sábado, 24 de septiembre de 2022

 

CRUCERO POR EL MEDITERRÁNEO.

      Excepto las dos últimas entradas dedicadas a temas dispares, últimamente centraba mis publicaciones en viajes juntos a mi mujer. Solo pretendo con ello que aquí queden recogidos. Al menos los destacados, siquiera para nuestro recuerdo.

El último de ellos tuvo lugar por las Ciudades Imperiales en el 2018. El año siguiente, un problema de salud familiar imposibilitó los desplazamientos.

En el 2020, fueron los imperativos de las medidas sanitarias impuestas por la pandemia del covid-19, de la que aún sufrimos los coletazos, los que impidieron los viajes.

Como ya avanzado 2021 era posible viajar cumpliendo determinadas medidas satinarías preventivas y a determinadas zonas geográficas, aprovechamos ya en septiembre para pasar unos días en Punta Umbría, Huelva.

      Pues bien, de nuevo este año de 2022, entre el 10 y el 17 de septiembre, hemos optado por repetir un crucero, aunque, en esta ocasión, con singladuras más próximas a España que en los dos precedentes. Partida en el Costa Firenze, desde Barcelona. Además, esta vez, nos ha acompañado un matrimonio amigo.

Camarote con balcón para el disfrute más particular de mi mujer, no dispuesta ahora para las caminatas de las excursiones, mientras yo con los amigos recorríamos las ciudades cercanas a los puertos de atraque.

      No he tomado los apuntes oportunos y precisos de otras veces para la narrativa, así que he de fiar de memoria de lo visto o recuerdo de lo explicado por las guías, para componer esta única entrada extractada.

CAGLIARI, CERDEÑA.

      Zarpamos de Barcelona el sábado día 10 a las 19 horas y no arribamos a puerto hasta el lunes día 12 a las 07,00. 36 horas de navegación para tan escasas millas de distancia entre ambas ciudades, apunta a que, en ese trayecto, el barco navegase lento para ajustar los horarios de la singladura.

Claro que, ese largo tiempo al principio, resulta muy conveniente para conocer los lugares de atención, comedores y centros de actividades y entretenimiento, que ofrece una ciudad flotante de hasta 15 cubiertas en proa, con una eslora de 329 metros y unos miles de personas a bordo. Solo la tripulación alcanza las 1.200.

      La excursión en autobús a que nos apuntamos resultó sencilla y de corta duración. Parada, leve recorrido y explicaciones de la guía por la parte alta de la ciudad, donde se conservan edificios o fortines de cuando la isla perteneció a la Corona de Aragón y luego a España. Bellas vistas de la misma.

Desde el autobús hube de tomar la foto que precede del monasterio mercedario de Nuestra Señora de la Bonaira, de ahí su escasa calidad. La guía nos explicó que data del siglo XIV, de tiempos del reino de Aragón, pero luego ampliado en el siglo XVIII.

      Esa advocación genera una curiosa historia: asentada en Sevilla la Universidad de Mareantes para la formación náutica con vistas a las navegaciones con las entonces conocidas como las Indias (América), se veneró y se continúa venerando, una imagen de la virgen basada en la de Cagliari, conocida como del Buen Aire.

En 1536, fundándose en ese fervor, Pedro de Mendoza, en la primera fundación de la ciudad hoy conocida como Buenos Aires, le dio el nombre de Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre.

PALERMO, SICILIA.

      A primera hora de la mañana del martes día 13 ya estábamos en el puerto de Palermo. Poco después del desayuno, ya dentro de un autobús, dispuestos para una excursión de dificultad media por alguna caminata.

Primero, subida por carretera tortuosa y estrecha hasta arriba del Monte Pelegrino, con parada cercana a la cueva donde vivió y se venera a Santa Rosalía, patrona de la ciudad.  Allí se encontraron sus restos, presentes como reliquia en la catedral. Las vistas desde allí de la ciudad y marinas son espectaculares.

Después recorridos por los alrededores marinos y lacustres, famosa playa de Mondello, que resulta que es de propiedad particular, luego por el centro histórico, donde se conservan puertas de origen del Reino de Aragón. Parada y caminata hasta la catedral, templo considerado Patrimonio de la Humanidad.

Coincidió que no nos fue posible la visita por el interior por celebrarse una boda en aquellos momentos.

CIVITAVECCHIA (ROMA)

      Miércoles día 14. Llegada al puerto de conexión con Roma. Como las excursiones se prolongaban unas 10 horas y yo conocía la ciudad, decidí no acompañar a nuestros amigos, permanecer a bordo y no dejar sola a mi mujer tanto tiempo. Ni siquiera bajé a tierra, toda vez que la zona urbana estaba muy alejada y no me ofrecía atractivos relevantes. En cambio, en el barco puedes disfrutar de distracciones suficientes. Incluso por la mañana.

GÉNOVA, ITALIA.

      Jueves día 15. En esa ocasión no conseguimos apuntarnos a excursión alguna, pero, como excepción, el puerto está muy próximo a la ciudad, tras el desayuno, me uní a los amigos, tomamos el metro, que, curiosamente, es gratuito desde las 10 hasta las 16 horas y solo a la segunda parada ya pisábamos el casco histórico.

      Recorrido a pie rebasadas las dos horas y media, pero resultó maravilloso y ajustado a nuestro capricho. Visitamos por dentro y por fuera la basílica de San Siro, la catedral de San Lorenzo, pateamos las calles más típicas, llegamos hasta la amplia plaza Ferrari adornada con la belleza de sus fuentes.

Antes de iniciar el retorno visitando lugares nuevos, paramos en la casa natal de Cristóbal Colón. Aunque últimamente las investigaciones se inclinan por esa veracidad de nacimiento, en realidad no está científicamente probado. Pero bueno, allí si lo consideran cierto y es muy posible que así sea.

MARSELLA, FRANCIA.

      Viernes 16 de octubre, víspera del final de singladura. En esa mañana, previamente apuntados, iniciamos una excursión de dificultad media, por los recorridos a pie, a aparte de tramos en autobús.

Nos dirigía una guía menudita, ágil y de rápido caminar. Unas señoras quedaron rezagadas desde el principio y tuvo que tomar medidas de retorno al barco. Medida correcta. Si no se está en condiciones de adaptarse al ritmo del grupo, exigido por imperativo de tiempo, mejor no sumarse. Como ya dije, por tal motivo, mi mujer permanecía a bordo.

      Aunque, como es conocido, Marsella fue un enclave de vital importancia para griegos y romanos, las murallas del puerto ya están reconstruidas en el siglo XVI. El largo recorrido de la marcha en su inicio por la zona portuaria resultó sumamente aburrido.

Ya cerca de autobús, la guía nos señaló un monte a lo lejos donde se levanta la basílica de Notre-Dame de la Garde. En su torre se erige la imagen de la virgen. En la ciudad siguen la tradición de no levantar edificio alguno que supere esa altura.

También, no muy lejano en el mar, nos señaló un pequeño archipiélago, al que pertenece el islote y castillo de IF, donde permaneció prisionero Edmundo Dantés, el conde de Montecristo, según la novela de Alejandro Dumas. Luego lo pude divisar y fotografiar desde la cubierta superior al aire libre del barco.

Seguimos por una zona de edificios reconstruidos tras los bombardeos de la II Guerra Mundial, menos el del ayuntamiento, que permaneció en pie.

Luego cuestas y más cuestas empinadas, para adentrarnos en el barrio típico y de los artistas conocido por Le Panier. Parada y tiempo libre en una de sus plazas, junto al Hospicio de la Caridad, que sirvió en su día de acogida a los afectados por la lepra o el cólera. Actualmente museos y exposiciones. Allí se disponía de servicios gratuitos, algo extraño en tales ocasiones.

Autobús y parada final poco antes del embarque para visitar por dentro y fuera la catedral Notre-Dame de la Major. Un bello templo, pero en realidad moderno, pues data de finales del siglo XIX.

BARCELONA, ESPAÑA.

      Y llegó el sábado 17 de octubre. Se acabaron las navegaciones, se acabaron las actividades internas y se acabaron las excursiones. Se acabó lo que se daba.

      Siempre termina de una forma triste, pues, aunque la noche anterior continúan algunas diversiones internas, el equipaje a facturar identificado por colores y destinos debe quedar fuera del camarote antes de la 01,00 horas; camarotes que han de quedar libres a las 9.30 de la mañana.

      Eso sí, el desayuno está incluido y eres atendido en cualquier otro servicio hasta que pasan a recogerte para la estación o aeropuerto.

En nuestro caso nos correspondía permanecer en el barco hasta las 13 horas. Así que, lo más cómodo era dormitar a ratos al aire libre en las hamacas de proa en el puente 15.

      Luego prolongada espera en la estación de Sants, para partir en el AVE de la 16,45 a Sevilla. Retraso, llegada media hora tarde, sobre las 22, pero bien.

VALE.