En la entrada del 6 de marzo de este año escribía sobre los talleres de "Conocer Sevilla" impartidos desde los Centros Cívicos del Ayuntamiento y a los que asistí entre 1997 y 2001. Para no aburrir a los lectores, solo voy a contar tres curiosos detalles que normalmente pasan desapercibidos para la mayoría de los visitantes, pero que nosotros tuvimos la oportunidad de conocer gracias a la amabilidad y preparación de nuestros guías, jóvenes licenciados en Historia del Arte.
Puertas acodadas.- En en siglo XII, constituida en capital del Imperio Almohade, Sevilla vivió su mayor periodo de esplendor, alcanzando su núcleo urbano la máxima extensión amurallada. Las puertas de esas murallas eran acodadas, o sea, dobles y dispuestas como sistema defensivo en ángulo recto, evitando así por ejemplo, que una hueste de caballería pudiera irrumpir en el interior de la ciudad. Pero con la llegada de la pólvora y las armas de fuego, tal diseño dejó de tener sentido, puesto que los muros podían ser derribados a distancia. Entonces el amurallado se acondicionó como baluarte para, en caso de asedio, poder responder al ataque con el mismo material de guerra.
Ya el el siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, se derribaron la antiguas puertas con la excepción de la llamada de Córboba, que aún continúa en pie, y se construyeron unas nuevas, suntuosas y funcionales para el tránsito de personas y carruajes. Pero en el siglo XIX, y a causa de los planes de ensanche de la ciudad, como supongo que sucedió en otras localidades españolas, no se les ocurrió a los munícipes de la época otra cosa que derruir la casi totalidad de las murallas, sin respetar siquiera aquellas magníficas puertas, salvo la del Postigo del Aceite y el llamado Arco de la Macarena. Tal barbaridad privó a Sevilla de un importante conjunto arquitectónico. Esas antiguas puertas solo se conocen en la actualidad por fotografías o maquetas, aunque las zonas urbanas donde se erigían conservan sus nombres originales, como por ejemplo: Puerta Real, Puerta de Jerez, Puerta de la Carne, Puerta de Carmona o Puerta Osario entre otras.
El Alcázar.- Debajo de la cornisa de la puerta de entrada al palacio de Pedro I, el Cruel (o el Justiciero, según sus partidarios), por el Patio de la Montería, hay una cartela de la época donde figuran los datos de la edificación, que se remonta al año 1402, pero tal fecha se refiere a la Era Hispánica o del César que regía entonces, pues la Corona de Castilla, a la que pertenecía el Reino de Sevilla, no se ajustó a la aún vigente Era Cristiana hasta 1421. Para hacerlo, restaron los 38 años que había de diferencia entre una y otra, volviendo a 1383, por lo que ese 1402 se correspondía con el 1364, según la nueva forma de contar los años. Curiosamente, hubo un momento en la Historia donde por ejemplo, en Sevilla decían vivir en 1402 y en Zaragoza en 1364, pues el Reino de Aragón se sumó antes que el de Castilla a la Era Cristiana. Y para qué hablar del Reino Nazarí de Granada, que contaban los años por la Era Islámica. Espero haberlo explicado bien.
Convento de Santa Paula.- En el compás de este convento de Monjas Jerónimas desde su fundación en el siglo XV, hay una portada ojival por donde se accede a la iglesia, construida con hiladas alternadas de ladrillos bicolores y decorada con bajorrelieves y bella azulejería, obra del ceramista italiano Niculoso Pisano. Bajo la ojiva y labrado en mármol, se muestra el escudo de los Reyes Católicos acompañado por las inscripciones de su lema y símbolos.
La curiosa y significativa diferencia de este escudo de 1504 con respecto al actual, radica en que faltan las cadenas que representan el Reino de Navarra, ya que este territorio no formó parte de la Corona hasta 1512; pero en cambio sí figura el Reino de Sicilia, que entonces pertenecía a la Corona de Aragón.
Azulejos cevantinos.- Por una reciente visita al convento de Santa Paula ya comentado, he considerado oportuno citar el azulejo situado en una mansión situada frente al mismo, donde puede leerse que allí moraron Isabela y sus padres, personajes de una de las Novelas Ejemplares de Miguel de Cervantes: "La española inglesa". En realidad estos azulejos, a la vista de cualquier paseante, son muy abundantes en la ciudad y están repartidos por los distintos edificios y lugares céntricos que Cervantes mencionó y utilizó como escenarios en buena parte de su obra literaria.