domingo, 5 de agosto de 2012

El arroyo



OOH... ¡EL ARROYO! ¡MI ARROYO! Un simple regajo, escenario principal de mis juegos infantiles, tanto en pandilla como en solitario.

Ni siquiera la vista del río Tajo en Aranjuez, donde estuve unos meses por entonces, apartó de mi mente mi arroyo, porque así lo consideraba, por eso del sentido territorial del ser humano. Y eso que el río Tajo me deslumbró, nunca había visto tanta agua... ¡y había hasta barcos!

Próximo a la casa en que vivía, el cauce del arroyo,semeja una Y curvada por dos brazos que confluyen y que circunda parte del pueblo. Su caudal es escaso y en los veranos la corriente prácticamente se paraliza. Solo charcos aislados resisten las altas temperaturas del sur extremeño.

La fauna acúatica de estos charcos estaba compuesta por pequeños peces, renacuajos, ranas, culebras de agua, algún galápago y otros animalitos, entre ellos, sanguijuelas. La humedad también atraía libélulas, que nosotros llamabamos aparatos, saltamontes, una especie de insectos palo, mantis religiosas, mariposas, algún que otro lagarto y aves; por supuesto, los más abundantes nuestros familiares gorriones.

Uno de nuestros retos era pescar a mano esos pequeños peces. Si el loco de Sevilla decía a los circundantes lo difícil que resulta inflar un perro con un cañuto de caña, según el cuento del prólogo de la segunda parte del Quijote, aseguro que es mas difícil coger un pez a mano en un charco. Lo conseguiamos con astucia, perseverancia y porque teníamos ¡nueve o diez años! De lo contrario sería una gilipollez.

La captura de ranas era mas fácil. Muchas veces acudía solo al arroyo cuando oscurecía, imitaba su croar y una vez localizadas las apresaba en su escondite.

Tanto ranas como peces terminaban en una tinaja con agua que tenía en el corral de mi casa. Durante la noche, tal vez llamando a sus amiguitas libres que se escuchaban no muy lejos, las ranas no paraban de croar, con el consiguiente cabreo de toda la familia, que a la mañana siguiente me obligaban a soltarlas.

Pero vuelta de la burra al trigo, otra vez captura y a la tinaja y así me pasaba el verano: Del arroyo a la tinaja y de la tinaja al arroyo.

Luego lo entendí: Es bucólico y hasta relajante para conciliar el sueño el canto de los grillos y el croar de las ranas, pero a cierta distancia, no desde debajo de la cama prácticamente ¡joder! Claro, yo con esa edad no tenía problemas para dormir y no entendía la constante reacción airada de mi familia.

Una rara y vistosa clase de libélulas y una especie de mariposa que llamabamos linda por sus bonitos colores eran un objetivo difícil de conseguir. Ingenié de cargar el tirador (tirachinas) con arena en vez de una piedrecita (decíamos chinato) y el resultado de la caza fue todo un éxito.

Un primo mio y yo pretendimos transformar uno de los charcos en piscina ¿particular?, para aliviarnos de los rigores del verano.

El agua nos cubría hasta media pierna aproximadamente y el fondo era arenoso, así que pensamos que extrayendo arena conseguiríamos la profundidad deseada. Pues manos a la obra.

Nos presentamos una tarde con una pala y un cubo (decíamos cuba) y comenzamos la labor, pero en vista de que después de un sudoroso y enorme esfuerzo el resultado era que la arena se iba corriendo y que no conseguimos profundizar más de un centímetro, la pala y el cubo fueron a tomar por culo y nos dimos unos cuantos y refrescantes revolcones en calzoncillos. Así terminó nuestro proyecto de ingeniería.

Lo cierto es que a pesar de las carencias y penurias de la época: Con mis amigos, mis juegos, mis correrías campestres, mi libertad y ¡mi arroyo!, ¡YO FUí UN NIÑO FELIZ!

6 comentarios:

  1. Sin duda que lo fuiste. Quien lo va a saber mejor que tu?
    Me llama la atención que quizá al final la genética nos asemeja más de lo que a simple vista parece, lo digo por mi pasión por el arrollo de mi pueblo, el Matachivos. Al contrario que tu, mis visitas eran siempre en época de sequia(casi siempre) y allí si que había tesoros, unos a simple vista y otros escarbando un poco. Yo no pique para hacer una piscina, pero si que lleve la pala y me pasé muchas horas sacando tierra seca y bichos variados, con el afan y la seguridad de encontrar monedas de oro, dejadas por los romanos. Agua solo tenia en verano después de alguna tormenta, entonces crecia y crecia.
    y las ranas? anda que no me gustan los batracios, desde que recuerdo los he cogido con gusto, los paseo en la mano, los acaricio, y estoy segura, que el principe que esta tumbado aqui a mi lado fue en su momento un sapo.
    Te desea buenas noches tu sobri

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  2. .
    Sin duda, la idea de cargar el tirador con arena es una sutil e ingeniosa invención de absoluta efectividad contra los lepidópteros. Todavía estás a tiempo de solicitar la patente.
    :-)

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    1. Sí,algo así como cazar aves con lumbre,arte ya inventada en la edad media como le cuenta el marqués de la Moncada a Don Mendo. Pero estas invenciones no tienen patente de corso, simplemente se practican.
      Y que coño sabía yo lo que era un lepidóptero entonces.

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  3. Hay que ver las palabritas que se busca mi primito " Lepidóptero" he tenido que ir al diccionario para saber si esta palabra era de este mundo, mundial:-). "tito lolo"... me he reído con ganas al leer el trajín que teníais los veranos en tu pueblo, con el pedazo de Mississipi. Tú, en tu arroyo, y yo en el bordillo de la acera de mi calle cogiendo zapateros (creo que lepidópteros). Poníamos una cañita apoyada en el bordillo, regábamos alrededor poniendo todo muy fresquito para atraerlos, para luego amarrarles un hilo en la cola y tirar de ellos para que volaran.. como si tuvieran ganas de volar los pobres... Con la edad todo se comprende..

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    1. Sí, sí, tu lo que cazabas eran "lepidópteros" y conozco la técnica. Tu primito me ha enseñado también, que una especie de "ortoptero" es el puto grillo vulgaris.
      De acuerdo, con la edad se comprende todo. Por lo menos se pierde el complejo hasta de decir tonterias, aunque siempre tienen un profundo sentido.

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