lunes, 30 de noviembre de 2015

Viaje a Nueva York, 2



-ALTO Y BAJO MANHATTAN.- De las excursiones turísticas previamente contratadas, se encargó la empresa “Todo New York. Visitas en Español”. Puntualmente, como estaba previsto, a las 8,50 horas del día siguiente, o sea, el sábado 25 de septiembre, ya estaba a la puerta de hotel un vehículo de unas nueve plazas, conducido por Gerardo, un argentino que nos serviría de guía también en otras ocasiones. Hombre simpático, amable, conversador y un gran conocedor de la ciudad. Precisamente, eran mayoría las personas de esa nacionalidad las que nos solían acompañar. También, a veces, algunos españoles. Todos resultaron siempre una grata compañía.


Por la zona norte de la ciudad, paramos y paseamos por Central Park para ver unos motivos alegóricos dedicados a John Lennon y el edificio Dakota, lugar donde vivió y a cuyas puertas fue asesinado. Después recorrimos el barrio de Harlem, que Gerardo nos fue explicando con todo detalle. De vuelta nos detuvimos para visitar la catedral episcopaliana de St. John the Divine.

Por la zona sur paramos en Madison Square Park, para pasear y contemplar los edificios de la zona, especialmente el rascacielos Flatiron, llamado así por su forma, el “Edificio Plancha” en español, uno de los más antiguos de la ciudad.
Seguimos por Chelsea, Green Village, Little Italy, Chinatown, Wall Street, Zona Cero… y finalizamos en la punta que da al mar, donde Gerardo nos recomendó embarcar por nuestra cuenta en el ferry gratuito que llega al municipio de Staten Island. Pero este punto queda para los apartados de nuestros propios recorridos.




-MISA GOSPEL.- A las nueve de la mañana del domingo 26, nos recogieron para asistir a una misa en una iglesia de culto cristiano baptista en el barrio de Harlem. Se celebraba con canciones y música gospel interpretada por hombres y mujeres afroamericanos, como se dice ahora. El conjunto de sus voces, movimientos y vestuario representaban todo  un espectáculo para los presentes, situados en unas gradas dentro del templo.


Visitamos las pintorescas calles de los alrededores y el exterior de la cercana Mansión de Morris-Jumel, cuartel general de George Washington, cuando la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos.

A mediodía terminamos la excursión. Mi mujer y yo, recomendados por el guía, entramos para comer en el Stardust, un restaurante situado en una esquina de la calle 51 con Broadway. También dejo este relato para el apartado de nuestras vivencias en solitario.


-CONTRASTES DE NUEVA YORK.- Como excursión de mayor duración por la ciudad, ya a las 8 de la mañana de día 28 nos recogió el guía Gerardo a las puertas del hotel.

Nuevamente, iniciamos el desplazamiento hacia el norte de Manhattan, pero esta vez llegamos hasta el extremo del Bronx, a la zona de River Dale, toda de mansiones y bosques. Como contraste, de retorno paramos cerca del estadio de los New York Yankees y recorrimos el barrio popular con paredes cubiertas de grafitis por todos lados, botas colgadas por todo el tendido urbano de cables y nutridas colas de personas a las puertas de los juzgados, donde se celebran juicios durante las 24 horas del día. La presencia policial era notoria, incluso con garitas situadas en alto. Aún así, nos informó Gerardo que, en alguna ocasión, tuvieron que poner rejillas protectoras en los cristales de los vehículos de la policía y nos aconsejó no aparecer solos por allí.


En dirección opuesta, cruzamos el East River para llegar a los dos municipios neoyorquinos enclavados en Long Island. Primero recorrimos Queens, parando en su zona residencial de Forest Hill y Malba, parando también cerca del estadio de los Mets, para a continuación, seguir hasta Brooklyn, transitar por sus calles, especialmente por el barrio de los judíos más ortodoxos y detenernos junto a su famoso puente para contemplar Manhattan desde esta orilla del río. Tras ello, finalizamos la excursión regresando a los respectivos hoteles.


-DE COMPRAS A NUEVA JERSEY.- Como última de estas excursiones, también habíamos contratado, desde la mañana a la tarde del día 29, un viaje de compras a un centro comercial libre de impuestos de artículos de primeras marcas a precios muy inferiores a los del mercado convencional. Ese día nuestro competente  guía y conductor era un colombiano: Lucas.

Después de una hora de recorrido por ese Estado lindante con el de Nueva York, llegamos a nuestro destino. Se trataba de un enorme complejo comercial construido en forma de poblado y dotado de todos los servicios necesarios. Destacaban también su limpieza y su entorno, rodeado de colinas y bosques verdes y frondosos.

Mira por dónde que yo, poco o nada amante de las compras, me sentí atraído por tan gran variedad de productos y de tiendas alineadas formando calles; así que nada más llegar, entré con mi mujer en el establecimiento de la  marca “Nautica”. Vi algunos artículos en los que destacaban unos carteles en caracteres rojos en los que solo leí “10 dólares”. Me pareció muy barato y le pregunté a la que aparentaba ser la dueña de la tienda con mi limitado conocimiento del inglés, ya que parecía que ella no hablaba español: Only ten dollars?, only ten dollars? Me respondió: Yes, only ten dollars. Quedé sorprendido. Me faltó tiempo para dirigirme a mi mujer y comentarle: “¡Estos precios son una “bicoca”, podemos llevar regalos para toda la familia y amigos. Mira, mira, he cogido estas tres prendas por solo diez dólares cada una!” --no se lo creía, ¡no podía creérselo!-- “¿Ah, qué, no lo crees? Pues te vas a convencer, ahora voy a caja a pagarlo”.

La joven cajera sí hablaba español y cuando le presenté los tres artículos me informó de un importe de ¡ciento cincuenta dólares! “¡No puede ser!, ¡no puede ser!, yo mismo los he cogido de aquellas perchas. Sí… de aquellas de allí… a la entrada, y marcaban diez dólares cada uno”. Me sonrió, tal vez pensando: “¿de dónde se habrá “escapao” éste?” y me contestó: “Sí, sí, diez dólares, ¡pero de descuento sobre el precio marcado!” Efectivamente, cada etiqueta indicaba sesenta dólares. Ya no me pareció oportuno dar “marcha atrás”. Se acercó mi mujer que suponía lo que iba a pasar y acordamos pagar lo cogido, porque ella sabía que aún así eran precios inferiores a los de las tiendas tradicionales.

En adelante, continuamos con las compras, pero yo ya, descontento conmigo mismo por mi fracaso con lo que creía eran unas “gangas”, me quedaba rezagado esperando mientras mi mujer, ya que estábamos allí, pero no demasiado convencida con los precios, porque también en determinados centros comerciales de España podíamos adquirir esos artículos a similar valor, buscaba al menos, algunos típicos de los Estados Unidos para traerlos como regalo a familiares. Curiosamente, en cuanto a las marcas, nos dimos cuenta que al final, en las etiquetas de todas las que vimos, ponía “Made in China”.

Cuando cargábamos los bultos en el vehículo, vi en el maletero un uniforme y demás complementos de Policía Local de Nueva York. Me informó Lucas, con quien había conversado bastante durante toda la jornada, que era suyo y que lo llevaba porque le tocaba turno esa misma noche. Admirables nuestros hermanos de Hispanoamérica, que allí llaman hispanos, porque están presentes en todos los estamentos de la ciudad. Principalmente a ellos debemos que el idioma español sea con mucha diferencia la segunda lengua más hablada de la ciudad, donde llegamos al anochecer.

Bueno, pues hasta la siguiente entrada.




miércoles, 16 de septiembre de 2015

Viaje a Nueva York, 1



Es mi mujer muy aficionada al cine, con cierta inclinación hacia las películas estadounidenses en las que a menudo aparece Nueva York como escenario o escaparate. Esa frecuente visión en la pantalla motivó desde siempre su interés preferente por visitar esa ciudad.

Sumado ese deseo a mi innata pasión por la aventura y los viajes, el resultado fue el acuerdo inmediato de desplazarnos hasta allí en la primera ocasión propicia. Pero como suele ocurrir en estos casos, buscábamos la compañía de otra pareja o matrimonio de familiares o amigos, a ser posible que conocieran la ciudad, para acrecentar el disfrute y, en cierto modo, la seguridad.

Como pasaba el tiempo y no encontrábamos acompañantes para nuestro proyecto, mi mujer, en el verano del año 2010, propuso no esperar hasta la primavera del 2011,  fecha límite que nos habíamos propuesto y marchar nosotros solos. No lo pensamos más, así que tramitamos los requisitos burocráticos y a continuación me puse en contacto con un amigo propietario de una agencia de viajes, que había visitado la ciudad en varias ocasiones, el cual nos gestionó el vuelo, el alojamiento durante 6 noches y otros detalles necesarios para atajar incluso eventuales problemas de salud. También contratamos previamente algunas excursiones.

Aquella resultó una decisión premonitoria, pues dos tristes acontecimientos ocurridos en la familia meses más tarde, hubieran impedido el viaje, o lo hubieran demorado unos años, tal vez los suficientes para que ya se nos hubiera desvanecido la ilusión por hacerlo.


De esa forma, a las 7 de la mañana del día 24 de septiembre, despegábamos del aeropuerto de Sevilla, con destino, en principio, al de Madrid-Barajas, para enlazar a las 10 horas con el vuelo con destino a Nueva York, de una duración estimada de ocho horas y media. Cierto que se hace incómodo y tedioso tanto tiempo a bordo, pero resulta que por la diferencia de seis horas menos con respecto a nuestro huso horario, a las ¡12,30!, hora local, tomábamos tierra en el aeropuerto  J.F. Kennedy. De momento habíamos alcanzado nuestra meta.

Unidos a la enorme masa de pasajeros de distintas procedencias, formamos una larga cola para ser sometidos a controles y registros todavía más rigurosos que a los que fuimos sometidos en España. Uno por uno, nos fueron tomando en pantallas hasta las huellas dactilares de los cinco dedos de cada mano y nos hacían una fotografía facial. Solo faltó que nos dejaran “en pelotas”. Pero justo es reconocer que todo se desarrolló en orden y con un trato austero, pero correcto. Ante tales medidas de seguridad, estrictas pero necesarias, es preciso actuar con paciencia y resignación.

Sufrimos cierta incertidumbre y agobio cuando aparecimos en la terminal de llegadas y no se encontraba allí en ese momento la persona encargada de recogernos, ni disponer de cobertura en nuestros móviles a pesar de mis gestiones previas. No voy a alargarme con el detalle de esta contrariedad, que finalmente se solucionó sin grandes contratiempos, pero sí recordar nuestro agradecimiento a una señorita colombiana, compañera de viaje, que nos auxilió con su teléfono y amabilidad.


Sobre las 14,30 llegamos al hotel Cassa, un edificio blanco de 47 plantas de altura inaugurado el mes anterior, así que, la habitación reservada era confortable y flamante. La situación inmejorable, en el número 70 de la calle 45, entre la Quinta y Sexta Avenida y a cinco minutos andando de la Times Square y la zona de teatros de Broadway, o sea, en pleno dentro de Manhattan.

Como nuestro objetivo principal era recorrer lo más posible la ciudad, ya la misma tarde de la llegada, “pateamos” por nuestra cuenta gran parte de ese municipio neoyorquino, llegamos, por ejemplo a la catedral católica de San Patricio, la Gran Central Terminal, con su enorme zona comercial subterránea, el vestíbulo del edificio Chrysler, el Empire State desde el exterior.... Estábamos fascinados y, al mismo tiempo, todo nos resultaba familiar, como si ya hubiéramos estado antes allí. El trazado en retícula de esa zona urbana, distribuido en amplias avenidas y calles numeradas, nos facilitaba enormemente la orientación. Terminamos paseando y contemplando la deslumbrante iluminación nocturna y la muchedumbre de la Times Square. También nos facilitaba nuestra desenvoltura el idioma español, hablado por una parte muy significativa de la población. En fin, quedamos extenuados, teniendo en cuenta el largo viaje y el cambio de horario, pero maravillados al mismo tiempo.




Como anécdota añadiré que, para hacernos cómoda y económica la comunicación telefónica fija, la señorita Alby (empleada del hotel), me acompañó a una ¡farmacia! próxima para adquirir unas tarjetas con un sistema de de clave en forma de “rasca”. Me quedé sorprendido que en un establecimiento de ese tipo vendieran tal diversidad de artículos, aparte de los medicamentos. Por otra parte las llamadas resultaban realmente a bajo coste.


Para facilitar la lectura y no hacer el relato tedioso en demasía, he pensado organizarlo en párrafos resumidos en lo posible, ordenados primero por las excursiones programadas y después por nuestros recorridos personales, adicionales al de la tarde de llegada, referido anteriormente. Iniciaré los primeros con letra negrita en mayúsculas y con el mismo tipo de letra, pero en minúsculas los segundos. Aún así, temo que precisaré de varias entradas más aparte de la presente, que aquí finalizo. 

viernes, 29 de mayo de 2015

Heridos guerra de Melilla en San Sebastián.




Cuando en julio de 1921 ocurrió el Desastre de Annual, mi padre, José Antonio Carrasco,  se encontraba en Badajoz cumpliendo el servicio militar obligatorio (la “mili”) en el Regimiento Castilla, 16.

Tras aquella gran derrota y masacre de las tropas españolas en la región del Rif, que formaba gran parte del Protectorado Español de Marruecos, la reacción inmediata de España fue el envío de nuevos contingentes, entre ellos el mencionado regimiento. Tres días después de la tragedia ya hizo acto de presencia el primer batallón del mismo.

Por situarse el escenario bélico cercano a la plaza de soberanía española de Melilla, como “La Guerra de Melilla” fue conocido popularmente aquel conflicto, aunque oficialmente fuera más nominada como la “Guerra del Rif”.

Mi padre resultó herido en uno de los combates. Una bala de fusil le atravesó un antebrazo. Afortunadamente, la única secuela que le quedó fueron las dos pequeñas cicatrices de entrada y salida del proyectil.

Lo curioso del caso fue que, a él y otros compañeros no heridos de gravedad, los trasladaron para su convalecencia nada menos que ¡a San Sebastián!, al extremo opuesto de España, cuando con solo cruzar el estrecho hubieran estado hospitalizados o atendidos en centros sanitarios, alejados del peligro de la zona bélica.

Como ya comenté en alguna ocasión, soy con considerable diferencia de años, el menor de cinco hermanos. Cuando yo nací, mis padres sobrepasaban con mucho la cuarentena. Esa y otras circunstancias, unidas a que no alcanzaron una edad longeva, me impidieron mantener, en este caso con mi padre, conversaciones entre adultos, que hubieran desvelado mi curiosidad  por conocer las causas de tan largo y, para mí entonces, inexplicable recorrido.

Tampoco mis hermanos mayores conocían o, al menos no me comentaron, la motivación del mismo con convalecientes poco graves de heridas de guerra. Solo recuerdo que mi padre contaba que el rey Alfonso XIII los visitaba con frecuencia, les repartía cigarrillos, fumaban y departía con ellos de forma campechana.

Con el tiempo, llegué a la conclusión, que no creo que se aleje de la realidad, que los llevaron a San Sebastián, donde veraneaba la Familia Real, como una forma de recompensarlos por sus sufrimientos y, al mismo tiempo, “lavar” la imagen de la monarquía saliendo en la “foto”, por la responsabilidad que correspondiera al rey directamente, de una guerra sin sentido y mal dirigida, que costó la vida a unos diez mil jóvenes españoles.

En el caso de la foto de cabecera, la que con aspecto saludable figura sentada en el centro, junto a los convalecientes –entre ellos mi padre--era María Cristina de Habsburgo Lorena, segunda mujer del rey Alfonso XII, regente de España desde la muerte del  mismo hasta la proclamación como rey de su hijo Alfonso XIII en 1902. Era conocida como la “Reina Madre” o “Doña Virtudes”, por su fama de mujer discreta y sensata. Por lo que escuché también a mi padre cuando yo niño y luego he podido corroborar con mis lecturas, fue muy querida por el pueblo.

El original de esa histórica foto, que posee mi sobrino Julio, fue prestado a Caja Madrid, para la exposición “Cien Años de Fotografía en España”, que recogía imágenes desde sus inicios, allá por los años treinta del siglo XIX, hasta 1939. Una copia de la misma,  fue expuesta en el salón de exposiciones de su Obra Cultural en Madrid (donde acudimos varios familiares). También fue seleccionada entre cien de toda la colección, que posteriormente fueron recogidas en un álbum. Un ejemplar del mismo fue regalado a cada familia. Después, la exposición hizo un recorrido itinerante por distintas capitales. Tuve la ocasión de visitar de nuevo aquella exposición en Sevilla.

Siempre que tenía ocasión “pegaba el oído” para escuchar a mi padre relatar su participación en aquella guerra, historias que encandilaban mi mente infantil, mucho más a la vista de sus cicatrices. Por ese motivo me interesé más delante en estudiar aquella absurda y sangrienta tragedia, aunque ahora me limito a contar solo lo expuesto, por ajustarme al espíritu de este blog, o sea, alejarme de temas políticos, religiosos o sobre mi vida íntima. En todo caso, aprovecho para exponer una foto que considero de interés histórico.

P.D. Mi padre es quien figura indicado por una flecha roja.


martes, 10 de marzo de 2015

Bombardeo vapor "Gulnes". Apéndice II



Remataba la anterior entrada, última de las tres dedicadas al trágico episodio ocurrido al vapor noruego “Gulnes” en las proximidades de Sevilla durante nuestra Guerra Civil, con la idea de continuar sobre el mismo en caso de que apareciera alguna novedad de interés; novedad que sorprendentemente ha aparecido y que me motiva por tanto a redactar este añadido.

Resultó que en una reciente charla telefónica con mi sobrino José Antonio, gran aficionado a las historias rodeadas de misterio, lo invité a que leyera cuanto he averiguado y escrito sobre este caso. Para mi sorpresa, me dijo conocer a la señora que fuera cónsul en Sevilla de los países escandinavos; señora que sucedió a su padre Mr. Jon G. Siljeström (foto de cabecera) y que por tanto, estuvo encargada años atrás de recaudar fondos entre los buques noruegos que llegaban al puerto de Sevilla con el objetivo de adecentar y mantener la tumba y el monolito en homenaje a las víctimas.

Me quedé atónito. Tras varios años investigando ocasionalmente sobre este extraño episodio bélico con frecuentes resultados fallidos, ahora, de forma casual, aparecía esa potencial fuente de información tan cercana. Claro es, que mi sobrino desconocía esas averiguaciones, pero desde ese momento quedó en posibilitarme un contacto telefónico.

Eso ocurrió pocos días después. Por teléfono llamé a Cristina Siljeström, que así se llama y apellida tal señora, quien me atendió con suma amabilidad. Posteriormente, por correo electrónico, intercambiamos comentarios  y me dio noticias de cuanto ella conocía de esta historia.

Me sacó del error de considerar Istyrmann y Kokk como apellidos de los fallecidos que aparecen nominados en el monolito en primer y segundo lugar desde arriba abajo, cuando, en realidad, se corresponden con sus profesiones en idioma noruego: En ese orden, primer piloto y cocinero. Para los otros dos, ya pude conocer y así lo expuse, que fyrböter significa fogonero y no también apellido como interpreté en un principio.

Pero, para no extenderme en demasía, considero más apropiado y testimonial,  insertar a continuación, de forma literal y previa su autorización, los dos principales correos electrónicos que me dirigió.

Cristina Siljestrom
5 de feb.
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Hola Manuel: He leído con gran interés su escrito todo correctamente traducido y aunque había oído a mi padre el Cónsul de Suecia, Noruega y Dinamarca hablar del tema, nunca supo contarme como ocurrió aquello. Lo que si se que desde que le nombraron Vice Cónsul de Noruega en los años cincuenta (el Cónsul honorario se llamaba Nergaard y era el Director de la compañía de maderas trato de que adecentaran los jardines del cementerio protestante donde estaba el monolito. Mi padre era Consignatario de Buques y cada vez que arribaba al puerto de Sevilla un buque Noruego se le solicitaba al Capitán un dinero 150 ptas. para los jardines del monolito. Este dinero se le entregaba a final de año en las oficinas del cementerio y serian varios miles de pesetas ya que teníamos barcos noruegos cada 15 días (cargaban aceitunas y aceite destino Nueva York). Mi padre Jon G.Siljeström se estableció en Sevilla en 1950 y a los pocos años falleció el Cónsul Nergaard y paso a hacerse cargo del Consulado en los años 60. y durante 20 años que por edad tuvo que cesar y fui yo nombrada Cónsul de los tres países como lo había sido el. Continuamos con las oficinas abiertas hasta que cesaron las llegadas de buques que por su tamaño no podían ya subir el rio (al no haberse dragado). A mediados de los 80 tuvimos que cerrar la consignataria aunque seguimos con las oficinas consulares abiertas hasta 1993 en que yo me retire. Mi padre me ayudo hasta ese día, que contaba ya con 84 años. Falleció unos años mas tarde. Siento no poder ayudarle. Pensaba que si había algún documento lo tendría la Embajada en Madrid, pero han pasado tantos años que no existirán archivos del caso. En mis años y los de mi padre de Consulado no nos pasaron ninguna documentación, pero mi padre no dejo de hacer lo que pudo en recuerdo de esos marineros, uno de ellos era cocinero (en noruego kokk).

Muchos saludos

Konsul Cristina Siljeström

Cristina Siljestrom
6 de feb.
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Estimado amigo: Releyendo mi mensaje de anoche y como estaba bastante cansada después de haber estado la tarde con mis nietos, se me olvido escribir sobre mi padre.
Mi padre tenía madre noruega de Hammerfest (ciudad mas al norte) y padre sueco por lo que a la hora de estudiar en la escuela náutica, lo hizo en Oslo. Obtuvo el título de Capitán de navío noruego y estuvo enrolado varios años en el Báltico y después en petroleros que hacían la ruta de Venezuela a USA. En el año 36 dejo de navegar y se viene a Sevilla a trabajar con el Consignatario de Buques Emilio Huart (belga) y le nombran Vice Cónsul de Suecia por lo que supongo supo y estuvo en el enterramiento de los marineros. En el 38 es trasladado a Buenos Aires y vuelve a Sevilla en el 49 donde abre su propia oficina de buques. No es porque fuera mi padre, pero era una persona muy buena, recta y humana, por lo que estoy segura,  estableció el pago de esas 150 ptas. a cada buque de la compañía noruega que el representaba, en recordatorio de esos marineros que fallecieron y conociendo el abandono del cementerio protestante. Los buques se llamaban ¨Concordia Sky¨ - ¨Concordia Sun¨ y ¨Concodia Star durante cerca de treinta años (hasta los años 80). Nuestra oficina se llamaba Agencia Concordia Line. El sobre anual lo entregábamos en la oficina del cementerio.

Muchos años después tuvimos que comprar un nicho para enterrar a mis padres, luego a mi marido sueco y viendo el deterioro se me cayó el al alma a los pies! hable con las autoridades que me prometieron iban a hacer obras de jardinería allí. Desde entonces ha mejorado el lugar aunque existen muchas tumbas abandonadas, hay al menos mas plantas. 

Tampoco le agradecí todo el trabajo de investigación que ha hecho en nombre de Noruega que representamos tantos años (mi padre 20 años y yo 13) y el empeño y cariño que ha puesto detrás.
Muchos saludos
Konsul Cristina Siljeström
Honorario

A estos correos siguieron otros, pero ya lo más significativo y honorable para mí, fue la entrevista que la señora Siljeström me concedió el pasado día 5 del presente mes, en la que me entregó copia de una foto de su padre. 

Me informó que, después de muchos años de estrecha colaboración con él hasta su fallecimiento en Sevilla, conserva del mismo un recuerdo pleno de cariño, por sus cualidades de rectitud, honradez y bondad; cualidades que, además de su interés por el mantenimiento de la tumba, me motivan a rendirle homenaje colocando su foto en la cabecera de esta entrada, con permiso de su hija.

Por otra parte, como no he logrado conseguir fotos ni información similar a la de Egil Pleim, a quien me refería en la entrada anterior, ni el ayuntamiento de Nesna, en Noruega, la ciudad natal de éste, ha respondido hasta ahora a un correo que les dirigí el día 3 de febrero pasado, esto es todo cuanto he podido conseguir por rescatar del olvido general a aquellos cuatro jóvenes marineros noruegos, que el destino se encargó de convertir en víctimas de una guerra tan ajena y alejada de su tierra. Tierra de Sevilla los cubrió para siempre.


P.D. A pesar de la escasa nitidez de imagen, la señora Siljeström creyó reconocer a su padre entre los asistentes al entierro que recoge la portada del diario ABC que reproduje en la entrada del pasado diciembre. 

jueves, 22 de enero de 2015

Bombardeo del vapor "Gulnes". Apéndice.


Mucho agradezco a la persona desconocida (cuya anonimato respeto) el segundo enlace a que me refería en la posdata de la entrada anterior.


Me quedé asombrado. La consulta me condujo a Frode sin Slektside, una página genealógica noruega. En la actualización de agosto de 2010 aparecen los cuatro fallecidos a consecuencia del bombardeo, incluso con el texto en español que figura en el monolito del cementerio sevillano, al que hacen referencia.

Pero en realidad, esa página se centra en Egil Pleim Nilsen (aquí Pleim y no Pleym, como figura en el cementerio), la primera de las víctimas. Aparece una foto suya (la expuesta en la cabecera).

Con la exploración pude saber que nació en Nesna (Noruega), las fechas de su nacimiento, bautismo y muerte, que era el tercero de cuatro hermanos, quienes eran sus padres, fecha de la boda de los mismos y cuando nacieron y fallecieron.

También es posible saber de sus ancestros. Por la rama paterna comprobé que todos nacieron en esa localidad y logré retroceder en el tiempo nada menos que hasta el siglo XVII. Todo este análisis me ha resultado realmente fascinante.


En cuanto a la noticia del caso, aparece  un recorte de prensa de la época, que, con el traductor de Google y alguna ayuda, he podido interpretar lo siguiente:


La traducción que antecede está orientada para entender mejor en español la escueta noticia sobre la muerte de Egil. En la misma, no aparece queja alguna, como si de un accidente bélico se tratara. Es muy posible que días después, enterado de la magnitud de los daños humanos y materiales, el gobierno de Noruega presentara una protesta diplomática ante el de la II República Española, pero sobre esto nada he conseguido averiguar.

Como ya expuse, era de suponer que se produjeran otros afectados además de los cuatro fallecidos. Efectivamente, se informaba de un muerto y seis heridos, de los que otros tres fallecieron en los días sucesivos.

Al amigo Egil nos lo presentan como una persona de buen carácter, que según el enfoque también se puede interpretar por la manera más campechana de “un muchacho bonachón”.

Se detecta un error, pues no tenía 20 años cuando murió, sino 24.


Esta otra traducción de Google es literal del texto noruego al español. La expongo para resaltar la noticia de que al buque le impactó ¡una sola bomba! No precisa que entrara por la chimenea, ni que su estallido provocara la explosión de la caldera, según la versión que en su día me facilitó el erudito local Sr. Nicolás Salas (entrada 18-11-14), pero ahora resulta que, por los daños materiales y humanos ocasionados por un solo impacto, esta información cobra realidad. También el citado señor consideraba que el incidente fue fruto del azar y tal parece por el enfoque pacifico de la nota del periódico noruego. Además, por estas traducciones, he podido comprobar que dos de los cuatro fallecidos eran fogoneros.

En cuanto al hermetismo de la noticia, salvo la información de los entierros publicada por ABC el 15-12-36, muy posiblemente obligada por la asistencia del cónsul de Noruega en Sevilla, la conclusión en cuanto al bando “nacional”, para mi sigue siendo la misma:

Al parlanchín de Queipo de Llano, para nada interesaba propagar la noticia en sus brabuconas charlas radiofónicas nocturnas dirigidas a los “rojos”, por no alarmar a la población con las incursiones aéreas republicanas a la próxima base de Tablada, lo que significaba un potencial riesgo de bombardeo a Sevilla, en venganza a los que venía sufriendo Madrid.

Precisamente, me ha venido a la memoria que hace años traté por motivos laborales con un antiguo empleado de una empresa militar ubicada en Tablada, donde vivió la Guerra Civil. Aquel señor comentaba que había presenciado las incursiones de la aviación “roja” bombardeando las pistas donde posaban aviones enemigos. En tales circunstancias, es muy posible que conociera el incidente con el “Gulnes”, pero nada refirió ni yo pregunté, porque nada sabía de este asunto por entonces.

En cuanto al bando “rojo”, resulta lógico que silenciaran su propia incompetencia en ocasión de que a uno de sus aviones se le soltara una bomba, matara a cuatro escandinavos, hiriera a otros tres y mandara el buque al desguace. A propósito no hubieran alcanzado su objetivo con tanta precisión.

Salvo que aparezca alguna otra noticia esclarecedora, aquí doy por concluido este singular caso bélico que, espero les haya interesado tanto como a mí me ha entretenido y divertido su investigación.

Añadido el 13 de noviembre de 2016.
Por un enlace que me envió mi hijo el día de ayer, conozco ahora que la noticia del casual bombardeo aparece en el diario ABC de Sevilla de 10-12-1936. Incluso comentan que se hacía eco del suceso Queipo de Llano para divulgarlo en sus habituales charlas radiofónicas nocturnas. He leído las que poseo y nada dicen del asunto. Claro que también pudo ser, pues supongo que sus intervenciones fueran más numerosas de las que yo tengo.
Parece seguro que esta inclusión en la Wikipedia sea posterior a mi investigación, de lo contrario la hubiera encontrado, como la que incluyen del ABC de 15-12-1936 que ya expuse.
Como el hecho ocurrió el día 7 de ese mes y año, tal diario lo consulté en la Hemeroteca de Sevilla hasta el día 9. ¡Curiosamente, publicaron la noticia el día 10!.
Creo que una nueva entrada quizás diera lugar a confusionismo con este tema, pero tampoco quiero faltar a la verdad, así que creo oportuno este añadido y remitir a quien interese a consultar la Wikipedia y leer la noticia directamente.