*Miércoles
12 de octubre, 2016.-
Camino de Oporto nos desviamos
de la autopista para acercarnos a la península de Peniche y allí, desde el cabo
Carboeiro, divisar el cercano
archipiélago de las pequeñas Islas
Berlengas y observar su colonia de aves
marinas y algunas de paso a poca altura sobre las aguas, como los alcatraces.
También disfrutamos del
panorama de unas costas en pleno mar abierto, que seguían siendo tan escarpadas
como las que vimos más al sur y seguidamente nos incorporamos de nuevo a la
autopista para continuar viaje y comer en la próxima área de servicio.
Esa tarde llegamos a Oporto donde, para recoger las llaves,
nos entrevistamos con el dueño del amplio piso que se le había alquilado para
tres días.
Después de aposentados,
marchamos a un moderno y grandioso centro comercial, dentro del que había un
hipermercado Continente, donde nos abastecimos para cenas y desayunos en el
piso.
*Jueves
13 de octubre.-
Dedicamos la jornada a recorrer
caminando gran parte de las calles del centro de la preciosa ciudad de Oporto y
su amplia y bella plaza principal,
llamada de Los Aliados. Visitamos
los monumentos más conocidos, destacando la Iglesia de los Clérigos y su
emblemática torre.
Por las largas colas,
desistimos en primera ocasión de entrar en la librería Lello, que por su valor histórico y artístico está
considerada como de las más bellas del mundo. Aprovechamos para comer en un
restaurante cercano: A Tasquinha y
después sí, tuvimos oportunidad de visitarla por el menor número de personas en
espera.
Resulta muy ingeniosa la
organización establecida para la visita: como la cantidad de visitantes era
masiva y muchos eran simples mirones que entorpecían la actividad comercial,
ahora es preciso sacar previamente una entrada por un coste de tres euros,
cantidad que te descuentan si realizas alguna compra.
Otro monumento representativo
de la ciudad, en este caso una gigantesca estructura de hierro, es el puente Luis I que consta de 2 plataformas.
Por la inferior circulan coches y peatones y por la superior, peatones y el
tranvía.
Esa tarde, después de pasear
por la margen izquierda del río Duero, que corresponde a Vila Nova de Gaia, o
simplemente Gaia, lo atravesamos caminando por abajo, para luego caminar por la
parte derecha, que pertenece a Oporto. Ambas márgenes las componen calles muy
animadas, repletas de bares, restaurantes y terrazas.
La independiente ciudad de Vila Nova de Gaia está tan poblada como
Oporto, aunque ésta da nombre al área metropolitana. Curiosamente, en la calle
de Gaia paralela al río, se localizan las bodegas del famoso vino de Oporto.
Resulta extraño que en España,
en general, solo se habla de Oporto. Al menos, en mi entorno, nunca escuché
noticias de Vila Nova de Gaia.
Antes de recogernos en el piso,
viajamos en el coche para caminar por la zona costera próxima a la
desembocadura del Duero.
*Viernes
14 de octubre.-
Iniciamos la actividad
turística con un breve crucero desde
Gaia para conocer todo el entorno del río
Duero y los seis puentes que comunican ambas orillas.
Seguidamente, en Gaia montamos
en un teleférico que sube hasta la
proximidad de la plataforma superior del puente Luis I. Lo atravesamos hasta
Oporto donde comimos y después caminamos hasta la terminal de un funicular que
nos llevó a la parte baja de la ciudad.
A continuación, viajamos más
hacia el norte, hasta Braga, que
visitamos caminando. Nos encantó esa histórica ciudad, por su catedral, sus
iglesias y una plaza con dos fuentes, cuyos surtidores dibujaban variados y
bellos juegos con sus altos chorros.
De sus calles es de destacar
una, próxima a la plaza de las fuentes, decorada a lo largo de toda su parte
central por un frondoso y florido jardín de múltiples colores.
Podíamos divisar sus cercanos y
boscosos montes, donde sobresale el conocido Santuario del Bom Jesus, pero ya
no tuvimos tiempo para llegar con la luz del día y optamos por regresar a
Oporto.
*Sábado
15 de octubre.-
Ya esa mañana iniciamos la ruta
de retorno a Sevilla, parando en primera ocasión para visitar y ver el monasterio de Batalha. Es de gran belleza, en estilo gótico tardío y mezclas de
arquitectura manuelina.
La otra parada prevista era
en Évora.
Teníamos intención de entrar en la tétrica y conocida Capela dos Ossos, pero no fue posible porque llegamos a la hora de
cierre, así que después de un paseo por la ciudad, continuamos viaje hasta
Sevilla, donde llegamos sobre las 22.00 horas.
Bien, pues aquí doy remate a la
crónica de aquel extenso recorrido por tierras portuguesas del que tanto
disfrutamos y que nos permitió constatar que nuestro país vecino y hermano,
tiene mucho que ofrecer a los visitantes en monumentos, paisajes, gastronomía
y, en general, la amabilidad de sus gentes.