El pasado día 14 de febrero del año 2013
dediqué una entrada a mi amigo Juan Coy Sánchez, donde describía una serie de
la retahíla de sus ocurrentes dichos, que emplea con frecuencia cuando es
menester.
Dejaba entonces la puerta abierta para
ampliar la lista con los que quedaran en el olvido.
Precisamente, en un rato ayer de amena
tertulia con él y otros amigos, le escuché dos casos que, aunque ya los conocía
de otras veces, no fueron recogidos en la primera publicación y considero que,
de por sí, merecen este breve añadido:
“Agradaó”
de señoritos y “probaó” de zapatos.
Aplica esas que llama profesiones
antiguas a aquellas personas en extremo serviles, que ríen las aparentes
gracias de quienes se sienten sumisas, o
procuran siempre su lisonja. Incluso, llegado el caso, si fuera preciso,
dispuestas a soportar el suplicio del estreno de unos ajustados zapatos nuevos,
hasta entregarlos perfectamente amoldados para un cómodo caminar.