miércoles, 2 de enero de 2013

La Marina



Bueno, pues atendiendo a esa llamada marinera que comentaba en la entrada anterior, ya estoy en el Cuartel de Instrución de Marinería (CIM) de San Fernando (Cádiz). Eso ocurría a principios de julio de 1962 y nos presentamos un numeroso grupo de chavales en torno a los dieciocho años, pues la edad mínima para el ingreso creo que eran los diecisiete. Se trataba de incorporarse a la Armada tras superar un examen previo de conocimientos no muy riguroso y otro de facultades físicas más exigente, como voluntarios a elegir después una especialidad. (No, no nos preguntaron si sabiamos nadar, para responder el clásico chiste: ¡Qué pasa! ¿No hay barcos?)

No tema el lector que lo vaya a abrumar y hacerlo desistir de seguir adelante, contando "batallitas" ni las novatadas de la "mili", aburridas por reiteradas. Voy a resumir mi largo paso por la Armada como profesional, etapa que para mí fue muy importante. En el CIM cumplimos el Periodo de Instrucción bajo una férrea disciplina y juramos bandera. A continuación viajamos por tren hasta el Ferrol (entonces del Caudillo) y nos incorporarnos al Buque Escuela Galatea, que estuvo en servicio para los Guardiamarinas hasta que se incorporó el J. S. Elcano, pasando entonces para entrenamiento de los suboficiales o aspirantes a serlo y finalizando sus navegaciones en 1959, quedando entonces atracado en el muelle del arsenal de esa ciudad. Allí cumplimos con el llamado Periodo de Ambientación hasta diciembre de ese año. Después de elegir especialidad, marchamos de permiso navideño para presentarnos luego a las diferentes escuelas de especialistas. Yo, siempre un poco aventurero, opté por Artillería Naval.

Solo voy a destacar la subida a los palos como típicas actividades marineras. En el CIM de San Fernando había un altísimo mástil fijado en la parte trasera del cuartel y nos hacían trepar descalzos por las jarcias y en fila de a uno, hasta llegar al arraigado (lo llamaría arriesgado), otra pequeña escala casi paralela al suelo, donde teníamos que ponernos como gatos panza arriba, para encaramarnos en la cofa, el lugar del serviola (vigía) y descender por otra jarcia opuesta. A pesar que había una red debajo, yo, más que vértigo, sentía miedo. En el Galatea era aún peor, pues como se puede apreciar en la foto de cabecera, después de trepar teniamos que caminar por las vergas y agarrados a un cabo (soga para entendernos, aunque este término en la Marina era sacrílego) a nuestra espalda, con los brazos extendidos y en un instante saludar militarmente y gritar ¡viva! no recuerdo a qué ni a quién y allí no había red debajo. Se llamaba Saludo a la Voz (qué manía la de la Marina con los putos "palitos". Dudaba si, por error, había ingresado en el circo). No presencié ningún accidente, pero me consta de uno ocurrido años atrás y que no sería el único. Hace poco me comentaba mi mujer que en una concentración de veleros en Cádiz, vió por televisión ese ejercicio, pero que los marineros se aseguraban con arneses. ¡Hombre...! Pero lo cierto es que está bien, pues esos alardes de temeridad no tenian sentido.

En enero de 1963 nos presentamos en la E.T.A.N. JANER de San Fernando (Escuela de Artillería) los diecisiete que elegimos esa profesión. Cursamos estudios durante seis meses como alumnos especialistas y otros seis como cabos segundos. Estudios muy completos desarrollados en un buen ambiente y donde aparte de las materias esfecíficas de la artillería también se incluian asignaturas tales como Geografía o Matemáticas. Después vendrían dos años de prácticas en buques de guerra. Yo estuve ese tiempo entre las fragatas rápidas Furor y Rayo, ambas de la misma serie, con base en Cartagena (bueno, fuimos a Ferrol con la Furor, que se quedó allí y volvimos con la Rayo, ya modernizada). La vida a bordo era dura a veces y otras no tanto. La superestructura, (parte visible de la nave) se está picando y pintando constantemente, pero los Especialistas nos librábamos en ocasiones de los trabajos más duros, con la excepción de un riguroso suboficial que no hacía distinciones y a todos nos hacía coger el cubo de pintura, la piqueta y la brocha y ¡hale! a la faena. Como no podíamos desobedecer órdenes, nos dio por decir en alta voz para que lo escuchara: "Señora, ¿que su hijo no caga?, no se preocupe usted, no lo tire, métalo en la Marina y se va a cagar hasta en su puta madre". En lugar de arrestarnos, parece que se apiadó y a un compañero y a mí nos mandó pintar las letras y números de las amuras, situados encima de una guindola (andamio) colgada desde la borda, al menos era una labor casi artística, de pincel y no de brocha gorda.

De las mútiples navegaciones, algunas muy duras, solo voy a seleccionar dos: No recuerdo con exactitud si fue en 1964 o al año siguiente, cuando atracamos en el puerto de Vinaroz, donde la alcaldesa nos entregó una bandera de combate (desde nuestra partida de Cartagena nos acompañaba otro buque, creo que era el destructor Liniers). Además, coincidía con la famosa Fiesta del Langostino de esa importante población. Todo fueron agasajos y atenciones. Maravilloso. El regreso lo hicimos costeando, haciendo escala en Castellón, bordeando el impresionante farallón del peñón de Ifach en Calpe y recalando en Alicante. Buena comida, como era habitual en los buques de guerra. Teníamos hasta máquina para hacernos helados de postre. Vamos, como si de un crucero se tratase.

A Casablanca sí es seguro que llegamos en el verano 1964 (*) junto al resto de la flota que venía de Canarias. Era y es una ciudad muy populosa y combinaba entonces la modernidad francesa, pues hasta hacía pocos años formaba parte de su protectorado marroquí, con el exotismo árabe. La numerosa colonia de españoles, muchos aún exiliados de la guerra civil, hasta se emocionaban y nos abrazaban por las calles y con sus hijas, de edad aproximada a la nuestra, nos prepararon divertidas fiestas. Cerca de los barcos veiamos extasiados a chicas jóvenes ¡en bikini! practicando esquí acuático, algo que no habíamos visto nunca en la realidad. Se comenta que en los ejércitos se añade bromuro en la comida para apagar la libido juvenil. ¡Mentira! o al menos el de mi barco era de muy baja calidad. Inolvidable viaje.

En diciembre de 1965, cuando iba a ascender a cabo primero, estuve sopesando continuar en la Armada pues, aunque dura, me gustaba esa vida en los barcos, con una disciplina relajada, pero quedaban años para acceder a los cursos de suboficial, era un cuerpo de grandes exigencias y preparación. Creo que debe ser así. Finalmente, depués de tres años, cinco meses y cinco días, según consta en mi historial militar, opté por retornar a la vida civil. Pero aún hoy, cuando veo a los marinos, los siento como algo propio. Tal vez, como dice Serrat en su poética canción "Mediterráneo", siga teniendo alma de marinero.

Añadiré una anécdota que me parece graciosa y es que, estando en la Escuela de Artillería en San Fernado, había allí un soboficial muy riguroso, por eso le teníamos un poco de inquina. Era algo cargado de espaldas y un compañero "cañaílla" (así llaman popularmente a los nativos de esa ciudad) que era vecino suyo, decía con su habitual gracejo, que no es que fuera ligeramente jorobado, sino que la culpa la tenía su mujer, que le colgaba la chaqueta en una tinaja.

(*)
Para asegurar el año de visita a Casablanca me baso en que , en 1964 estuvimos en Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife y en 1965 repetimos Las Palmas y después Puerto Rosario, en Fuerteventura. Curiosamente, en Tenerife nos programaron una visita al Valle de la Orotava, pero no pudimos acudir todos, entre ellos yo, por falta de plazas de transporte. Por el contrario, desde Casablanca, había que hacer un viaje a Rabat por asuntos protocolarios y de homenaje a la tumba de Mohamed V, abuelo del actual monarca marroquí y después ser invitados a una comida típica, pero parece que pocos fueron los que querían perderse uno de los tres días de atenciones particulares en esa ciudad. Así que nos formaron en las toldillas (cubierta de popa) y por el método electivo del: "Tú sí, tú no" se eligieron los "voluntarios". A mi me tocó el "no".

 

 

 

.

 

.

 

 

21 comentarios:

  1. Qué vida la tuya querido tío!!! Qué valor subirse por esos altos.
    Me ha gustado mucho imaginarte en esa época de tu vida. Hay veces que te veo como el joven protagonista de una novela de picaresca. Lo bueno además es que con tantas vivencias y lo bien que lo cuentas no hay sobremesa aburrida a tu lado.
    Un beso de tu sobri
    Consuelo

    ResponderEliminar
  2. AAAHHH pues a mi lo de tu si, tu no me recuerda a los tebeos de carpanta cuando va al comedor y va por toca... el siempre le toca NO. Así que tu por lo menos comiste...... y helado!!!!
    Lo que no se te ve a ti mucho por esas grandes alturas vaya.....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y por cierto mas que otra cosa en cateto a babor te veo yo, pero no por cateto, que listo y estudioso eres.. sino mas bien por lo de bonachón, pueblerino (algo), y gran parecido a Alfredo Landa.

      Eliminar
    2. Pues si, me vi por esas alturas, pero...¡ obligado! Siempre procuré cumplir con mi deber.
      En Casablanca me tocó el "no", pero en el fondo me hubiera gustado ir a Rabat.

      Eliminar
    3. Sería un Alfredo Landa a lo guapo. Es igual, me encanta ese actor, aunque yo fuí un actor guerrero en Espartaco.

      Eliminar
  3. Marino TITO LOLO,recuerdo con gran cariño el dia de tu mudanza.Aqella pesada caja de madera donde conservabas tu uniforme espartano. Gracias por tu entereza valor y disciplina de tu sobrino el ÑOÑO

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Que alegría tenerte por aquí de lector y de crítico!
      Claro, aún conservo "esa pesada caja" con mis atavíos marineros.
      Siempre digo que mi "mudá", la hizo mi sobrino Ñoño en dos viajes con una C-15.

      Eliminar
    2. ÑOÑO, Sigues engatusando a algún panoli que quiera una plaza de toro con ganadería insectívora.
      Como me la metiste, en la plaza se diría asta la empuñadura.
      TITO ya te comentare algo de tú aventura marinera, pero ten cuida din con el ÑOÑO que te puede vender algún COÑ……….
      SALUDOS FAMYLI.

      Eliminar
    3. Bueno, pues ya me comentarás. Lo de la plaza de toros fue un tipo, con alevosía, por tratarse de una acción contra un nene cándido.

      Eliminar
  4. .
    Hombre, ¿y no consideras que fue una suerte ese "no" para el viaje a Casablanca y el homenaje a Mohamed V? Lo digo porque andando por allí el Hassan II en alguna de las recepciones y sabiendo lo que le gustaban al tío los chavalitos marineros, lo mismo hubiera organizado otro sorteo de "tú sí, tú no"... ¿te imaginas que te hubiese tocado otra vez el "sí"?

    :-)

    ResponderEliminar
  5. Supongo que te refieres al "si" al viaje a Rabat y no a Casablanca, que en el fondo me hubiera gustado hacer, pero por lo que me apuntas creo que fue una suerte el " no" y no digo más, que luego hay por ahí malas lenguas, aunque sean entrañables.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Se me olvidaba concretar " malas lenguas", así , entrecomilladas, por no decir mucho ingenio.
      Por cierto, recuerdo que los que regresaron de Rabat venían encantados del trato y los agasajos y que habían comido unos exquisitos pinchos morunos asados en piedras candentes.

      Eliminar
  6. ME ALEGRA CONOCER UNA HISTORIA MÁS DE LAS INFINITAS OCURRIDAS EN LA ARMADA DESDE TIEMPOS INMEMORABLES.
    YA PARA EL AÑO 1968 LAS COSAS FUERON CAMBIANDO PARA MEJOR, AUNQUE MUY LENTAMENTE.
    LO QUE SI LEO EN AQUELLOS QUE ESCRIBEN ES LA NOSTALGIA A TRAVÉS DE LOS AÑOS. ABRAHAM LINCOLN DIJO UNA FRASE QUE VIENE AL PELO:" AL FINAL, LO QUE IMPORTA NO SON LOS AÑOS DE VIDA, SINO LA VIDA DE LOS AÑOS".
    ESPEREMOS QUE PASEN ESTAS FIESTAS Y RETOMAREMOS NUESTRA CONVERSACIÓN. FELIZ 2013.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por leer mi relato. En realidad, mi largo paso por la Armada no fue duro en general. Es cierto lo referente a la nostalgia por la Marina y lo ello lleva consigo: La juventud perdida.
      Pero de esa nostalgia tratará practicamente la siguiente entrada.
      Saludos.

      Eliminar
  7. Tito no te vendría mal,hacer un crucerito con Asun, y así recordar tus años en la marina.
    Si me fuera de crucero alguna vez, te aviso por si te apuntas, siempre es bueno tener a bordo un experto marinero, por lo que pueda pasar,jajaja.
    Espero tu próxima batallita con ilusión.
    ¡¡¡FELIZ AÑO!!! A todos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por supuesto, eso está "in mente". Te avisaría. Yo iría de asesor del Capitán.

      Eliminar
  8. Yo te imagino el narrador y testigo de la confrontacion paranoica de Acab y Moby Dick. Mejor que artillero, arponero...
    La vida tiene mucho de lucha contra las galernas, de mareos y de saber marear. Ya compruebo que sabes y sabias pilotar.
    Una paradoja: casi no se nadar y tengo en propiedad el carne que me posibilita patronear pequenas embarcaciones.
    No parezco de tu linaje evolutivo. Sera que arribe antes a las playas de la Evolucion y perdi las agallas para el agua salada.
    Salud.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A pesar de todo fui artillero naval y disparé cientos de cañonazos con dos cañones teledirigidos, de tres pulgadas. En cambio subí escasas veces al puente de mando. Una vez sí, subi porque un amigo manejaba la caña (lo que erroneamente llaman timón), para ver el espectáculo del buque avanzar. Por cierto, ese chaval que no hacía otra cosa que mover la caña siguiendo las indicaciones del comandante, decía a menudo: En mi vida no he conducido una puta bicicleta y ahora ¡CONDUZCO UN BARCO!

      Eliminar
  9. Hola marinero de cuba, cuba! Eres un libro abierto,( que digo un libro una enciclopedia ) contigo se aprenden todo tipo de asignaturas,desde especificas , hasta sin "especificar".
    El momento ¨"colgado¨" que no recuerdas a quien gritabais el
    ¡¡viva!, creo que un momento asÏ, solo puede salir un ¡viva YO!
    Tambien te imagino cual Pinito del Oro, ahí subido y sin red.
    Los nombres de las fragatas me han recordado a los de los renos de Papa Noel.
    Y muy gracioso lo de la señora que tiene un hijo que no caga, lo vamos a poner en practica en el hospital...
    un beso enorme.
    p. yo tampoco sé nadar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mujer... Yo se nadar y guardar la ropa. Esa manida frase me recuerda a tu padre, que tenía un amigo, quien me la repetía, cuando yo pasaba por Aranjuez en los permisos marineros.
      Nada de Pinito del Oro, yo solo sentía miedo y no estaba para alardes.
      Besos.

      Eliminar