Como por ahora no se me ocurren
otras vivencias que contar, continuaré con los viajes. En todo caso, estos
relatos me sirven de entretenimiento y recordatorio.
Por fatal coincidencia, poco
antes de iniciar el viaje, mi mujer estaba aquejada de fuertes dolores en un
pie, lo que parecía un ataque de gota. Como una vez fijado y abonado todo, para
que te devuelvan el importe del viaje, a pesar del pago de un seguro de
cancelación, tienes que presentar poco menos que un acta de defunción, no creímos
oportuno gestionar un aplazamiento y nos pusimos en marcha.
Tan adversa situación no
impidió el disfrute de la singladura, pero, como iré contando, si la contrarió
en notable medida, especialmente durante las excursiones.
Aparte de mencionar el feliz
recibimiento y encuentro con mis sobrinas Charo y Encarna y mi sobrino Julio y
su mujer en Madrid, donde llegamos el domingo día 28 de junio procedentes de
Sevilla, para abreviar el relato y hacer la lectura menos tediosa en lo
posible, no entro en más detalles de desplazamientos, ni incluso en la parte
más ingrata de los mismos: los trámites, esperas y necesarios controles en los
aeropuertos.
Me sitúo así directamente en
nuestra llegada al día siguiente a Venecia, a nuestro barco.
Se trataba del Costa NeoClassica, de
la compañía genovesa Costa Cruceros.
Serían como las 4 de la tarde.
Estábamos hambrientos, sin ingerir nada desde un temprano desayuno. Nos
preguntábamos que nos tendrían preparado para comer a hora tan tardía. Para
nuestra sorpresa, en el restaurante llamado La Trattoria, nos obsequiaron con
un bufé de lo más variado y apetitoso.
Como viajábamos con tarjeta
MAIN, o sea, paquete de bebidas incluidas (salvo excepciones), nos servían en
la mesa o retirábamos nosotros las que nos apetecía.
Esa Tarjeta Costa nos sirvió en todo momento como carné de identidad.
Asimismo, una vez validada la de crédito personal, también para el pago
inmediato de posibles compras a bordo, incluidas las excursiones y la cuota de
servicio, sistema que resultaba muy operativo. De no hacerlo así, creo recordar
que eran 175 euros por persona los que había que anticipar, para ajustar cuentas
al final del trayecto.
Dedicamos parte del resto de la
tarde a ordenar el vestuario y conocer el buque. El camarote, muy bien equipado, disponía de vistas al mar como
habíamos contratado. Luego comprobamos que mereció la pena pagar un precio
superior por esa elección.
Curiosamente, echamos en falta
una de las maletas. Bajé a la oficina de información, atendida por personas que
hablaban hasta cuatro idiomas, según las banderitas que lucían, aunque el
español era el idioma dominante por el número de pasajeros y tripulantes
sudamericanos.
La maleta la habían retenido en
el control del barco, cuando había pasado repetidamente los de los aeropuertos.
Motivo: una pequeña plancha, que mi mujer portaba usualmente. Me indicaron que
allí estaban prohibidos esos enseres para evitar toda posibilidad de inicio de
incendio por un descuido, causa frecuente en los siniestros marítimos. Quedó
confiscada, pero nos fue retornada a su debido tiempo.
Debía resolver otra cuestión.
Teníamos asignado el primer turno para la cena: entrada al comedor, en este caso el salón llamado Tívoli, de 19.30 a 20 horas. Para los españoles, en general, ese
horario es más propio para la merienda. Así que el maître general, atendió con amabilidad una larga cola y no hubo
problemas, nos cambió a las 22-22,15.
Ese comedor de lujo estaba dispuesto principalmente para el servicio de la cena con reserva de mesas, o bien para el desayuno, pero, en ese caso, limitado desde las 7 a las 8.45 horas y en lugar de libre elección. Había que presentase
ataviados con vestimenta formal, incluso elegante en alguna ocasión. Luego me
informé por el mismo maître, que a
pesar del cambio, cuando nos apeteciera, podíamos cenar en La Trattoria sin
previo aviso. No llegamos a hacerlo, porque resultaba cómodo el servicio completo
en las mesas, en un ambiente a veces muy animado por determinadas celebraciones.
Mientras mi mujer reposaba su
pie dolorido en las hamacas de la zona de piscinas, situadas al aire libre en
el puente número 11, aproveché para bajar y recorrer el puerto y así conocer
los medios de transporte para desplazarnos a la ciudad a la mañana siguiente.
En esa ocasión la visita no sería por excursión concertada.
Todas las tardes nos dejaban en
la puerta del camarote el Today hojas informativas en español,
para divulgar las actividades diarias de a bordo, las excursiones programadas,
o las noticias del puente de mando sobre la singladura.
La mañana del día 30 de junio
visitamos Venecia. Llegamos en un vaporetto que hacía el servicio regular
entre el puerto y las proximidades de la plaza de San Marco.
Como nota negativa, habíamos
escuchado ocasionalmente sobre la pestilencia y suciedad del agua de sus
canales. No nos pareció tal. No es que las aguas estuvieran cristalinas, pero
si renovadas por el flujo del mar y tampoco apestaban.
Nos pareció una ciudad
preciosa. Paseamos por varias calles céntricas. Nos llamó la atención la vistosidad
y presentación de numerosos escaparates y el lujo y alto precio de los
artículos expuestos.
Aunque son muy conocidas y
admiradas las imágenes de la plaza
de San Marco, la realidad superó
nuestra imaginación, por su espectacular y bella arquitectura.
Como la presencia policial en
la plaza unida a la masiva afluencia turística ofrecían seguridad, mi mujer
quedó entretenida contemplando el ambiente, mientras yo caminé hasta el puente de Rialto. Después del largo paseo, resulta que lo encontré
prácticamente oculto por obras.
Ea, pues, para no extenderme
más, ya estamos de nuevo en el barco.
A las 5 de esa tarde, previo
simulacro de emergencias equipados con chalecos salvavidas, zarpamos para
cruzar el mar Adriático con rumbo a Split, en Croacia.
Continuará…
Estimado Manuel:
ResponderEliminarSe suele decir que el viaje literario es el que se vive tres veces: la primera vez cuando se prepara, la segunda cuando se vive y la tercera cuando se escribe. Así que seguiré atentamente la edición de los capítulos siguientes. Eres un observador agudo y estoy seguro que serán bien interesantes tus opiniones sobre las ciudades visitadas.
Un abrazo,
CG
Confieso que desconocía ese lógico proceso a seguir para contar sobre viajes. Veo que algo similar al desarrollo de la novela, capacidad que no poseo y que tanto admiro.
EliminarEn mi caso, como ya las neuronas se van reduciendo a pasos agigantados, lo que hago, es que nada más llegar, compongo un escrito con los principales detalles, que luego me sirve de guión.
Muchas gracias por el comentario.
Un abrazo.
Bueno pues a mi Italia me encantaría conocerla pero ya ves, cada vez tengo menos ganas de jaleos.
ResponderEliminarQue guay que el barco por lo menos no pusiera el pata cabra como dijo Manu Sanchez de canal sur.
Y bueno me alegro que no oliera Venecia, aunque sera dependiendo del tiempo y etc.
De todas formas tu por el olor, no puedes quejarte mucho ya que tu anosmia no te deja ni para bien ni para mal. ji ji.
Pues aun tienes tiempo sobrado de conocerla.
ResponderEliminarPues para el mal olor, supongo que la peor época es el verano y en verano estuvimos y no escuché a nadie quejarse de pestilencia.
Besos.
El camarote era precioso. He conocido el ambiente de un crucero y un poco de Venecia, gracias a tu relato. Gracias Manolo y un beso fuerte.
ResponderEliminarPues ya tengo en cartera las visistas a Split en Croacia y Corfú, isla de Grecia.
EliminarA ver si os animáis. A nosotros nos gustó la experiencia. Tanto es así, que tenemos en proyecto repetir este año, pero por otra ruta.
Abrazos.
Uniendo con el anterior comentario: espero que en la otra ruta, entre Madrid. Es verdad que este viaje, sirvió como reencuentro familiar, algo poco frecuente. Lo "negativo", que Asu no pudiese disfrutar con la misma intensidad.
ResponderEliminarUn bonito nombre el del barco, con fuerza.
Otra de las cosas que te definen..ese cambio de horario para la cena, yo también lo hubiese hecho.
Bueno pues te dejo rumbo a Croacia.....
Besos
Sí, claro, ya que "desde Madrid al cielo". En este caso con el doble sentido, ya que desde Madrid tendríamos que volar al puerto de partida. Nos encantaría otro reencuentro, pero esperemos que en esa ocasión, el calor no sea tan sofocante.
EliminarCierto, fue negativo el estado de Asun con su pie dolorido. A pesar de todo, disfrutamos cuanto pudimos.
Es que no se a quien se le ocurre cenar a las siete y media u ocho en pleno verano. Luego que haces hasta la hora de dormir. Más con estos años, claro.
Ya hasta he dejado atrás Croacia y estamos en Corfú. Se verá en la próxima entrega.
Besos.
Pedazo de viaje. El barco precioso, me encanta lo de que pidieran vestimenta formal para la cena, suena muy inglés y chic.
ResponderEliminarNo conozco Venecia (aún jeje), debe ser impresionante. Un matrimonio amigo fue allí de viaje de novios, se dieron un paseo en góndola y resulta que el gondolero era de Bollullos del Condado jajaja.
Estoy deseando leer el viaje a Split, me han dicho que es una maravilla, me encantaría ir.
Besos a todos
Incluso hubo alguna que otra cena de gala. Ya lo iré contando.
EliminarTienes posibilidades y juventud para conocer todo eso. Ya lo harás.
Precisamente, cuando iba caminando en busca del puente de Rialto (paseo que me sirvió para recorrer una parte importante de Venecia), pregunté a algunos gondoleros. Me respondieron muy amables, pero todos en italiano. Si alguno me hubiera respondido en "anlalú" de Bollullos del Condado, creo que de la impresión me caigo al agua.
La próxima entrada ya la tengo en "cartera", pero esperaré. No me quiero prodigar mucho por no ser pesado y, por otra parte, como estos relatos me sirven de entretenimiento y recuerdo, no deseo quedarme pronto sin repertorio. En ella me refiero a Split y Corfú.
Un abrazo.
No puedo evitarlo siempre que leo las historias del Comisario Brunnetti te veo recorriendo las calles de Venecia.
ResponderEliminarGenial tu relato de ese crucero. Una envidia muy sana es lo que me produce.
Mira que hay lugares por descubrir en este mundo. Y hacerlo de esa manera. ..bien atendidos y en buena compañía.
Y luego compartiendo la experiencia, que es parte principal para que sea completa.
Ahora esta um amigo peruano de gira por Europa. Estuvo el martes a visitarnos. Ahora esta en Holanda, luego París, Barcelona, Madrid y luego para Italia. Un coche alquilado y cuatro amigos dentro.
Como me gustaría hacer algo así.
Bueno tío, ahora al desear que pronto esteis navegando. Los planes que me has contado demuestran que sabéis vivir. Como tiene que ser.
Un beso de tu sobri
También Asun y yo leímos las novelas sobre el comisario Brunetti y me lo recordaba al recorrer las calles y canales de Venecia.
EliminarEse amigo peruano hace un viaje como a mi me gustaría, porque los cruceros tienen muchas horas de mar. Eso sí, la vida a bordo resulta cómoda, lujosa y entretenida.
Si me cogiera con menos años, me gustaría cumplir un sueño aventurero que siempre tuve: Viajar en coche desde Cádiz a Vladivostok.
Del próximo crucero ya tenemos la idea del recorrido. En breve iniciaremos las gestiones. Esperemos que no se repita la mala suerte del anterior y Asun pueda caminar con soltura.
Abrazos.
Creo que nunca llegaré a conocer esa belleza de ciudad por mi terror al avión. Pero me tengo que sobre poner por lo menos dentro de España, y en trayectos no muy largos, como Barcelona y Mallorca. Asun pudo hacer algunas excursiones?. Otro día leeré la continuación. Un abrazo Manolo.
ResponderEliminarA Asun también le aterran los viajes en avión. Es un problema, pero se sobrepone por conocer "mundo" y saber que, sino lo hacemos ahora, las posibilidades se nos van acortando de forma significativa.
EliminarSí, pudo hacer un par de excursiones, pero dolorida. Un sufrimiento también para mi pero, en general, disfrutamos de un viaje inolvidable.
Barcelona lo tenéis fácil. Solo unas cuatro cómodas horas en AVE. Allí viajamos hace pocos años. Luego usar dos líneas de autobuses turísticos. Puedes recorrer toda la ciudad, parar donde apetezca, el tiempo que quieras, coger el siguiente autobús..., merece la pena.
Mallorca: Pues una alternativa es viajar en tren a Valencia y luego en barco. Alquilar un coche y recorrer la isla. Es un medio no caro. También tiene tren. Con ese medio, es la única isla española. Estuvimos en el 2002.
Pues sigue leyendo y animaros.
Abrazos.