miércoles, 20 de marzo de 2013

Sevilla, 3 (Segunda parte)



Separación.- Este blog se fundamenta en el relato de vivencias y anécdotas ocurridas a lo largo de mi ya larga y variada vida, con las pinceladas de humor que permite mi corto ingenio, pero sin rebasar en lo posible los límites de mi vida íntima. Si en este caso y como excepción me salgo de esa línea y hablo de mi separación, no es sino porque esta se deduce por cuanto lo que ahora estoy contando y además quedará clara en una próxima entrada que no considero oportuno omitir. Eso sí, trataré el tema de forma un tanto superficial.

La ruptura matrimonial se produjo inevitablemente poco después de mi regreso de Alemania en julio de 1998, pero estoy convencido que, al final, fue la solución más conveniente para todos los miembros de la unidad familiar, aunque no me resultase satisfactorio el "acuerdo" adoptado, pero no voy a entrar en maniqueísmos de buenos y malos. Tampoco guardo rencor. Son cosas que pasan... Vamos a dejarlo así. Aunque para darle un punto de humor añadiré que, la mudá desde el anterior domicilio la hicimos mi sobrino José Antonio y yo en ¡solo dos portes! con su furgoneta Citroen C-15 Él como conductor y ayudante.

En todo caso, sí guardo agradecimiento a los familiares y amigos que, de forma incondicional, me apoyaron en aquellos momentos, principalmente a mis hijos, Francisco Javier y Rosa, puesto que resultaron los más afectados después de los "protagonistas". Mi hija tomó una valiente decisión en el último momento. Mi hijo estaba ausente en esos días, pero no entraré en detalles para no faltar a mi propósito de escribir lo indispensable sobre mi vida íntima. En su honor sitúo sus fotos en la cabecera de este capítulo.

A este caso, por ejemplo, me refería en el capítulo anterior en cuanto a la ventaja de contar con tiempo libre para resolver asuntos propios por mi temprana prejubilación. De otra forma,  lo normal es que estos procesos afecten hasta al rendimiento laboral.

Taller de cocina.- A consecuencia de la situación personal antes apuntada, me vi precisado de adquirir conocimientos de cocina, aunque fueran rudimentarios, algo que también contaré en un nuevo capítulo.

Universidad.- Como ya explicaba el 15-11-12 en la entrada Aranjuez, 2,  pertenezco a una generación en la que la inmensa mayoría de los españoles y españolas, nos vimos obligados a abandonar la enseñanza a edad temprana, aún teniendo vocación estudiantil, como era mi caso, para incorporarnos al mundo laboral y así poder ganar el dinero suficiente, al menos para cubrir nuestras propias necesidades. Todavía pagabamos las consecuencias de la horrible Guerra Civil.

Desde entonces, mi formación fue autodidacta, reforzada por la constante lectura,  por algunos estudios en mi larga etapa en la Marina y finalmente, potenciada por un buen puesto de trabajo con  muchas y variadas relaciones. Por todo ello, cuando me enteré que la Universidad de Sevilla ofrecía el ingreso en la llamada Aula de la Experiencia a las personas interesadas a partir de 55 años y tras superar un examen no demasiado exigente, no dudé en incorporarme al mundo universitario. Aprobada la prueba, traspasé sus puertas. Sentí en aquel momento  como si se hubieran hecho realidad mis sueños infantiles.

El recibimiento que nos hicieron en el Aula Magna en el año 2000 fue solemne, incluso un grupo de jóvenes estudiantes nos entonó el "Gaudeamus igitur".  Supongo que el Rector, sabedor de que una parte numerosa de los presentados fuimos estudiantes frustrados, por la causa antes explicada, nos recompensó  diciendonos que entrabamos por la "puerta grande" y que nos impartiría las clases el mismo cuadro de profesores y catedráticos asignados a los  estudiantes de las carreras universitarias normalizadas. Y así fue.

Nuestro ciclo constaba de tres cursos, con un determinado número de horas dedicadas a diferentes materias, una especie de popurri, desde Derecho hasta Biología, por ejemplo. No teníamos exámenes y para mayor facilidad, no era necesario tomar apuntes de forma regular, porque podíamos adquirir fotocopias de las lecciones. Se supone que quienes asisten a esas clases con tal edad, no persiguen otra meta que ampliar sus conocimientos. Aseguro que, el aprender por aprender, resulta una auténtica gozada, al menos lo fue para mí. Tal es así, que desde que terminé en el 2003, sigo vinculado a la Universidad, asistiendo a los llamados Talleres, cursos cortos y dedicados a diferentes materias. Los cinco últimos años los vengo dedicando al Taller de Inglés, para así continuar  mi antigua y obstinada lucha  con el apredizaje de esa lengua. Próximamente  escribiré sobre estas clases, que tan divertidas hace Chris, nuestra teacher londinense.

Viaje a Inglaterra y Francia.- Es este otro apartado que, por su extensión, desarrollaré en nueva ocasión.

Villanueva de Córdoba.-  No recuerdo el año con precisión, pero sé que fue aprovechando mi prejubilación cuando pasé unos días con mis primos Amalia y Castro, en esa población del Valle de los Pedroches. Las fechas sí puedo situarlas a finales de septiembre, porque visitamos la importante feria del cercano municipio de Pozoblanco, que se celebra por entonces.

Bueno, pues la narración de los temas surgidos de estas dos últimas entradas me servirán de entretenimiento para publicar futuros capítulos. Si la autoridad lo permite y el tiempo no lo impide.



miércoles, 6 de marzo de 2013

Sevilla, 3. (Primera parte)



Bueno, pues como anunciaba en la entrada anterior, desde el 1 de septiembre de 1982 y procedente de mi larga etapa bilbaína, me incorporé a mi puesto de trabajo en Sevilla. Tampoco aquí me voy a enrollar con la descripción de mi función laboral. Como es de suponer, las relaciones de trabajo en zona tan extensa exigían constantes viajes y pernoctas en las distintas  capitales de Anlalucía y Extremadura o en sus pricipales poblaciones. También periódicas reuniones en nuestra oficina central en Basauri  (Vizcaya) y a veces en las distintas capitales españolas donde contabamos con Delegaciones.

Todavía entonces, el Sector de los Aceros Especiales, al que yo pertenecía  y la siderurgia en general, venía renqueando en España, acusando los efectos de la llamada crisis del petróleo de 1973. Eran frecuentes las medidas de reajuste de plantillas y, finalmente, la fusión de varias empresas por disposiciones del Ministerio de Trabajo. A todo este reajuste fue a lo que se llamó Reconversión. Cuando los trabajadores en activo pensabamos que habían finalizado esos Expedientes de Regulación que habían englobado a miles de personas y que terminaron por afectar incluso a quienes cumplian solo 52 años, todavía se dispuso uno más en el que fui incluido. Como nací en diciembre, no quedé fuera por pocos días. De esa forma, con esa edad fui prejubilado tras algo más de 13 años de activa vida laboral de nuevo en Sevilla y un total de más de 28 en la empresa.

Pensarán: ¡Qué suerte quedar libre de obligaciones laborales con "tan pocos años" y poder dedicar todo el tiempo a la vida privada. Pero, al menos al principio, no era ese mi sentimiento (a pesar de que mi íntimo amigo Victoriano, sensiblemente más joven y con un puesto de trabajo altamente cualificado, me animaba diciendo que él, en mi situación, no dudaría en prejubilarse). Dudaba porque, la otra alternativa era poco atractiva y de cualquier forma sabía que, después de muchos años de  funciones técnico-comerciales, el entramado de numerosas relaciones humanas, con frecuencia amistosas, se derrumba cual castillo de naipes y el mundo social, salvo excepciones, queda reducido al entorno amistoso local y al ámbito familiar,  lo que produce una acusada sensación de vacío interior. Luego resulta que  te acomodas pronto a la nueva situación y valoras todo lo que ésta tiene de positivo (¡qué es mucho!). En mi caso aproveché ese cambio en mi vida para viajar, pero ahora de forma particular; resolver asuntos propios y realizar otras actividades que el horario laboral suele impedir o dificultar. Esas actividades fueron tan variadas que precisaré de esta y otra entrada para exponer las más representativas, incluso en algunos casos, serán precisos  nuevos capítulos para detallar las que requieran una mayor extensión. De esa forma pretendo que la lectura resulte menos tediosa y, al mismo tiempo, me procuro más entretenimiento para el futuro.

Despertador.- La primera actividad fue "jubilar" esa chicharra diabólica que tantas mañanas me martirizó, pues nunca fui ni soy madrugador, al contrario que Don Quijote. Tampoco creo que madrugar sea virtud alguna, como apunta ese refrán de: A quién madruga Dios le ayuda. ¡NO!, para mí la virtud consiste simplemente en cumplir con el deber, independientemente de la hora que éste lo exija y para eso estaba mentalizado desde niño, lo demás es solo cuestión de los biorritmos de cada persona. Si nos atenemos al proverbio anterior, parece que sigue: Pues uno que madrugó, una cartera se encontró. En ese caso, más madrugó el que la perdió y esa persona no contó con ayuda divina alguna, sino todo lo contrario.
Tampoco quiero dar una imagen de mí que parezca que duermo más que un lirón careto, pues con la lectura me dan las tantas de la noche, incluso a veces llega la madrugada.

Monasterio de Sto. Domingo de Silos.- Recién prejubilado, en febrero de 1996, tuve la necesidad de aislarme, de buscar una soledad deseada por unos días, que quizás sea la mayor libertad. Adquirí una publicación de Guías con Encanto (creo recordar que así se llamaba) y  tras barajar varias opciones pensé: ¿Qué lugar más apropiado que un monasterio?, pero uno donde no obligaran a hacer la vida litúrgica de los monjes desde las horas del alba. Fue elegido el de Sto. Domingo de Silos. El resultado final fue tan interesante, que la experiencia merece ser contada en entrada independiente.

Antiguo Sahara Español.- Como nunca consideré justa la solución que se dió en 1975 a la necesaria descolonización de ese territorio, colaboré en 1996 y años siguientes con la Asociación de Ayuda al Pueblo Saharaui. Incluso en el primer verano de esa participación, acordamos en familia acoger a un niño o niña saharaui. Nos asignaron a Mafod (Mahafud), un niño de 7 u 8 años. Esa temporada fue toda la familia la implicada.
Aquel niño ya será un hombre a quien deseo suerte como a todo su pueblo, el que un día, de alguna manera, formó parte del nuestro.

Conocer Sevilla.- El Ayuntamiento de Sevilla a través de los Centros Cívicos, creo que como ocurre en otras ciudades españolas, programaba (aún lo sigue haciendo) un amplio abanico de actividades de entretenimiento y formación, llamados Talleres, entre el otoño y la primavera, dirigidos a los ciudadanos interesados y que dispongan del tiempo libre necesario.  Yo me decidí por: "Conocer Sevilla" y completé ¡cuatro talleres!, desde 1997 a 2001.

Esos talleres consistían en alguna clase teórica en el Distrito, pero básicamente en visitar monumentos dos días a la semana por espacio de dos horas, guiados por un licenciado en Historia del Arte. Es tal el patrimonio artístico de la ciudad y tal el minucioso detalle explicativo del guía que, a pesar de tanta dedicación, aún me quedaron algunos lugares por visitar. Como testimonio, comentaré aparte solo dos detalles curiosos que aprendí en estas visitas.

Viaje a Alemania.- Tal como ocurrió el año 1996 con mi idea de aislarme unos días en un monasterio, nuevamente precisaba cambio de aires, pero en esta ocasión durante una etapa más prolongada y con apoyo familiar. De esa forma, en 1998 consideré  lo mas apropiado viajar a Alemania para convivir con mi sobrina Consuelo, hija de mi Chari, hermana a quien dediqué un capítulo de este blog cuando narraba sobre mi infancia, y con su marido Uwe, un alemán polifacético, trabajador, gran persona y con agudo sentido del humor.  Tenían ya su hijo, Christian, entonces un bebé al que comenzaban a salirle los dientes.

Esta familia mía vive en Karlsruhe en el Estado Federal de Baden-Wurtenberg, ciudad moderna y apacible, muy próxima a la zona que nosotros llamamos Selva Negra, región montuosa, con pintorescas poblaciones y extensos bosques y que ya conocía de una ocasión anterior. Recibí la mejor atención y permanecí con ellos durante ¡dos meses y medio!, desde finales de abril hasta mediados de julio.

 Cuánto recuerdo los viajes, por la mencionada Selva Negra, el Palatinado, Alsacia... ¡Ah... y lo que me gustaban las pequeñas salchichas de Heidelberg, servidas aún calientes en la misma sartén! Huyyy... se me olvidaba lo principal: las jarras de cerveza recién fabricada que espumaba así como espesa y turbia, servidas en las cervecerías Vogel de Karlsruhe y Ettlingen. ¡Siempre os tengo presentes!

Pero como hasta la jubilación estaba registrado temporalmente en el INEM, para poder llevar a cabo aquel viaje hube de sortear grandes escollos burocráticos, que es otro de los temas que requieren nuevo relato.

Bueno, pues... continuará.