martes, 28 de noviembre de 2017

Ruta lusitana, 2.


*Miércoles 12 de octubre, 2016.-

Camino de Oporto nos desviamos de la autopista para acercarnos a la península de Peniche y allí, desde el cabo Carboeiro, divisar el cercano archipiélago de las pequeñas Islas Berlengas y observar su colonia de aves marinas y algunas de paso a poca altura sobre las aguas, como los alcatraces.

También disfrutamos del panorama de unas costas en pleno mar abierto, que seguían siendo tan escarpadas como las que vimos más al sur y seguidamente nos incorporamos de nuevo a la autopista para continuar viaje y comer en la próxima área de servicio.


Esa tarde llegamos a Oporto donde, para recoger las llaves, nos entrevistamos con el dueño del amplio piso que se le había alquilado para tres días.

Después de aposentados, marchamos a un moderno y grandioso centro comercial, dentro del que había un hipermercado Continente, donde nos abastecimos para cenas y desayunos en el piso.

*Jueves 13 de octubre.-


Dedicamos la jornada a recorrer caminando gran parte de las calles del centro de la preciosa ciudad de Oporto y su amplia y bella plaza principal, llamada de Los Aliados. Visitamos los monumentos más conocidos, destacando la Iglesia de los Clérigos y su emblemática torre.


Por las largas colas, desistimos en primera ocasión de entrar en la librería Lello, que por su valor histórico y artístico está considerada como de las más bellas del mundo. Aprovechamos para comer en un restaurante cercano: A Tasquinha y después sí, tuvimos oportunidad de visitarla por el menor número de personas en espera.

Resulta muy ingeniosa la organización establecida para la visita: como la cantidad de visitantes era masiva y muchos eran simples mirones que entorpecían la actividad comercial, ahora es preciso sacar previamente una entrada por un coste de tres euros, cantidad que te descuentan si realizas alguna compra.


Otro monumento representativo de la ciudad, en este caso una gigantesca estructura de hierro, es el puente Luis I que consta de 2 plataformas. Por la inferior circulan coches y peatones y por la superior, peatones y el tranvía.

Esa tarde, después de pasear por la margen izquierda del río Duero, que corresponde a Vila Nova de Gaia, o simplemente Gaia, lo atravesamos caminando por abajo, para luego caminar por la parte derecha, que pertenece a Oporto. Ambas márgenes las componen calles muy animadas, repletas de bares, restaurantes y terrazas.


La independiente ciudad de Vila Nova de Gaia está tan poblada como Oporto, aunque ésta da nombre al área metropolitana. Curiosamente, en la calle de Gaia paralela al río, se localizan las bodegas del famoso vino de Oporto.

Resulta extraño que en España, en general, solo se habla de Oporto. Al menos, en mi entorno, nunca escuché noticias de Vila Nova de Gaia.

Antes de recogernos en el piso, viajamos en el coche para caminar por la zona costera próxima a la desembocadura del Duero.

*Viernes 14 de octubre.-


Iniciamos la actividad turística con un breve crucero desde Gaia para conocer todo el entorno del río Duero y los seis puentes que comunican ambas orillas.


Seguidamente, en Gaia montamos en un teleférico que sube hasta la proximidad de la plataforma superior del puente Luis I. Lo atravesamos hasta Oporto donde comimos y después caminamos hasta la terminal de un funicular que nos llevó a la parte baja de la ciudad.


A continuación, viajamos más hacia el norte, hasta Braga, que visitamos caminando. Nos encantó esa histórica ciudad, por su catedral, sus iglesias y una plaza con dos fuentes, cuyos surtidores dibujaban variados y bellos juegos con sus altos chorros.

De sus calles es de destacar una, próxima a la plaza de las fuentes, decorada a lo largo de toda su parte central por un frondoso y florido jardín de múltiples colores.

Podíamos divisar sus cercanos y boscosos montes, donde sobresale el conocido Santuario del Bom Jesus, pero ya no tuvimos tiempo para llegar con la luz del día y optamos por regresar a Oporto.

*Sábado 15 de octubre.-


Ya esa mañana iniciamos la ruta de retorno a Sevilla, parando en primera ocasión para visitar y ver el monasterio de Batalha. Es de gran belleza, en estilo gótico tardío y mezclas de arquitectura manuelina.


La otra parada prevista era en  Évora. Teníamos intención de entrar en la tétrica y conocida Capela dos Ossos, pero no fue posible porque llegamos a la hora de cierre, así que después de un paseo por la ciudad, continuamos viaje hasta Sevilla, donde llegamos sobre las 22.00 horas.

Bien, pues aquí doy remate a la crónica de aquel extenso recorrido por tierras portuguesas del que tanto disfrutamos y que nos permitió constatar que nuestro país vecino y hermano, tiene mucho que ofrecer a los visitantes en monumentos, paisajes, gastronomía y, en general, la amabilidad de sus gentes.