domingo, 15 de julio de 2012

Las uvas


Erase una calurosa tarde de mediados de agosto de 1950 y...., cuando tres niños partimos del pueblo "armados" de tiradores (tirachinas), camino de los cercanos olivares con la intención de cazar pájaros. El resultado, invariablemente, era el fracaso absoluto.

En esa ocasión propuse adentrarnos en un viñedo próximo, repleto de apetitosas uvas blancas, "jartarnos" y "recolectar" algún racimo para llevar al pueblo.

Uno de los niños, menos atrevido, se negó y optó por esperarnos debajo de un olivo

De repente, cuando nosotros dos sólo habiamos cortado algún racimo (que nosotros llamabamos "gajos"), pero aún no nos habiamos comido ni una puta uva, aparecieron dos Guardas Forestales de esos con uniforme de pana, banda de cuero que les cruzaba el pecho con un óvalo de latón, con la gravación: GUARDA FORESTAL, sombrero de ala ancha, con una escarapela lateral con los colores de la bandera nacional y armados con una especie de escopeta, que creo llamaban Tercerola ¡Joé que miedo! Vi de soslayo que uno era Marquito, muy conocido de mi padre.

Mi reacción fué huir corriendo, por ello tiré del brazo de mi amigo para que hiciera lo propio, con tan mala fortuna, que provoqué su caída y quedó "prisonero" del "enemigo".

No paré de correr hasta llegar al pueblo y allí estaba ya el que se quedó debajo del olivo, que no nos avisó del avance de los guardas, por miedo a delatarse el mismo. Así que nos dejó abadonados a nuestra propia suerte y se volvió corriendo.

En esto que pasa otro grupo de amigos liderados por uno ya mayor (seminarista) quién disponía de un balón de ¡REGLAMENTO!, de esos de cuero con una costura del mismo material, para encerrar la válvula. Costura que si te daba en la cabeza te hacía una pitera (herida). Todo un lujo para quienes no disponiamos mas que de alguna pelota o balón de goma.

Me invitaron a jugar en la era de La Cruz (Las eras eran los únicos sítios del pueblo donde se podía pelotear con cierta comodidad). Ya había participado allí en otras ocasiones, pero ahora no sabía que inventarme para declinar la invitación, pendiente como estaba de saber noticias de mi amigo "detenido", pero no era conveniente decirles el motivo real de mi negativa. El caso es que me quedé en espera de acontecimientos .

Por fin veo a mi amigo bajar por el llamado cerro de Las Cornejas y que va al arroyo, a unos de los escasos charcos que se mantenían en verano. Me presento allí y veo que se está lavando los calzoncillos ¡SE HABÍA CAGAO DE MIEDO! y me dijo aún sollozando que lo habían obligado a delatarme y que nos habían puesto una multa a cada uno de cinco duros ¡CINCO DUROS DE LA ÉPOCA!

Me aterraba la idea de que vinieran a reclamarle a mi padre la para mi tan enorme cantidad de dinero y la noticia me tuvo insomne varias noches, hasta comprobar que mi padre no decía nada ni tampoco Marquito el guarda a quién veia a veces en el pueblo, pero desde lejos. No me atrevía acercarme a él . Comprendí entonces que sólo se trataba de un susto y fuí recobrando mi vida rutinaria.

Será en venganza de aquella angustia o por inclinación propia, que todavía cuando paso andando o en coche por un viñedo propicio, no resisto la tentación de pararme y coger algún racimo y no me importa que las uvas sean blancas como aquellas, negras o moradas .
 

11 comentarios:

  1. .
    Menos mal que junto al miedo de la detención tu amigo no comió uvas de ese racimo que imaginamos calentorro, pues la descomposición intestinal hubiera llevado el material evacuado hasta las primeras casas del pueblo.

    Saludos desde el Cerro del Hierro.

    :-)

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    1. Curiosa coincidencia, pués años depués, con ese mismo amigo, me "jarté" de comer melones calentorros en el melonar de su padre y volvimos al pueblo trotando sobre un burro sin aparejos, el resultado fué un cólico terrorifico. A punto estuvo de ser ¡CÓLICO MISERERE!

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  2. Vaya noches largas que pasarias temiendo que viniera tu padre hablando de uvas y duros. Hace me contaron de un vecino de aqui, que con 6 año robó un paquete de chicles de una gasolinera, y se lo ha contado casi 20 años después a sus padres, semanas se pasó temblando de miedo cada vez que sonaba el tiembre, y estuvo años sin entrar en esa gasolinera, que era el lugar de comprar los dulces camino del colegio.
    Una buena historia y que me recuerda a eso de Mi vino y mi Rosario...
    Besos desde la ciudad humeda, donde llueve desde hace meses.
    Tu sobri

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    1. Sobri, bonita historia la del robo del paquete de chicles, pero en los tiempos que yo refiero no hablabamos de "ROBO". Había ocasiones en que había que llenar el "buche"

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    2. Sobri: Está bién lo del robo del paquete de chicles, pero en los tiempos a que me refiero no hablabamos de "ROBO". Había ocasiones en que se trataba de llenar el "buche"

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  3. Tienes razón! Eso no era robo.
    Manolín, no te olvides de contar alguna vez tus ventajas por no tener olfato, me gusta mucho cuando cuentas lo de de los animales muertos, los buitres y tu valor.
    Creo que tu blog va a ser de estos que enganchan. Podias contar también alguna travesura de tu hermano mayor.
    Besos desde la ciudad que en pleno verano "disfruta" de 16 grados, lluvia y chaquetita.
    Tu sobri

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    1. Ya tengo in mente la vida infantil de mi hermano mayor, durante la guerra civil ya que desgraciadamente he de recoger su testigo.
      Todo se andará, mujer, todo se andará.

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  4. Niño, me ha encantado la historia; sobre todo la descripción que haces de los guardas forestales y de los lugares de tu pueblo. Tu amigo el cagón, (nunca mejor dicho) tuvo lo que se merecía por miedica.

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  5. Pués sí, pero mas miedica fué el que no se atrevió a entrar en la viña y salió corriendo sin avisarnos de la llegada de los Guardas

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  6. Vaya, qué bien contado. ¡Ja y qué gamberros!!! Una historia muy divertida

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    1. Me alegro que te haya divertido. Pero en aquellos tiempos, a veces, había hasta "jambre"

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