sábado, 12 de enero de 2013

La Marina, 2



No, no lo lamento y voy a incumplir mi propósito de dedicar una sola entrada a la Marina para no abrumar a quienes no tengan vivencias marineras o si las tuvieron, no las sintieron o simplemente no les guste el tema, pero al menos relataré, aunque sea de forma resumida, tres aspectos que considero peculiares de la Armada, de lo contrario me quedaría una "quemazón" interior que me duraría hasta que la Parca que corta el hilo de la vida, se le antoje usar las tijeras con el mío. Espero pasar desapercibido para ella unos cuantos años más.

COMIDA.- Ya comentaba en la entrada anterior que, en general, se comía bien teniendo en cuenta la época: Desde mediados de 1962 hasta finales de 1965. Y si la alimentación no era mala en las dependencias de tierra, aún era mejor en los buques de guerra, al menos en el mío y en los demás que conocía de la Base de Cartagena.
Lo curioso es que se acudía al comedor para el almuerzo y cena tras la llamada por altavoz: "¡Pasar por la línea! ¡Pasar por la línea!" Una vez allí, cogíamos una bandeja compartimentada de... ¡acero inoxidable! -algo raro entonces- el cubierto y el pan y la deslizábamos, uno tras otro, por una especie de pasarela mientras que los cocineros nos iban rellenando los huecos y ¡hala! a sentarnos a las mesas. En realidad era un sistema muy americanizado. Navegando, si la mar estaba un poco revuelta, había que ser precavido y sujetar la bandeja con una mano, de lo contrario podía caer el contenido encima de uno UNO y lo peor es que cayera encima de OTRO.

Después de las largas guardias navegando de noche, siempre nos podían servir en la cocina un tazón de sopas de ajo calentitas, en realidad un revuelto licuado de pan, ajo y huevo. No es que resultasen precisamente un manjar, pero para el frío y el agotamiento, resultaban reconfortantes.

Otra distinción más, es que a los marinos nos pagaban las llamadas RACIONES A PLATA, o lo que es lo mismo, después de un permiso, nos abonaban el valor diario de lo estipulado por persona para comida, multiplicado por los días de ausencia. Un dinerito extra que se daba en varias ocasiones al año. Creo recordar que nuestra paga ordinaria de cabos segundos especialistas era de 656 pesetas mensuales, incluida la prima de embarque, con lo que yo procuraba cubrir mis gastos personales sin recurrir en lo posible a la ayuda económica familiar
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VESTUARIO.- Al contrario que en las otras Armas, en la Marina nos equipaban de un completo ajuar de uniformes y calzado para los dos años que entonces duraba el servicio militar obligatorio y éste quedaba en PROPIEDAD. Después algunas  prendas se podían acondicionar para uso particular, en especial el chaquetón marinero de color azul y botones de ancla, parecido a lo que en la vida civil llamaban "lobo marino". A los profesionales, nos entregaban nuevas prendas finalizados los dos primeros años. Para su transporte en permisos o traslados usábamos un gran saco de lona de color crudo, por lo que era típico en las bases navales y  en determinadas poblaciones de destino o tránsito, ver marineros caminando con ese bulto sobre el hombro. En primavera y verano se vestía de blanco y de azul en tiempo de frío. A bordo, como ropa de faena, usábamos un atuendo cómodo y "chulo", como se dice ahora: Una especie de botines hasta los tobillos, con piso de goma labrada como antideslizante, pantalón largo de color gris y un polo blanco de cuello redondo. Si hacía frío se añadía un jersey azul de lana con cuello de cisne. Íbamos descubiertos, salvo la  guardia de portalón en los puertos.

SOLEDAD.- Las noches de navegaciones de maniobras en alta mar, las largas horas de guardia arriba, en el Director de Tiro, junto a mi entrañable compañero, José Antonio Aliau, de San Carlos de la Rápita (Tarragona), el continuo murmullo  del agua surcada por el buque en su avance y el bramido del oleaje, a veces tan impetuoso, que rompía contra el casco inundando a ráfagas la cubierta, ha quedado grabado en mi mente para siempre. Pero sobre todo, la profunda sensación de SOLEDAD, atenuada por la visión lejana de alguna tenue luz en la superficie, que significaba compañía, que no estábamos solos en la tenebrosa inmensidad del océano. En algunos amaneceres, teníamos la compensación de contemplar la majestuosa belleza de la salida del sol y entonces... entonces todo comenzaba a renacer
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Como homenaje a todos los hombres y mujeres de la mar, finalizo estos relatos dedicados a la Marina, con este enlace para poder escuchar: la SALVE MARINERA, entonada en actos solemnes y de forma particularmente emotiva algunos atardeceres, navegando y formados en la toldilla, (cubierta de popa).

P.D. No he conseguido enlace apropiado para visionar o escuchar una navegación nocturna con mar gruesa, o la Salve Marinera entonada a bordo.

28 comentarios:

  1. No me deja entrar en el enlace y si me creo que tu no te ibas a reconcomer la cabeza sin soltar marina 2. pero te diré que ha merecido la pena...
    Muy bonito.

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    1. Bueno, ya puedes escuchar la salve marinera, merece la pena. Ya me comentarás.
      Besos, hija.

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    2. no me entero bien de la letra pero vale. precioso. Los pelos de punta.

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    3. Yo tampoco recuerdo la letra por completo, será poruqe como canto "tan bién", solo movía los labio y simulaba que lo hacía, pero al menos no desentonaba a los demás.

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  2. Tiene que ser increíble eso de estar de guardia por la noche y escuchar todos los ruidos nocturnos en el mar (nunca he estado en un barco más grande que el que lleva a Melilla y Ceuta).

    ¿Dos años completos de mili? Eso es una vida entera -destrozarían el futuro de muchos estudiantes y muchas relaciones-. Ahora parece increíble que obligaran a la gente a dar tanto tiempo de su vida para jugar a los soldaditos.

    En las bases militares en las que viví (mi padre era militar del ejército del aire) y los destacamentos, todo lo relacionado con la comida tenía su lenguaje propio. La comida nunca era tal, se le llamaba rancho y los bollos de pan se llamaban chuscos. La calidad de la comida dependía del capitán y el sargento que estuvieran de cocina (todos sisaban, pero algunos más que otros).

    Entretenido relato.

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    1. Cierto, la noche con el ruido de la mar revuelta y sobre todo sin luz en casos de ejercicios de combate, eran sobrecogedoras.
      Si, en aquellos años la "mili" en la Marina era de dos años, creo que seis meses más que en las otras dos Armas. Excesivo. Pero no al princio en mi caso, pues me fui como profesional, aunque luego me salí. Para el caso de estudiantes, existían las llamadas Milicias Universitarias, que eran solo unos determinados periodos en los veranos con los grados de sargento o alferez, por lo que no les rompían mucho su vida de estudios, aunque no recuerdo que esas Milicias se dieran en la Marina.
      También la Armada tenía su propio lenguaje y, al menos, en los buques de guerra no hablabamos de rancho ni chusco.
      Si tiene ocasión, podría enlazar con la entonación de la Salve Marinera que antes comentaba. Creo que resulta emotivo, al margen de creencias religiosas.
      Gracias.

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    2. Sí, efectivamente, ya funciona el enlace de la Salve Marinera. Me ha hecho recordar que cuando caía la tarde y recogían la bandera, los soldados cantaban el himno del ejército del aire. Hacía siglos, una eternidad, que no lo escuchaba (ahora he tenido la tentación y, por supuesto, ha sido fácil encontrarlo en youtube). Gracias por refrescar mi memoria con cosas que tenía en el completo olvido.

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    3. Gracias. Pero, repito, lo particarmente emotivo, era su canto en alta mar al atardecer y con mar gruesa.

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    4. Perdón, no me había percatado hasta ahora, que estoy de repaso, lo del enlace con el himno del ejercito del aire. Lo había escuchado, pero ni idea de la letra y me ha venido bién que figure en pantalla. Emocionante. Yo opté de nuevo por la vida civil a 22 años, pero en mi caso, la Marina de dejó "huella"

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  3. Buenos relatos Manuel, espero que sigas con este tema, pues despierta muchas pasiones. Espero que sigas con este viento fresco por la aleta de babor surcando los mares que se inician con esta andadura de Marina 2. Un saludo.

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    1. Gracias Arminio. Valoro tu comentario como profesional.
      Ya comenté en otra ocasión, que pensaba dedicarle cuatro capítulos a la Marina, pero que mis "próximos" insistian que los resumiera en uno, para no aburrir a los posibles lectores que no tengan nuestras vivencias y sentimientos. Era lo que iba a hacer, pero al final les he hecho un caso a medias y no he podido resistir la tentación de añadir esta entrada y "soltar" lo que siento. Que le vamos a hacer, habrá que abandonar el buque, aunque sea por la amura de estribor.
      Muchas gracias.

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    2. Ah¡ Arminio, se me olvidaba comentar que la fragata que figura en la foto de cabecera de la entrada anterior, (D-34), era la Furor, donde estuve un año, el siguiente fuimos a Ferrol y nos cambiaron a la Rayo, ya modernizada, (D-35), y regresamos a Cartagena, donde estuve otro año.
      En la foto de esta entrada, como quería que figurase la base de esa ciudad, donde estaba destinado, se pueden ver, de popa, cuatro destrutores de los cinco llamados popularmente los " 5 Latinos", por coincidir en la época con el apogéo del grupo cantante argentino del mismo nombre. Yo tenía un amigo en uno de ellos, el Jorge Juan,(D-25), con quien aun mantengo contacto teléfonico y figura conmigo en mi muro de Face-Book.
      Saludos.

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  4. Buen relato,como todos los anteriores. ya nos tienes acostumbrados a tus lectores a relatos amenos e interesantes.
    Me ha gustado La Salve Marinera (que no Rociera...Jajaja)
    Espero el siguiente, LOBO DE MAR.

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    1. Sí, fui un lobo de mar. Solo me mareé una sola vez y fue en la primera navegación, pero parece que me sirvió de "vacuna", pues nunca más me ocurrió, aunque el barco se diera la vuelta.
      Por cierto, una sola vez y me costó pagar ¡17 cervezas!, por fanfarrón y apostar diciendo que yo no me mareaba, basandome en unas cortas navegaciones que hasta entonces había hecho, como prácticas.

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  5. Muy buenas historias marineras si señor, espero que sigas con ellas pues me atrae personalmente, me gusta saber todo como nos cuentas en esa época de los 60 cuando nací, como estaba la España de entonces.
    Me imagino como un bellotero (sin ofender pero un bellotero) se embarcó para probar suerte. Solo tus paisanos Balboa, Pizarro, Cortes y un largo etc.….demostraron con su ilusión y ganas de conocer mundo lo mucho que tenemos de historia. Al fin también eran belloteros.
    Saludos FAMYLI.

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  6. Podía hablar mucho sobre este tema, pero centrandolo solo en esos heróicos "belloteros", a cuya estirpe pertenezco, te recuerdo que tu también tienes en tus genes un "buen monton de bellotas"
    Un abrazo.

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  7. Bueno, no ha estado mal. Los tiempos cambian que es una barbaridad. Años más tarde de desembarcar definitivamente de la Armada, teniendo mi barco (mercante) que pasar por limpiar fondos en Cádiz, aproveché para visitar la Esc. de Suboficiales donde estudié para el curso de Ingreso en Marín. Me invitaron a comer y noté una gran diferencia de antaño. Te enviaré una foto que me hice con los "5 latinos" de fondo.¡A ver si la encuentro!.
    Un saludo.

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    1. Gracias por el comentario. Cierto que los tiempos cambian rápidamente, de todas formas dejo en muy buen lugar a la Marina, al menos la que yo viví.
      He relatado mis sentimientos lo mejor que me han permitido mis escasas dotes narrativas y procurando recorda con fidelidad, teniendo en cuenta que han transcurrido casi 50 años, ¡ahí es na!

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  8. .
    Parece que las sopas de ajo son una tradición de la Armada española que viene de muy antiguo y que, al no existir mejor reconstituyente y reconfortante, aún se sirve en las noches de alta mar.

    Lo extraño es que, como avezado cocinero que eres, no recuerdo que prepares tal plato y justo sería -que si de tal plato tal astilla- nos invitaras un día a degustar tal sopita.

    :-)

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    1. No sabía que lo de las sopas de ajo, particularmente en las noches de navegación, viniera de antiguo en la Armada y menos que aún siga esa tradición.
      Bueno, pensaré en proponerme cocinar algún día tal plato, que hasta ahora nunca he elaborado. En tal caso, claro que os invitaría a degustarlo.

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  9. Buena experiencia, al final lo mejor los camaradas.Lastima no haberme guardado algun arma de destruccion masiva.

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    1. Pues mira, como yo era de especialidad Artillero Naval, manejé y disparé imnumerables veces todas las armas de superficie, no las de profundidad como las cargas y erizos, pero, puedo asegurar que ninguna estaba concebida para la destrucción masiva, aunque tal vez no pensaran lo mismo los pobres peces, pues muchos de ellos flotaban sin vida tras las explosiones profundas, cuando "jugabamos a la guerra". Así, que lo siento, no fue posible satisfacer tu deseo.

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  10. Me encantan los himnos militares(me lo transmitiria mi padre)
    este de la Salve Marinera no lo conocia,el que me emociona y pone los "pelos de punta" es el de la legión.
    Ya veo que vuelve a salir el mundo del circo,con lo del malabarismo de las bandejas.Recuerda a peliculas donde se vé como se deslizan los objetos de un lado hacia otro¡en el mejor de los casos.
    Es un mundo que siempre me ha atraido,la unica experiencia cercana fue, la jura de bandera de Raquel,de la cual disfruté mucho.
    ¡Que experiencias!a lo largo de tu vida y ¡las que te quedan!.
    He disfrutado como una "enana", si ya se....
    Guardaré tu envio junto con tu carta. besos

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    1. Yo también soy muy "marchoso". Sí, el himno de la Legión es muy marcial, pero la Salve Marinera entonada navegando al atardecer, es algo sobrecogedor. Son cosas distintas. Bueno, lo de entonar no iba conmigo, que solo movía los labios para no joder los acordes.
      Besos. Hasta pronto.

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  11. Hola Manolo: Despues de confirmar que eres el Manolo con el que conviví largo tiempo en la Marina, te voy a contar brevemente lo que fué de mi vida despues de licenciarnos.
    En Diciembre de 1965, Perico Morales y yo, que habíamos escrito a CRAME para conseguir trabajo, vinimos a Madrid y nos hicieron un examen de aptitud. Aprobamos los dos y a primeros de enero del 66,nos incorporamos, Pedro a la delegación de Alicante y yo a la de Cádiz. Estuve en Cádiz, Algeciras y Barbate hasta Abril del 66 en que me trasladaron a Santander. Allí estuve 4 meses hasta que Secundino que ya trabajaba en IBM me convenció para que me presentara. Aprobé tambien y empecé a trabajar primero como técnico de hardware y doce años despues como técnico de software hasta diciembre de 1998 en que me prejubilé con 55 años. Tengo tres hijas ya emancipadas y sólo una nieta de la mas joven que está casada con un danés y viven cerca de Oxford en U.K.
    Desde que me prejubilé, dedico el tiempo a mis múltiples hobbies y no me aburro en absoluto.

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    1. Me alegra mucho haber contactado contigo. El futuro de los que escogisteis electrónica era prometedor, como ya explico en la entrada sigiente (Sevilla, 2).
      A mi también me fue muy bien la vida laboral, en una empresa de Bilbao donde viví 11 años. Me prejubilaron a los 52 años. Tampoco me aburro.
      Te facilito mi correo y si te parece me contestas y me das el tuyo y comentamos más detalladamente: carrascorubiomanuel@gmail.com
      Como verás, todo lo que comento de la Marina te es común. Incluso la cantinela aquella de rebeldía: "Señora, que su hijo no caga, no se preocupe usted, no lo tire, metalo en la Marina y se cagará hasta en su puta madre", creo que era tuya, al menos te la escuché más de una vez. De todas formas, en los buques de guerra no nos fue mal, a mi la Marina me dejó huella: Puede ser también la añoranza de la juventud.
      Recuerdo a los compañeros que mencionas, Pedro Morales Hojas, de Reinosa y a Secundino, aunque no memorizo los apellidos.
      Hasta tus noticias. Un abrazo.

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    2. Manolo: Te voy a mandar a la dirección de correo electrónico que me has dado, algunas fotos en las que estamos en el Rayo y otras que hice cuando estuvimos haciendo el curso de dirección de tiro en la ETANJ.
      Del Rayo fuimos: tu colega el cabo 1º Bugallo, tú, Jose Ignacio Carnicero que estaba conmigo en la dirección de tiro y yo. Una de ellas está sacada en Alcázar de San Juan, donde tuvimos que hacer transbordo.
      A Jose Ignacio Carnicero, todavía le veo de tiempo en tiempo, la última vez comimos con otros tres en en Casino Militar de Madrid.
      Mi dirección de correo electrónico es : delcano_jl@yahoo.com
      En el Rayo, estuvimos en electrónica: Secundino Fernández González, Pedro Morales Hojas, y Vicente Mochales Úbeda en los radares y equipos de navegación y José Ignacio Carnicero Vicente y yo en la dirección de tiro.
      Por cierto, Secundino ha sido uno de los que han estado en Cádiz conmigo la semana pasada. El tío se ha bajado desde Coruña donde vive hasta Cádiz en coche con su mujer.
      Mi mujer y yo y los demás que fuimos, preferimos ir en tren porque conducir tanto tiempo ya no es agradable.
      Bueno, continuaremos la charla por la otra vía.
      Saludos.

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    3. Sí José Luís, seguiremos por el correo normal. ¡Tenemos tanto que comentar!. Cada día alucino más con este medio que ha permitido que contactemos después de casi 50 años.
      Un abrazo.

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