martes, 14 de agosto de 2012

La fragua


Pues sí, efectivamente, como indica el título de este blog, mi padre (José Antonio) era herrero de profesión por tradición familiar. Poseía desde antiguo una fragua en Campillo, creo que la más grande de las seis o siete que recuerdo, pero con escaso y anticuado herramental a causa de algún expolio durante la Guerra Civil, período en que el ejército la convirtió en armeria y por falta de capital, consecuencia de la escasa rentabilidad de ese tipo de trabajo en aquellos años. 

Después de larga experiencia era un gran profesional, no solo reparando los aperos agrícolas, sino realizando por forja cualquier tipo de trabajo artístico. Pero como el pueblo era básicamente de economía agropecuaria, la reparación de la también anticuada maquinaria agrícola suponía la mayor fuente de trabajo. Por ejemplo, en época de labranza, aguzar los escoplos de los arados de tipo romano, en otros lugares llamados rejones, pieza fundamental de éstos para surcar la tierra. 


Como el medio más común de transporte en las labores agrícolas era el carro tirado por mulas y con grandes ruedas de madera, radiadas, recubiertas con aros de hierro, el desgaste de éstos por el continuo rodar por caminos y carreteras sin asfaltar era frecuente, generando un trabajo en hermandad para los gremios de herreros y carpinteros. Esa forja y encaje de los aros al rojo se hacía en la calle. Si bien significaba un duro trabajo para los mayores, para los niños constituia un verdadero disfrute, escuchando juramentos, tacos y hasta insultos. Terminada la labor, los trabajadores regaban amigablemente sus polvorietas gargantas con el vino tinto de la tierra, al que eran algo aficionados.


Además de mi padre, en la fragua trabajaba mi hermano mayor hasta que emigró en busca de mejores horizontes de vida, algún oficial y uno o más ayudantes o mozos, según las exigencias laborales. Como por entonces era muy frecuente el trabajo infantil, en horas de plena actividad yo aparecía poco por allí, por si acaso me encomendaban alguna tarea que impidiera mi constante actividad recreativa, aunque mi padre no era de los que obligaban a los niños a trabajar o al menos no lo precisaba. Si yo aparecia era para afilar la punta de mi repión (peonza) o los de mis amigos. También acudía para rocoger chatarra y luego venderla o trocarla por baratijas, como ya conté en LAS HERRADURAS, pero para esto eran más propicias las horas de descanso y sobre todo las de la siesta veraniega, cuando era seguro que la fragua estaba solitaria.


Un día a media mañana aparezco por la fragua y esta vez sí, mi padre que en ese momento estaba solo, me puso a darle a los fuelles para que fuese avivando el fuego donde tenía los extremos de unas barras rectangulares de acero para forjar nuevos escoplos, mientras el iba a un recao


Caminaba con las manos agarradas a la espalda y por la dirección y la hora yo sabía que el recao lo llevaba al casino de su amigo Vicente (llamaban casinos a las tabernas), para darse algún lingotazo de tintorro del lugar y así endurzá una mijina sus penas, como diría el poeta extremeño Luis Chamizo. La verdad que merecía alguna pausa relajada. Trabajaba duramente. Además, seguro que debía buscar un mozo para ayudarle en la forja del material que estaba en el fuego. 

Pero como la gestión que fuera se demoraba y ya mi pandilla de amigos me esperaba impaciente en la puerta de la fragua, no dudé en abandonar el soplado y seguirlos para organizar nuestros juegos y correrías por los campos cercanos.


Terminados los juegos previos a la hora de comer mis amigos regresaron a casa pero yo temiendo represalias me quedé horas solo en contacto con la naturaleza, esperando que mi madre y hermana mayor, más preocupadas en ¿dónde estará el niño? que por lo que hubiera hecho, intercedieran ante mi padre y quitaran hierro al asunto, nunca más a propósito. Asi ocurría. Todo quedaba en una dura, pero soportable reprimenda y mañana será otro dia.

 

12 comentarios:

  1. Bueno estas historias mas o menos las conozco no se por que. Pero termino en palos de tu padre o en susto de tu madre y hermanas?

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    1. Mi padre: Dura reprimenda. No era partidario de los palos, incluso el maltrato a los niños, no infrecuente en la época.
      Mi madre y hermanas:Supongo que una relativa angustia, pues supondrían que estaba "huido" por los campos cercanos, que también conocía.
      Gracias, curiosa.

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  2. A mi eso de tener un abuelo herrero en un pueblo de agricultores me suena tan bien como el que dice que su abuelo era farero en un pueblo cerca del mar. Es decir me llena de orgullo.
    Y eso del cuchillo de palo se comentaba mucho en tu casa?
    Tu sobri

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  3. Por eso del faro terminé yo en la Marina.
    Se comentaba, si se comentaba lo del cuchillo de palo. En mi casa no sobrababan los cuchillos. ¿Sobraba algo?.

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  4. Tio,todavia,por estos lares castellanos hemos tenido que aguzar algun que otro puntero.Me imagino que estara dentro de tus expectativas el publicar o hacer mencion al conocido sainete musical del suceso de Atilano.
    Julito.

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  5. Bueno, punteros se siguem usando, por ejemplo para trabajar el granito, pero el arado tipo romano, creo que ya es objeto de museo.
    Opino que El Suceso de Atilano no cabe aquí, es algo demasiado local. Si está en el Foro de Campillo.

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  6. Cúando entra tema nuevo? todos los días me paso varias veces por esta santa casa y seguimos en la fragua. Con lo que tu tienes guardado, vamos continua!
    Tu sobri

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    1. Ya va, Ya va.... Tengo un tema a medio terminar y otro in memte, pero no me resulta fácil hilvanar estas historietas.

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  7. .
    Es una pena que no esté registrado en película ese momento de colaboración entre herreros y carpinteros. El hecho de escuchar el vocerío de los artistas ya debía ser un espectáculo.
    :-)

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    1. Sííí, una auténtica gozada para los curiosos niños.
      También las mazas, el núcleo base de madera de las ruedas,donde encajaban los radios de madera igualmente.
      Esas mazas las tenian en la calle toda la noche dentro de unos vidones con agua hirviendo,proceso que supongo sería contra futuras deformaciones. Otro disfrute que mantenía a los niños alrededor de la lumbre gran parte de la noche avivando el fuego, sobre todo en invierno.Es que nos faltaba hasta la televisión. ¿Hubíera sido necesaria?

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  8. Qué trabajo más duro el de la fragua.. te quema hasta el alma. Menos mal que tú tuviste la suerte de dar un gran cambio a tu vida.

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