miércoles, 23 de octubre de 2024

 

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER. MONASTERIO DE VERUELA Y ENTORNO.

(Con esta segunda entrada, continuación de la del pasado día 12, concluyo el relato sobre el viaje por rutas de Antonio Machado y Gustavo Adolfo Bécquer)

28 de septiembre de 2024. Sábado.- Tras recorrer en coche y contemplar los bellos paisajes costeros de Colliure, tomamos rumbo a San Martín de la Virgen de Moncayo, distante unos 570 kilómetros, ya en la provincia de Zaragoza.

Almorzamos en ruta, en la provincia de Gerona. A primeras horas de la noche avanzamos por una comarca solitaria. Atravesamos algún minúsculo pueblo sin nadie en la calle. Solo nos sorprendió uno muy alumbrado a cercana distancia.

Eso sí, carreteras bien pavimentadas y bien pintados y señalizados los bordes, pero muy estrechas. Por fortuna no encontramos tráfico de frente. ¿Qué hubiera pasado de cruzarnos con un camión o autobús?

Llegamos a nuestro destino. Municipio de solo unos 300 habitantes. Hotel La Corrala. Cenamos en un restaurante cercano. Como cerraban pronto, retornamos al bar y a la recepción del hotel. Tomamos unas cervezas y mantuvimos una amena tertulia antes de retirarnos a nuestras habitaciones. Nos sorprendió gratamente el interior. El hotel semejaba eso, una corrala, pero con elegantes balconadas. Las habitaciones eran propias de un aparthotel, pues estaban equipadas hasta con cocina.

29 de septiembre de 2024. Domingo.- Si la previa ruta nocturna nos resultó deprimente por la oscura soledad, como contraste, el amanecer nos alegró por estar acompañados de gente amable, por contemplar un paisaje pintoresco y como fondo, el majestuoso Moncayo, la montaña más elevada del Sistema Ibérico (foto de cabecera), que pronto estará cubierta de nieve.

Nuestra meta ya estuvo casi alcanzada. Nos encontrábamos en la comarca conocida como Somontano del Moncayo, donde se encuentra el Monasterio de Veruela, que fue abadía cisterciense, (Real Monasterio de Santa María de Veruela), retiro de Gustavo Adolfo Bécquer (en adelante G.A.B.) en varias ocasiones; principalmente, entre diciembre de 1863 y octubre de 1864, por motivos de salud, y con algunos desplazamientos a otros destinos, como al balneario de Fitero en Navarra, la playa de Algorta, cercana a Bilbao, o un viaje a Madrid.

Entonces, lo acompañaba su mujer, Casta Esteban; su primer hijo, Gregorio Gustavo Adolfo, de corta edad y su hermano, el pintor Valeriano Bécquer, ya separado de su esposa y también con sus dos niños pequeños: Alfredo y Julia.

Como es sabido, fue en aquel retiro donde G.A.B. escribió en 1864 “Desde mi celda”, conocidas como “Cartas desde mi celda”. En realidad, un compendio de nueve artículos de prensa que publicó el periódico “El Contemporáneo” de Madrid, del que era redactor. También recorrió y escribió acerca de los paisajes y pueblos del entorno.

Personalmente, la lectura de estos artículos me gusta tanto o más que sus Leyendas. Incluso uno de sus biógrafos, Rafael Montesinos, dice de la Carta III, que es un prodigio de la literatura.

Por su parte, Valeriano, como pintor y dibujante que era, se dedicó a dibujar con su habitual estilo costumbrista apuntes tanto del monasterio como de los alrededores o de su hermano como modelo. Dibujos que aún se conservan y que ilustraron algún periódico o revista madrileña.

Iniciamos el recorrido por Trasmoz, que resultó ser el pueblo que nos sorprendió con tanto relumbrón la noche pasada; pueblo que mantiene una notoria huella de Gustavo Adolfo. No en vano recreó allí sus narraciones III y desde la VI a la VIII. Estas últimas, referidas a las leyendas sobre brujas que celebraban aquelarres en su castillo. Muy en concreto, en una de las la últimas, “La tía Casca”, donde cuenta que un pastor le relató cómo la gente del pueblo la persiguió hasta despeñarla por un barranco, pero que su alma siguió vagando por allí y creando maleficios. En una calle pudimos ver la silueta metálica de la tía Casca.

En la ladera del castillo, se erigía una estatua en bronce de G.A.B. en la que el poeta mira hacia el cementerio, obra de Luigi Aráez. La estatua robada en 2014, troceada y vendida a un chatarrero. Fueron recuperados los trozos, pero aún está pendiente de estudio su restauración, debido a su alto coste.

Precisamente, en uno de sus paseos a Trasmoz, sentado en un pedrusco dentro de su sencillo cementerio, inspiró al poeta su Carta III, donde reflexiona sobre la vida y la muerte y sobre la evolución de su pensamiento acerca del destino final de su cuerpo desde su adolescencia en Sevilla. Tomé varias fotos, pero como nada tiene que ver el cementerio actual con el retratado en la narrativa becqueriana, la foto que precede es del cartel levantado junto al muro de entrada con parte del texto de la carta citada.

Seguimos hasta el monasterio, que está muy cerca de allí. La entrada con visita libre cuesta un módico precio. Hicimos un amplio recorrido. El templo es impresionante (foto que precede) así como todo su conjunto, no en vano, G.A.B. lo llamó “El Escorial de Aragón”. Afortunadamente, se mantiene en buen estado, y eso que fue exclaustrado cuando la Guerra de la Independencia; después, por disposición del nefasto Fernando VII en 1820 y, finalmente, en 1835 por la Desamortización de Mendizábal, épocas en las que fue vandalizado. Ya en los años 50 del siglo XX, se fundó una hospedería que, al menos, contribuyó a su mantenimiento.

En el exterior del conjunto, pasada la carretera, se erige la conocida como “Cruz negra de Veruela”. Allí, como cuenta Bécquer en la Carta II, cada atardecer acudía con un libro, se sentaba en los escalones de la base y esperaba, a veces, hasta cuatro horas al conductor de la correspondencia (así dice él), quien llegaba a caballo, con su cartera de cuero terciada al hombro y le entregaba periódicos de Madrid, entre ellos, cómo no, “El Contemporáneo” (me resultó muy emotivo que me tomaran la foto que precede, pensando que, quizás, en el mismo lugar estuvo sentado el poeta). Tras conversar con el caballista y retornar a su celda, Bécquer comenta textualmente en la misma carta:

            Siempre que atravieso este recinto, cuando la noche se aproxima y comienza a influir en la imaginación con su alto silencio y sus alucinaciones extrañas, voy pisando quedo y poco a poco las sendas abiertas entre los zarzales y las hierbas parásitas, como temeroso de que el ruido de mis pasos despierte en sus fosas y levante la cabeza alguno de los monjes que duermen allí el sueño de la eternidad. Por último, entro en el claustro, donde ya reina una oscuridad profunda. La llama del fósforo que enciendo para atravesarlo vacila, agitada por el aire, y los círculos de luz que despide luchan trabajosamente con las tinieblas…

Cuánta belleza y misterio encierra ese párrafo. El claustro es una maravilla, como muestra la imagen que precede, aunque tomada con mi nula pericia en el arte de la fotografía.

A la salida preguntamos en recepción si se podían visitar las celdas donde se hospedaron los hermanos Bécquer y familia. Nos respondieron que no existen ni es posible ver el lugar. Allí lleva tiempo detenido el proyecto de construir un Parador de Turismo. Confiemos en que no rompan la armonía del conjunto arquitectónico.

Acabada la visita, nos llegamos hasta Vera de Moncayo, en cuyo término se levanta el monasterio y que G.A.B. menciona en varias ocasiones, pero tuve el imperdonable olvido de no visitar otro de los pueblecitos del entorno: Añón de Moncayo, pues gran parte de la Carta V, la dedica a describirlo, cantar las virtudes y retratar a las mujeres añoneras, trabajadoras incansables en los montes donde recogían leña que luego vendían en el mercado de Tarazona, cabecera de la comarca.

Estas mujeres pasaban antes de salir el sol por delante del monasterio, con sus borriquillos cargados, sacándole a veces del sueño con sus canciones alegres y sus risas. Vestían una indumentaria peculiar. Eran felices con solo los seis o siete reales conseguidos, que les daban escasamente para pasar el día. Comenta Bécquer que conversó con ellas en ocasiones en el mercado de Tarazona.

Sí pasamos por Tarazona, camino ya de Talamanca de Jarama. Nos quedaban que recorrer alrededor de 380 kilómetros. Almorzamos en ruta en las cercanías de Soria y llegamos al anochecer.

Así terminamos el viaje propuesto, con un recorrido total de unos 1600 kilómetros en dos días; pero viaje afortunado y memorable que siempre quedará en nuestro recuerdo.

30 de septiembre de 2024. Lunes.- Por la mañana, recorrimos los alrededores de Talamanca y visitamos el cercano pueblo de Torrelaguna, localidad donde residí poco más de dos años cuando era adolescente. A mediodía comimos en Uceda, pueblo de la provincia Guadalajara. La tarde la dedicamos al reposo y a preparar el equipaje para la vuelta.

1 de octubre de 2024. Martes.- Antes de la partida, nos despedimos de Balú, el perro de mi sobrino, de raza Beagle, noble y fiel. Siempre nos recibía con ladridos cariñosos, correteando por dentro del jardín y terreno de la casa, acariciando y esperando ser acariciado. Gracioso y hábil, cascaba las nueces del nogal caídas en el suelo, expulsando las cáscaras y comiendo el interior. Entiendo que, un animal tan querido y cuidado, bien merece con esta imagen, el cierre del reportaje fotográfico.

Finalmente, mi sobrino nos llevó hasta la estación de Atocha. La salida del AVE para Sevilla fue a las 11:53 y llegamos a las 14:45 horas.

Allí nos recogió otro sobrino con su coche y nos llevó a su casa donde almorzamos con su familia. Como colofón a la excursión literaria, no se puede pedir más. Tanto a la ida como a la vuelta, fuimos atendidos de “puerta a puerta”. Vaya desde aquí nuestra gratitud.

El objetivo fue cumplido y los días empleados en su consecución nos quedarán como recuerdo imborrable.

sábado, 12 de octubre de 2024

ANTONIO MACHADO Y SU MADRE, ANA RUIZ. TUMBA EN COLLIURE.

 


Hace mucho tiempo, allá cuando avanzaba en la lectura y conocimiento de la vida y obra de Antonio Machado Ruiz (muy compartida hasta casi hasta el final con la de su hermano Manuel), me despertó el deseo de peregrinar algún día al lugar donde yacen sus restos y los de su madre, Ana Ruiz: el cementerio de Colliure, pueblo costero del sureste de Francia, cercano a la frontera española; deseo acrecentado desde que en el verano de 2009 visité en un viaje familiar su ruta en Soria y la tumba de su mujer, Leonor Izquierdo, fallecida en 1912 de tuberculosis con tan solo 18 años.

Mi pasada actividad estuvo ligada a la conducción con mi coche. Rutinarios desplazamientos por motivos laborales, incluso a largas distancias dentro de España. También vacacionales. En este caso, incluso por Portugal y parte de Francia cuando vivía en Bilbao, pero justo en la zona contraria a la situación de Colliure.

Aun así, como suele ocurrir, no pensamos que el tiempo fluye fugaz y vamos dejando el objetivo para un momento que pensamos más propicio y hete aquí que, como ya “bordeo los linderos del misterio”, frase pronunciada por Manuel Bartolomé Cossío precisamente en un acto con sus amigos Manuel y Antonio Machado, de los que fue profesor en la Institución Libre de Enseñanza y que me gustó tanto que la copio ocasionalmente, pues me acuciaba cumplir con ese añejo deseo.

Y, claro, esto ya, cuando mi mujer pone serios y razonables reparos para un desplazamiento en coche por mi conducido desde Sevilla a Colliure, a pesar de que yo estaba dispuesto ¿Cómo alcanzar entonces la meta? Cabía la alternativa de viajar en tren de alta velocidad (AVE) hasta Barcelona, como ya hicimos en otra ocasión, pero luego desplazamiento quizás complicado hasta el destino final.

Pensé entonces proponer la idea a un sobrino que reside con su familia en Talamanca de Jarama, pueblo de la Comunidad de Madrid, también aficionado la literatura. Hablamos por teléfono, le pareció acertada la aventura, pues también acordé añadir la ruta de Bécquer. Incluso ofreció recogernos en Madrid, alojarnos (como en otras ocasiones) en su casa. Partir al día siguiente en su coche acompañados de nuestras mujeres. En condiciones tan favorables y cómodas no cabía duda alguna: adelante.

=26 de septiembre de 2024. Jueves. - Viaje en AVE Sevilla Madrid. Como estaba previsto, recogida por mi sobrino y su hija mayor con su coche en la estación de Atocha. Desplazamiento a Talamanca de Jarama. Tras la comida, atendidos y cómodamente aposentados en su casa. Fijada allí la base de operaciones.

=27 de septiembre de 2024. Viernes.- Por la mañana, comienzo de la ruta. Destino para pernoctar: Figueras. Distancia unos 700 kilómetros. Comida en ruta en Borjas Blancas, Lérida. Llegada anocheciendo. Alojamiento Hotel Plaza Inn, a escasos metros del Museo-Teatro Dalí.

Dentro del anecdotario que suele acompañar a estas expediciones, aquí cabe destacar que, supuestamente porque no se indicaron bien los datos del hotel al GPS, terminábamos una y otra vez en la estación de tren. Tránsito intenso de vehículos y personas. Vueltas y más vueltas durante más de una hora. Noche cerrada. Preguntamos y al final, llegamos.

Confusión e intento de entrar al garaje del hotel por una galería comercial situada justo al lado de la puerta. Resultó que el garaje era concertado y estaba en otra calle. Nos indicaron una dirección. Las mujeres se quedaron en recepción. Seguimos mi sobrino y yo. Nueva confusión. Aparcamos en uno distinto y volvimos con ellas. En recepción nos repitieron donde debíamos hacerlo.

Tras ello, se sucedieron nuevas tribulaciones. Mi sobrino y yo marchamos para retirar el vehículo y cambiarlo a la dirección y aparcamiento concertado. Previa la retirada, tras preguntar donde se pagaba, él se golpeó la cabeza con un panel colgado, pero al final salimos. De nuevo, más vueltas por las calles hasta dar con el lugar correcto. Retornamos molestos y mohínos. Las mujeres ya estaban preocupadas por nuestra tardanza. Por fin, nos reunimos todos y la tensión se tornó en risas como anécdota cómica para el recuerdo.

A día siguiente, advertimos delante del hotel una zona señalizada en el suelo como aparcamiento mientras se realizan los trámites de admisión. No la vimos en la noche. Ese despiste nos provocó los pasados contratiempos, ya convertidos en repetidas risas. 

 

=28 de septiembre de 2024. Sábado.-  Media mañana. Llegada a Colliure. No habíamos previsto que el cementerio está situado en el centro del pueblo. Era sábado y se celebraba un mercadillo cercano. Transito agobiante de personas y vehículos. Imposible aparcar. Repetidas veces circulamos por el pueblo. Donde se encontraba algún hueco para aparcar, estaba a mucha distancia.

Decisión: orillar un rato el coche en la entrada del pequeño cementerio sin impedir la circulación. Bajamos unos minutos la mujer de mi sobrino y yo. Ella llevaba una bandera republicana de un amigo de su marido para fotografiarla en el lugar. La tumba muy cercana. Al menos alcanzamos la meta fácilmente.

Tumba muy sencilla, como corresponde a un hombre que esperaba terminar la vida “ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.”. Pero nos apenó verla muy descuidada, como muestra la foto de cabecera.


También se encuentra bastante deteriorada, en este caso lo muestra con más detalle la foto que precede. Confío en que será reparada y adecentada en breve, pues existe una asociación francesa, al menos en Colliure, de amigos de Antonio Machado y en España supongo que también habrá personas interesadas. Si yo supiera como, también contribuiría colectivamente.

Aunque breve, hubo tiempo para la emoción. Pensar que allí yace uno de los insignes poetas de la lengua española. Un hombre en el “buen sentido de la palabra bueno”. Que llegó el 28 de enero de 1939 con 63 años, convertido en un anciano por el sufrimiento. Un terrible exilio desde Barcelona, con frío, lluvia, mal abrigados, escasa comida y elementales medios de transporte. No sobrevivió ni siquiera un mes. En principio fue enterrado en un nicho prestado.

En la comitiva del exilio lo acompañaba su madre, su hermano José con su mujer, Matea y Corpus Vargas, escritor y periodista. Su madre… que falleció tres días después. Enterrada entonces en lugar reservado por el municipio para quienes no disponían de sepultura. Su madre… que lo atendió desde su temprana viudedad de Leonor y cuidó su “torpe aliño indumentario”. Su madre… a quien al final tuvo que coger Corpus Vargas antes del llegar al hospedaje, ya anciana y casi ciega, ni podía caminar. Preguntaba a veces: ¿Cuándo llegamos a Sevilla, Antonio?


Busqué un buzón del que me habían hablado. Lo encontré en el frontal de la tumba, casi oculto entre algunos ramos marchitos y unas macetas (foto superior). Deposité un sobre que portaba desde Sevilla con una postal de la Giralda, algunas fotos escritas y dirigidas a Antonio y a su madre, como si estuvieran en vida, entre ellas una del patio del Palacio de las Dueñas, “donde madura el limonero”. Ignoro que destino darán a esas misivas, quizás terminen en una papelera. En cualquier caso, la meta había sido coronada.

Nos hubiera gustado llegarnos hasta el hotel Bougnol Quintana, donde fueron alojados y existe una placa que lo conmemora. Nos hubiera gustado caminar hasta la cercana playa, último y único paseo de Antonio en vida cogido de su hermano José. Quizás allí, imaginando su niñez en Sevilla, se inspiró Antonio para escribir su ultimo verso: “Estos días azules y este sol de la infancia”, que tras su muerte encontró su hermano en un bolsillo de su gabán.


Nos hubieran gustado muchas cosas, pero como ya dije antes, pronto hubimos de subir al coche, estacionado en precario. Mi sobrino y mi mujer solo pudieron ver la tumba de paso y porque está a la entrada. Así que, nos conformarnos con recorrer los contornos de un pueblo costero con unos paisajes de gran belleza, como muestra la foto de arriba, aunque de escasa nitidez y enfoque, porque hubo de ser tomada desde el interior del vehículo en circulación.

Continuamos rumbo a las tierras aragonesas de la comarca del Somontano del Moncayo, para ver el monasterio de Veruela y su entorno, parte importante de la ruta becqueriana, pero eso queda para la siguiente entrada.

sábado, 24 de septiembre de 2022

 

CRUCERO POR EL MEDITERRÁNEO.

      Excepto las dos últimas entradas dedicadas a temas dispares, últimamente centraba mis publicaciones en viajes juntos a mi mujer. Solo pretendo con ello que aquí queden recogidos. Al menos los destacados, siquiera para nuestro recuerdo.

El último de ellos tuvo lugar por las Ciudades Imperiales en el 2018. El año siguiente, un problema de salud familiar imposibilitó los desplazamientos.

En el 2020, fueron los imperativos de las medidas sanitarias impuestas por la pandemia del covid-19, de la que aún sufrimos los coletazos, los que impidieron los viajes.

Como ya avanzado 2021 era posible viajar cumpliendo determinadas medidas satinarías preventivas y a determinadas zonas geográficas, aprovechamos ya en septiembre para pasar unos días en Punta Umbría, Huelva.

      Pues bien, de nuevo este año de 2022, entre el 10 y el 17 de septiembre, hemos optado por repetir un crucero, aunque, en esta ocasión, con singladuras más próximas a España que en los dos precedentes. Partida en el Costa Firenze, desde Barcelona. Además, esta vez, nos ha acompañado un matrimonio amigo.

Camarote con balcón para el disfrute más particular de mi mujer, no dispuesta ahora para las caminatas de las excursiones, mientras yo con los amigos recorríamos las ciudades cercanas a los puertos de atraque.

      No he tomado los apuntes oportunos y precisos de otras veces para la narrativa, así que he de fiar de memoria de lo visto o recuerdo de lo explicado por las guías, para componer esta única entrada extractada.

CAGLIARI, CERDEÑA.

      Zarpamos de Barcelona el sábado día 10 a las 19 horas y no arribamos a puerto hasta el lunes día 12 a las 07,00. 36 horas de navegación para tan escasas millas de distancia entre ambas ciudades, apunta a que, en ese trayecto, el barco navegase lento para ajustar los horarios de la singladura.

Claro que, ese largo tiempo al principio, resulta muy conveniente para conocer los lugares de atención, comedores y centros de actividades y entretenimiento, que ofrece una ciudad flotante de hasta 15 cubiertas en proa, con una eslora de 329 metros y unos miles de personas a bordo. Solo la tripulación alcanza las 1.200.

      La excursión en autobús a que nos apuntamos resultó sencilla y de corta duración. Parada, leve recorrido y explicaciones de la guía por la parte alta de la ciudad, donde se conservan edificios o fortines de cuando la isla perteneció a la Corona de Aragón y luego a España. Bellas vistas de la misma.

Desde el autobús hube de tomar la foto que precede del monasterio mercedario de Nuestra Señora de la Bonaira, de ahí su escasa calidad. La guía nos explicó que data del siglo XIV, de tiempos del reino de Aragón, pero luego ampliado en el siglo XVIII.

      Esa advocación genera una curiosa historia: asentada en Sevilla la Universidad de Mareantes para la formación náutica con vistas a las navegaciones con las entonces conocidas como las Indias (América), se veneró y se continúa venerando, una imagen de la virgen basada en la de Cagliari, conocida como del Buen Aire.

En 1536, fundándose en ese fervor, Pedro de Mendoza, en la primera fundación de la ciudad hoy conocida como Buenos Aires, le dio el nombre de Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre.

PALERMO, SICILIA.

      A primera hora de la mañana del martes día 13 ya estábamos en el puerto de Palermo. Poco después del desayuno, ya dentro de un autobús, dispuestos para una excursión de dificultad media por alguna caminata.

Primero, subida por carretera tortuosa y estrecha hasta arriba del Monte Pelegrino, con parada cercana a la cueva donde vivió y se venera a Santa Rosalía, patrona de la ciudad.  Allí se encontraron sus restos, presentes como reliquia en la catedral. Las vistas desde allí de la ciudad y marinas son espectaculares.

Después recorridos por los alrededores marinos y lacustres, famosa playa de Mondello, que resulta que es de propiedad particular, luego por el centro histórico, donde se conservan puertas de origen del Reino de Aragón. Parada y caminata hasta la catedral, templo considerado Patrimonio de la Humanidad.

Coincidió que no nos fue posible la visita por el interior por celebrarse una boda en aquellos momentos.

CIVITAVECCHIA (ROMA)

      Miércoles día 14. Llegada al puerto de conexión con Roma. Como las excursiones se prolongaban unas 10 horas y yo conocía la ciudad, decidí no acompañar a nuestros amigos, permanecer a bordo y no dejar sola a mi mujer tanto tiempo. Ni siquiera bajé a tierra, toda vez que la zona urbana estaba muy alejada y no me ofrecía atractivos relevantes. En cambio, en el barco puedes disfrutar de distracciones suficientes. Incluso por la mañana.

GÉNOVA, ITALIA.

      Jueves día 15. En esa ocasión no conseguimos apuntarnos a excursión alguna, pero, como excepción, el puerto está muy próximo a la ciudad, tras el desayuno, me uní a los amigos, tomamos el metro, que, curiosamente, es gratuito desde las 10 hasta las 16 horas y solo a la segunda parada ya pisábamos el casco histórico.

      Recorrido a pie rebasadas las dos horas y media, pero resultó maravilloso y ajustado a nuestro capricho. Visitamos por dentro y por fuera la basílica de San Siro, la catedral de San Lorenzo, pateamos las calles más típicas, llegamos hasta la amplia plaza Ferrari adornada con la belleza de sus fuentes.

Antes de iniciar el retorno visitando lugares nuevos, paramos en la casa natal de Cristóbal Colón. Aunque últimamente las investigaciones se inclinan por esa veracidad de nacimiento, en realidad no está científicamente probado. Pero bueno, allí si lo consideran cierto y es muy posible que así sea.

MARSELLA, FRANCIA.

      Viernes 16 de octubre, víspera del final de singladura. En esa mañana, previamente apuntados, iniciamos una excursión de dificultad media, por los recorridos a pie, a aparte de tramos en autobús.

Nos dirigía una guía menudita, ágil y de rápido caminar. Unas señoras quedaron rezagadas desde el principio y tuvo que tomar medidas de retorno al barco. Medida correcta. Si no se está en condiciones de adaptarse al ritmo del grupo, exigido por imperativo de tiempo, mejor no sumarse. Como ya dije, por tal motivo, mi mujer permanecía a bordo.

      Aunque, como es conocido, Marsella fue un enclave de vital importancia para griegos y romanos, las murallas del puerto ya están reconstruidas en el siglo XVI. El largo recorrido de la marcha en su inicio por la zona portuaria resultó sumamente aburrido.

Ya cerca de autobús, la guía nos señaló un monte a lo lejos donde se levanta la basílica de Notre-Dame de la Garde. En su torre se erige la imagen de la virgen. En la ciudad siguen la tradición de no levantar edificio alguno que supere esa altura.

También, no muy lejano en el mar, nos señaló un pequeño archipiélago, al que pertenece el islote y castillo de IF, donde permaneció prisionero Edmundo Dantés, el conde de Montecristo, según la novela de Alejandro Dumas. Luego lo pude divisar y fotografiar desde la cubierta superior al aire libre del barco.

Seguimos por una zona de edificios reconstruidos tras los bombardeos de la II Guerra Mundial, menos el del ayuntamiento, que permaneció en pie.

Luego cuestas y más cuestas empinadas, para adentrarnos en el barrio típico y de los artistas conocido por Le Panier. Parada y tiempo libre en una de sus plazas, junto al Hospicio de la Caridad, que sirvió en su día de acogida a los afectados por la lepra o el cólera. Actualmente museos y exposiciones. Allí se disponía de servicios gratuitos, algo extraño en tales ocasiones.

Autobús y parada final poco antes del embarque para visitar por dentro y fuera la catedral Notre-Dame de la Major. Un bello templo, pero en realidad moderno, pues data de finales del siglo XIX.

BARCELONA, ESPAÑA.

      Y llegó el sábado 17 de octubre. Se acabaron las navegaciones, se acabaron las actividades internas y se acabaron las excursiones. Se acabó lo que se daba.

      Siempre termina de una forma triste, pues, aunque la noche anterior continúan algunas diversiones internas, el equipaje a facturar identificado por colores y destinos debe quedar fuera del camarote antes de la 01,00 horas; camarotes que han de quedar libres a las 9.30 de la mañana.

      Eso sí, el desayuno está incluido y eres atendido en cualquier otro servicio hasta que pasan a recogerte para la estación o aeropuerto.

En nuestro caso nos correspondía permanecer en el barco hasta las 13 horas. Así que, lo más cómodo era dormitar a ratos al aire libre en las hamacas de proa en el puente 15.

      Luego prolongada espera en la estación de Sants, para partir en el AVE de la 16,45 a Sevilla. Retraso, llegada media hora tarde, sobre las 22, pero bien.

VALE.


sábado, 14 de noviembre de 2020

Bombardeo del vapor noruego "Gulnes". Complementos.

 

La reciente búsqueda y afortunados hallazgos de páginas que refieren aquel fortuito y trágico bombardeo republicano en la hemeroteca del diario ABC de Google, los datos que me fueron amablemente aportados en diciembre de 2017 por los periodistas Diego M. Díaz y Txetxu Rubio y su magnífico reportaje en El Correo de Andalucía, editado el día 6 de aquel mes y año, incluso ilustrado con un vídeo que recrea un ataque aéreo y alguna información posterior, me han motivado para componer este relato.

Complemento con ello  las entradas que preceden en este blog sobre el insólito y poco conocido caso bélico de nuestra Guerra Civil, publicadas: cuatro entre el 18-11-2014 y 10-3-2015 y una el 14-12-2017, precisamente la que recoge el citado reportaje y su enlace, que arriba repito.

Como nota contradictoria, destaco la noticia recogida en el artículo citado del Correo de Andalucía: “…no generó controversias entre gobiernos, los nórdicos siquiera efectuaron reclamación diplomática”. Luego veremos, según una de las charlas de Queipo de Llano, que al menos sí hubo reclamación del Ministro de Estado de Noruega, ante el gobierno de Largo Caballero en Valencia.

Es más, a continuación expongo la respuesta en inglés el 6-1-2016 del noruego Aasheim (apellido que coincide con una de las víctimas. Quizás algún descendiente) a mi entrada de 16-12-2016, quien afirma que, además de ser noticia destacada en periódicos del país, la reclamación se llevó a efectos y que el gobierno republicano indemnizó al de Noruega en febrero de 1937.

 

Difícil, sino imposible, sería descubrir ahora lo que ocurriera con el tema de la compensación. Desde luego, yo no me voy a meter en más averiguaciones. Me inclino a creer la versión del periódico citado. Resulta extraño el pago de daños colaterales desde un país en guerra.

Bien, pues continúo con la exposición comentada de las páginas del ABC de Sevilla, con la obvia excepción de la única y escueta encontrada en el de Madrid. Entiendo que es un detalle extenso, pero quizás tenga interés para alguien y la opción de capturar cualquiera de los documentos. Por mi parte, pretendo cerrar este tema con lo escrito entonces sobre el hecho o, al menos, lo encontrado y recordar a aquellos cuatro hombres jóvenes que acababan de arribar a Sevilla, con tal infortunio, que una bomba perdida tras un ataque aéreo, de una contienda que les era tan lejana y ajena, acabó con sus vidas.

*Página 10. Martes 8 de diciembre de 1936. Sevilla

                                        

 = La noche anterior, el mismo día del suceso, ya se encargó Queipo de Llano de publicar la noticia en su clásica y acostumbrada charla radiofónica nocturna.

*Página 3. Miércoles 9 de diciembre de 1936. Madrid. 

=Escueta información de exitosa acción de guerra sobre Tablada, aunque reconocen la pérdida de un bimotor. Obviamente, silencian el caso del buque noruego.

*Página 5. Jueves 10 de diciembre de 1936. Sevilla.

=Por segunda vez, Queipo de Llano propaga la noticia en su acostumbrada charla nocturna.

 *Página 8.  Jueves 10 de diciembre de 1936. Sevilla.

Por primera y única vez, el diario se hace eco de la trágica noticia, en la que el cónsul de Noruega, Mr. Bjorn R Bjorge, muestra una postura conciliadora, hasta tal punto que dicen que dijo, que el Gobierno de Noruega se encontraba en las mejores disposiciones para reconocer al Gobierno de Burgos. Más adelante veremos que matizadas esas declaraciones.

*Portada. Martes 15 de diciembre de 1936. Sevilla.

 

Fotografía de la comitiva asistente a uno de  los enterramientos efectuados el domingo 13. Posiblemente en el de la mañana.

A la izquierda se puede observar a un hombre con abrigo y la cabeza vendada, seguro que uno de quienes resultaron heridos. (4 víctimas mortales y 3 heridos).

*Versión de la foto anterior con mayor detalle y nitidez, capturada del artículo del Correo de Andalucía de 7-12-2017.

 


*Página 15. Martes 15 de diciembre de 1936. Sevilla.

 

Noticia de dos entierros el domingo 13 por la mañana y uno por la tarde. También que el día anterior falleció el cuarto de los heridos.

*Página 9. Jueves 17 de diciembre de 1936.Sevilla.

 

=Carta del cónsul (en esta ocasión indican vicecónsul) de Noruega, Mr Jorn R Bjorge al director de ABC, matizando sus palabras publicadas el pasado día 10: su gobierno estaba dispuesto a mantener acuerdos comerciales con el de Burgos, no hablaba de relaciones diplomáticas.

*Páginas 7 y 8. Sábado 9 de enero de 1937. Sevilla.

 


=Queipo de Llano arremete contra Largo Caballero, a quien siempre llama Sr. Canallero, acusándolo de negar ante el ministro de estado noruego que fueran aviones republicanos los causantes del bombardeo.

P.D. La foto de cabecera fue capturada del artículo del Correo de Andalucía de fecha 7 de diciembre de 2017.


miércoles, 17 de abril de 2019

Las cosas del Coy, 2.



      El pasado día 14 de febrero del año 2013 dediqué una entrada a mi amigo Juan Coy Sánchez, donde describía una serie de la retahíla de sus ocurrentes dichos, que emplea con frecuencia cuando es menester.

      Dejaba entonces la puerta abierta para ampliar la lista con los que quedaran en el olvido.

      Precisamente, en un rato ayer de amena tertulia con él y otros amigos, le escuché dos casos que, aunque ya los conocía de otras veces, no fueron recogidos en la primera publicación y considero que, de por sí,  merecen este breve añadido:

“Agradaó” de señoritos y “probaó” de zapatos.

      Aplica esas que llama profesiones antiguas a aquellas personas en extremo serviles, que ríen las aparentes gracias  de quienes se sienten sumisas, o procuran siempre su lisonja. Incluso, llegado el caso, si fuera preciso, dispuestas a soportar el suplicio del estreno de unos ajustados zapatos nuevos, hasta entregarlos perfectamente amoldados para un cómodo caminar.

viernes, 8 de febrero de 2019

Bilbao, 2.



      En noviembre del pasado año viajé a Bilbao desde Sevilla junto a mi mujer, para pasar unos días y así retornar después de 23 años,  a la ciudad donde residí durante una larga etapa de mi vida.

    Previo acuerdo, también viajaron nuestros amigos Pepe López y su esposa, María Jesús, quienes a su vez, allí vivieron largos años atrás. Fue un grato encuentro y recorrido, aunque de solo una jornada, pues ellos al día siguiente, tras la visita a un familiar, retornaron a su Galicia natal.

      Como en la entrada publicada el día 4 de febrero del año 2013, ya expuse las razones por las que me siento identificado con la tierra vasca en general y vinculado a Bilbao de forma particular, en esta ocasión me limitaré a contar la sorprendente evolución que he tenido la oportunidad de observar y disfrutar.

METRO.

     Sus tres líneas, en forma de copa alargada, con núcleo principal de transbordo en la estación del barrio de San Ignacio, llegan: por la margen derecha de la ría del Nervión hasta la costa, a Plencia. Por la izquierda, también alcanza la costa hasta Santurce, incluso rebasa la población para llegar a Kabieces.  Por la base se puede llegar a Basauri. Fuera de Bilbao suele circular por el exterior.

Todo ese moderno entramado de  medio urbano de transporte, da rápido y masivo servicio de comunicación en toda el área metropolitana llamada el Gran Bilbao, siendo la tercera ciudad española por el número de pasajeros transportados al año, solo superada por Madrid y Barcelona.

Por la orografía montuosa de la ciudad, hay estaciones, como la de Santuchu, barrio en el que residí más tiempo, en las que es preciso bajar a considerable profundidad para alcanzar las líneas férreas.

RÍO NERVIÓN.


 En otro tiempo,  y a considerable distancia antes de atravesar Bilbao, sus aguas corrían turbias, achocolatadas, consecuencia de los vertidos contaminantes de las industrias. Ahora fluyen claras, hasta el punto de que nos dijeron que se podía practicar la pesca en el centro de la ciudad.

Además, han urbanizado los márgenes con largos y cómodos paseos, que permiten una placentera vista del entorno.

GRAN VÍA.

      Excepto en la zona central, la amplia Gran Vía Don Diego López de Haro,  arteria principal de la ciudad, ha sido peatonalizada con aceras muy anchas.
Además, han limpiado sus magníficos edificios de la polución acumulada de muchos años (en realidad, así se ha hecho con casi todos los del centro de la ciudad). Todo ello permite un cómodo y atractivo paseo por el entorno.

LAS “SIETE CALLES”.

      Se trata del centro histórico, nombre popular que se le da al casco viejo, donde se encuentra la catedral de Bilbao, llamada de Santiago.
Merece la pena perderse por su laberinto de calles, disfrutar de su ambiente y de los numerosos bares y restaurantes.

MUSEO GUGGENHEIM.


      Como nuestro objetivo prioritario era “patear” y recorrer la ciudad, solo nos detuvimos para ver por fuera el importante edificio y sus aledaños.

Este reconocido museo a nivel mundial, ha supuesto el reclamo para la ciudad de un número de visitantes que supera el millón cada año.

En sus cercanías se levantó la construcción de un nuevo puente sobre el Nervión, que une la margen izquierda con el barrio de Deusto.

ESTADIO DE SAN MAMÉS.


      De bella arquitectura externa, aunque, por las razones apuntadas en el apartado anterior,  tampoco nos detuvimos para visitar el campo y sus instalaciones, ni tuvimos ocasión de verlo iluminado con juego de luces por el exterior.

Eso sí, eché en falta el característico y enorme arco de acero que enlazaba ambas bandas del anterior estadio. Me informaron que, como símbolo de la  historia con solera del Athletic Club, lo han reubicado en sus Instalaciones Deportivas de Lezama.

PARQUE DE ECHEVARRÍA.

      Extenso parque, en alto, con vistas a la parte más céntrica de la ciudad, arbolado y de verdes praderas, que allí llaman campas, cercano a la basílica de Begoña. Resulta muy apacible y placentero su recorrido.


Ocupa los terrenos donde, años atrás, se levantaba una de las fábricas, la llamada de Recalde, de la tradicional y emblemática empresa bilbaína en que trabajé: S.A. Echevarría, productora de aceros especiales. En su recuerdo, mantienen el nombre del parque y erguida la más alta de sus chimeneas.

En su día, considerando la privilegiada situación del lugar, la empresa, en momentos de declive, ideó la construcción de viviendas de alta calificación, combinada con amplias zonas verdes. Opción no aceptada por la municipalidad. Sus razones opuestas tendrían las autoridades municipales, no es mi cometido entrar aquí en valoraciones, solo me limito a exponer la existencia de tal proyecto.

ANTIGUA OFICINA CENTRAL.


S.A. Echevarría tuvo de antiguo su sede en un edificio de siete plantas, en lugar tan céntrico como es el número 4 de Alameda de Urquijo. Allí permanecí varios años, pero en los años setenta, tras la crisis económica, conocida como la “crisis del petróleo”, se vio obligada a venderlo a la empresa eléctrica Iberduero.

Como no, para recordar gratos tiempos pasados, visité y fotografié el edificio, que ahora parece de propiedad particular.

GASTRONOMÍA.


      Es de sobra conocida la amplia oferta y calidad de la restauración bilbaína, pero en nuestro caso, para disponer del mayor tiempo libre posible para movernos por la ciudad y su entorno, bien nos nutrimos con sus afamados pintxos.

Entre la numerosa y variada exposición, no faltan los de jamón ibérico de alta calidad. Siempre dije que Bilbao es ciudad destacada en la oferta y consumo de ese producto.

      Era muy tradicional el alterne por rutas de bares con los chiquitos de vino tinto, a veces acompañados con el consumo de algún que otro pintxo. Para mi sorpresa, comprobé, y así me lo confirmaron en algún establecimiento, que ahora ha aumentado de forma notable el consumo de cerveza (a precios muy populares, por cierto).

***
      En resumen, mucho gustó a mi mujer la ciudad y alrededores y el amable trato con las personas que contactamos.

      Constaté que la gente, en general, sigue siendo muy amable y cortés, en especial con los visitantes. En este caso no ha habido cambio. Ni falta que hace.

      También continúa vigente la chispa bilbaína de noble fanfarronería, pero esa característica solo es aplicada en chistes o ambientes amistosos.

      Podría extenderme contando más ocurrencias y observaciones de aquel viaje, pero, por no hacer tedioso el relato, aquí le doy término.