En el verano de 2017, mi mujer
y yo optamos por conocer la variante de viajar mediante un circuito turístico en
autobús, en vez de repetir los cruceros marítimos de los dos años precedentes,
a los que ya dediqué las correspondientes entradas.
Elegimos uno con destino a
Italia, organizado por la empresa turística Travelplan, llamado: “Encantos de
la Toscana y Roma”. En realidad,
debieran añadir también la Umbria, región incluida en el itinerario y de la que
visitamos dos de sus más afamadas ciudades, como son Asís y Perugia, su
capital.
La experiencia nos resultó
inolvidable por la grata compañía encontrada, por la experta dirección de
Isabel, la responsable del grupo --a quien dedicaré el siguiente párrafo--, por
la destreza del conductor, el napolitano Máximo, y porque nos sucedieron una
serie de incidentes y vivimos momentos de angustia, pero, por fortuna de esos
que, una vez superados, quedan para ser contados a modo de divertidas
anécdotas.
Isabel, siempre presente,
aunque sustituida en determinadas visitas por guías locales según lo
establecido, resultó ser una mujer instruida, desenvuelta, atractiva, con
sentido del humor y no exenta del firme carácter preciso para la brega con
dispares grupos, a lo largo de siete meses de ininterrumpido trabajo por Italia
y en ocasiones por otros países europeos.
Bueno, pues sin más preámbulos,
doy principio a estos relatos.
Domingo
23 de julio.-
En vuelo directo desde Sevilla,
a las 23.45 aterrizamos en el aeropuerto Leonardo da Vinci, situado en
Fiumicino y cercano a Roma. Llegamos con antelación a la hora prevista, pero
luego hubimos de permanecer largo rato a
bordo de la nave en espera de que llegara la escalera de desembarque y el
autobús para trasladarnos a la distante terminal.
Confundidos, siguiendo al gentío
que avanzaba, terminamos en la inmensa sala de llegadas, pero atrás quedó el
equipaje facturado. Retroceder estaba prohibido. Allí nos esperaba ya quien
había de llevarnos en coche hasta el hotel. Enterado del caso, nos informó que,
para poder entrar de nuevo, era preciso gestionar la recogida del mismo en la
oficina de los “carabinieri”.
Realizados los trámites
oportunos, retorné hasta las cintas transportadoras, donde, por fin, para mi contento,
divisé nuestra maleta dando vueltas en solitario.
A continuación nos pusimos en
camino hasta el hotel Barceló Aran Park. El conductor, Bruno, un napolitano
gracioso, nos amenizó el recorrido contándonos en un español fluido, que la
madre le prohibió viajar a España, donde el padre marchó y nunca regresó, pero
el destino motivó a Bruno casarse con una santanderina, así que no tenía más
remedio que hacer caso omiso al mandato materno. Después, mi mujer me contó,
que cuando yo marché en busca del equipaje, le aconsejó riéndose, que
aprovechara la ocasión para librarse de mí.
Cuando finalmente llegamos al
hotel era la 1:45 de la madrugada. El recepcionista nos señaló el tablón
donde estaban expuestas las rutas para ese mismo día. La nuestra estaba fijada
para las 7:30, o sea, que disponíamos de escaso tiempo para el descanso.
Lunes
24 de julio.-
A las 7:30 de la mañana, cuando
ya estábamos dispuestos para subir al autobús, nos enteramos por Isabel que la
tarde anterior había mantenido una reunión con gran parte de los compañeros de
viaje ya presentes en Roma y habían acordado demorar la salida a las 8:00 horas;
hora a la que daría comienzo nuestra intensiva andadura.
La primera parada fue en la la
ciudad medieval de Asís, enclavada
en la cima de un monte coronado por un castillo
del siglo XIV, llamado la Roca
Mayor.
Visitamos primero la basílica de Santa Clara, para después
caminar hacia la de San Francisco situado al lado opuesto de la ciudad, paseando
por bellas calles, en las que destaca un templo romano erigido a Minerva.
Lloviznaba de forma intermitente.
La impresionante y artística basílica de San Francisco está
construida a dos alturas. Iniciamos la visita por la planta baja y cuando
aparecimos en el claustro situado en
la superior, nos sorprendió un intenso
aguacero, que en aquel escenario medieval nos sobrecogió.
Seguidamente, paramos para
comer en el restaurante del hotel Windsor. Con todo cuanto me gustó Italia, en
mi caso particular, fue precisamente la gastronomía el aspecto negativo, pues
poco amigo de los platos de pasta, éstos no faltaron en nuestros menús, bien en
el almuerzo, bien en la cena, cuando no en ambas comidas.
Continuamos viaje hacia Perugia, divisando a nuestra izquierda
el lago Trasimeno, famoso por librarse en su entorno la tercera de las batallas
de la II Guerra Púnica, en la que los ejércitos de Aníbal infligieron una nueva
y severa derrota a las legiones romanas.
Entramos en Perugia por una fortificación medieval, construida sobre una fortaleza etrusca,
según nos mostró la guía local. Esa región estuvo habitada tanto por etruscos
como por umbros, pueblos luego sometidos por los romanos, pero con los que se
mezclaron, entrando a formar parte de su civilización.
Después, caminata extensa por
la ciudad, contemplando sus bellas calles y plazas, o bien visitando el
interior de notables edificios.
Dispusimos de tiempo a nuestra
libre disposición, especialmente para compras, pues son típicos de allí los
productos elaborados con trufas, derivados de las mismas y salsas sucedáneas.
Ese atardecer llegamos a un
antiguo monasterio convertido en hotel, el Fattoría
Pitiana, situado en la cima de uno de los montes florentinos, distante unos
25 kilómetros de Florencia. Las vistas eran maravillosas, con abundantes
cipreses, árbol emblemático de la Toscana. Allí nos alojamos 3 noches y nos
sirvió de punto de partida para el recorrido por la región.
Bueno, pues aquí doy término a
esta primera entrada. Continuaré con el relato por jornadas completas.
Isabel, la responsable del grupo, me responde el 9-1-18 a un correo e., indicando que le gustó lo escrito y agradeciendo cuanto de ella escribo.
ResponderEliminar10-1-18. Respuesta a mi correo e. de Lucía, amable señora componente del grupo. Hablaré de ella, su joven hijo, Emilio y su pareja Chema, en próximas entradas.
ResponderEliminarComo resumen solo expongo, su opinión de que lo escrito les hizo revivir el viaje.
Bueno, esta claro que lo que no os pase...
ResponderEliminarLo siento pero me tuve que reír con volver por las maletas, pensé que ese tipo de cosas solo me pasaban a mi.
Y anda que el del bus, no es tonto, no, tirándole los tejos a Asun...
Como siempre bonita vista del viaje.
Bueno, hija,entramos en Italia con un incidente tenso por mi despiste, pero al final divertido.
EliminarBueno,entiendo que el conductor del coche que nos trasladó a Roma, el simpático napolitano Bruno, solo pretendió dar un poco de humor a la situación.
Ya iré contando más situaciones, unas un tanto angustiosas y otras divertidas, pero todo contribuyó a que el viaje resultara inolvidable. Nos encantó cuanto vimos y como vivimos Italia.
Besos.
Manolo...cuidado con Asun que se puede quedar, algún día, enamorada de Italia. Me tienes intrigada con los accidentes angustiosos de los que hablas. Avísame cuando termines la 2 parte. 😘
ResponderEliminarEstoy intrigada por los accidentes angustiosos que comentas. Ahhh cuidado con Asun que está muy guapetona.
ResponderEliminarTe avisaré. En esa segunda siguen esas situaciones de las que fuimos saliendo hasta con humor.
EliminarEs fácil enamorarse de Italia.
No creo que aquel italiano actuara como ligón, porque vio mi apuesta figura. Fue realmente simpático.
Abrazos.
Sounds like a great trip Manuel....am looking forward to reading the rest. Un abrazo John
ResponderEliminarWow, John!!!
EliminarI feel very happy for your answer. Thank you very much.
The next chapter will be more fun. I hope so.
Big hugs.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarVaya nivel que esta tomando tu blog!!! Ya hasta en inglés!
ResponderEliminarHubiese seguido leyendo un buen rato más. Que bien contado y que interesante. Esa zona de Italia y en tu compañía....vamos que tenías que viajar gratis e ir hablando tu a los viajeros del autobús.
A diferencia de lo que te pasa a ti, a mi me gusta muchísimo la pasta y la comida italiana en general. Deseando estoy hacer un viajecito por allí. Pero ahora he visto que hay vuelos de Karlsruhe a Edimburgo, y también es tentador. Cuantos sitios para ir pero por ahora seguiré disfrutando de tus relatos viajeros.
A ver que es lo que te pasó en Italia.
Besos de tu sobri
John es persona muy apreciada por mi. Pareja de Chris, nuestra profesora de inglés. Él nos da alguna clase.
EliminarBueno, las guías y los guías que nos atendieron estaban tan preparados, que no hubiera podido igualarlos, ni con mucho.
Bueno, a mi también me gusta relativamente la pasta. Una sabrosa sopa de cocido con fideos, incluso algunos platos de pasta ya preparada de una conocida marca. Aquella estaba cocinada, como acostumbran, sin refrito previo, que serán platos muy sanos, pero que me resultaban insípidos. Las pizzas que comimos en Roma si me gustaron, pero tan buenas, aun mejores, las como en Sevilla. Al menos para mi gusto. Claro, que no probamos las napolitanas, que nos comentaban que son de excelente calidad.
Pues nada, una "escapada" a Edimburgo y otra a Italia.
Ya empezaron los incidentes nada más llegar, pues lo pasé mal con el despiste del equipaje. También resultó un poco pesada la espera dentro del avión. Siguieron más tropiezos que iré contando.
Abrazos.
Ya estoy aqui!!! En primer lugar decirte que solo con el nombre del circuito es obligado el viaje.
ResponderEliminarMe parto con tus "aventuras"personales unidas a los trayectos, hacen los relatos muy entretenidos jajaja.
La Toscana es una zona que me atrae, muy vivida a través de películas básicamente.
Se da la circunstancia que parecido a tu viaje, fué el que hizo Sergio (mi nieto) en primavera en su viaje de fin de curso. Lo gracioso es que guardo instantáneas muy parecidas de los mismos edificios con dos o tres meses de diferencia tanto de Siena, Asís, Florencia, Roma....
Precioso viaje y disfrutando a través de vosotros.
Besos
Sharon.
¡Pues bienvenida!!! Ya te echaba en falta.
EliminarCuriosa casualidad con el viaje de Sergio. Con esa edad, seguro que disfrutó de lo lindo. En realidad, teniendo salud, a cualquier edad, pues Italia tiene mucho que ver. También conocimos Venecia en otra ocasión. Una maravilla.
Tamto en Roma, como en Atenas, sentí veneración y la cuna de nuestras raíces
A ver si tenéis ocasión de alguno de esos viajes, pues aun tendréis oportunidades.
Las "aventuras" se intensificaron más adelante.
Abrazos.