre, incidente
que efectivamente sucedió. Ya avanzada la excursión lo llamó una pareja que se
había desconectado del grupo. Con esa medida les resultó fácil localizarnos.
Todo el recorrido hasta la
parte baja donde nos recogió de nuevo el autobús la realizamos a pie. Caminamos
más de 3 horas, pero tuvimos así la oportunidad de contemplar con bastante
detalle una preciosa ciudad, muy limpia y ajardinada. Dispone también de
numerosas y bellas iglesias de rito ortodoxo.
Tanto la plaza principal
situada en la parte baja, en el casco antiguo, llamada del Ayuntamiento, como
otras del entorno y calles aledañas estaban muy animadas y concurridas de terrazas. En el centro de esa plaza existe un punto
indicador desde donde se pueden ver todas las iglesias de Tallín. Incluso
hicieron un chaflán en el tejado de un edificio, para que al menos se pueda
contemplar la cruz de la cúpula de la única que quedaba oculta.
A las 17:00 horas partimos para
Estocolmo.
Estocolmo.
Viernes y sábado, días 15 y 16 de julio de 2016
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Llegada a las 9:00 horas. 176
millas recorridas desde Tallín. 16 horas de navegación.
Ciudad de inicio y término del
crucero. Temperatura suave, aunque continuaban las frecuentes lluvias como
a nuestra llegada el sábado anterior,
incluso chubascos más intensos.
En esta ocasión, el viernes día
15, la excursión elegida en autobús fue: “Estocolmo: visita a la ciudad,
Ayuntamiento y museo Vasa”.
Estocolmo es una monumental y
bella ciudad. Se aprecia un alto nivel de vida. Está edificada sobre 14 islas e
islotes, por lo que resulta característico su trazado de canales, surcados de
forma continua por numerosas embarcaciones.
Durante el recorrido tuvimos la
oportunidad de presenciar el vistoso cambio de guardia en el Palacio Real.
Visitamos el amplio interior de
su colosal Ayuntamiento, prestando especial atención a los dos salones donde
celebran la cena y el baile el día de la entrega de los premios Nobel. La cena,
en concreto, tiene lugar en el llamado Salón
Dorado, llamado así por las paredes recubiertas de teselas de láminas de
oro entre otras dos de vidrio. La entrega en sí de los premios tiene lugar en un edificio diferente: la Sala de
Conciertos.
El Vasa fue un potente y lujoso
navío fletado en el siglo XVII, que sin embargo naufragó a poca distancia de Estocolmo
en su viaje inaugural. Como por las condiciones específicas de aquellas aguas
la madera se conservaba en perfecto estado después de rebasados los 300 años,
fue reflotado en 1961 y expuesto en un museo muy visitado donde se puede
admirar.
Dada mi impericia fotográfica y
la penumbra interior del museo, expongo de todas formas la foto que tomé a la maqueta del navío Vasa allí expuesta.
Terminada la excursión
retornamos al barco a la hora de la comida.
Ya en esa última tarde y noche
a bordo se percibe el desánimo entre los pasajeros, a pesar de que todas las
prestaciones siguen en plena actividad, pues es preciso preparar el equipaje
que ha de ser facturado, identificarlo con adhesivos de números y colores
diferentes en función de los vuelos y, como máximo, disponerlo en las puertas
de los camarotes a la 1:00 de la madrugada.
Con todo, lo más negativo, al
menos para nosotros, es madrugar al día siguiente, pues los camarotes han de
quedar libres a la 8:00 horas, justo la jornada que corresponde al cansado
viaje de retorno.
En alguna ocasión gestionamos
para evitarlo, al menos en los casos de quienes permanecíamos en el barco hasta
las 13 horas, como era nuestro caso, incluso algunos hasta más tarde, pero nos
comunicaron que no era posible por el sistema del orden establecido para la
limpieza general. Cierto que disponíamos de lugares de descanso y podíamos
incluso tomar aperitivos y comer, pero era mucho tiempo y ya deambulábamos como
ausentes.
A pesar de todo, nuestra
experiencia con los cruceros ha resultado del todo positiva. En las largas
horas de navegación disfrutamos de la vida a bordo tan animada, tan cómoda y
con tan abundante y variado servicio de restauración.
No quisiera rematar el relato,
sin exponer encima de este párrafo una foto
del comedor donde cenábamos en
grata compañía, con ambiente festivo en ocasiones y servidos por un amable y
simpático camarero filipino, apellidado Miraflor.
A las 16:00 horas embarcamos en
el aeropuerto de Arlanda en un vuelo de Iberia con destino a Madrid. El avión
era el mismo que nos llevó. Esos vuelos están concertados con Costa Cruceros.
Allí coincidimos con el nuevo pasaje.
Esa noche nos hospedamos en
Madrid cerca de la estación de Atocha, para regresar a Sevilla en el AVE el
domingo día 17 de julio de 2016, dando así por concluida tan inolvidable
singladura.